Histórico

Taca-taca un juego que une generaciones

Comenzó con la fabricación de mesas de ping-pong hasta que la situación cambió, se reinventó y en el tradicional taca-taca encontró una nueva oportunidad para emprender.

Lleva más de 60 años en nuestro país y para algunos parece no perder atractivo a pesar del paso de los años. Y es que el taca-taca parece no dejar de ser un clásico entre padres e hijos. Aquí la historia de Víctor Muñoz, el fabricante de un juego que une a generaciones, entretiene amigos y, en su caso, da trabajo.

La historia partió cuando a Víctor Muñoz, hace más de 21 años, lo picó el bichito de emprender. “Yo en esa época era maestro en una mueblería, sólo hacía muebles. Y de repente me dieron ganas de ser independiente. Así comenzó todo”, cuenta Víctor.

Como todo emprendedor, se entusiasmó con la idea así que decidió invitar a un grupo de vecinos, amigos y familiares en esta nueva aventura.

“Me motivé con la idea, así que rápidamente me puse a hablar con más gente para sacar adelante este proyecto. Necesitaba que fueran varios, la pega se venía bastante cargada”, relata.

Fue así como en 1994, junto a un grupo de personas se aventuró y comenzó a fabricar mesas de ping-pong en un pequeño lugar ubicado entre Serrano con Santa Isabel, en pleno centro de Santiago. “Cuando comencé noté que ahí había algo. Al principio costó, pero nos comenzó a ir bien rápidamente, estábamos muy bien ubicados. Hubo un punto en el que llegamos a construir 50 mesas de ping pong diarias”, cuenta.

La situación era grata para Víctor. El negocio iba bien, había estabilidad económica, pero todo se derrumbó cuando una empresa de mayor tamaño comenzó a comercializar mesas de ping-pong a un precio inferior al que las ofrecía Víctor.

“Cuando llegó esa marca la situación cambió. Pero yo siempre he dicho que un microempresario es como un acordeón. Hay momentos en los que uno crece y crece, como hay otros en los que uno se achica. Uno, como buen emprendedor, se debe reinventar constantemente”, relata.

De esta forma, hace unos 10 años, llegó a la confección de taca-tacas. “A mí siempre me han llamado la atención este tipo de juegos y con el taca-taca siento que el tiempo puede transcurrir y es un juego que se queda y no pierde fuerza. Es algo que trasciende las generaciones”, afirma.

Con Víctor, actualmente trabajan 12 personas en su taller ubicado en la comuna de La Granja. Y, según cuenta, la relación con ellos es bastante especial. “Aquí uno trabaja con el amigo, el vecino, el familiar, solamente con gente cercana. Porque es gente que te apoya y que uno conoce, el microempresario siempre tiene gente cercana trabajando con uno”, acota.

A la fecha, es uno de los fabricantes de este juego más importante de Chile, con una producción de 1.500 taca-tacas al año. Pero, a pesar de ser un fabricante reconocido en el rubro, el camino no ha sido fácil.

“En esto la familia cumple un rol fundamental. En este caso mi mujer lo ha sido y mucho, hubo una época en la que vivíamos sólo con el ingreso de su trabajo, porque ser emprendedor es difícil, no se gana dinero tan rápidamente”, cuenta Víctor.

Pero el paso del tiempo no ha sido en vano y Taca-tacas Remolino ha logrado instalarse como un favorito entre los seguidores de este afamado juego. “Este es un juego retro, bien retro, que no se va. Aún hay jóvenes, incluso escolares, que pueden pasar horas jugando en un taca-taca”, relata emocionado Víctor.

En cuanto a un posible cambio de rubro, Víctor sostiene que por ahora no le interesa, que está satisfecho con lo que hace y que quiere continuar haciéndolo. “Hace un tiempo me ofrecieron cambiarme de rubro y dedicarme a la fabricación de máquinas de juegos, pero yo dije que noinmediatamente. La inocencia de un taca-taca en una máquina traga monedas nunca la vas a encontrar. Un taca-taca une a las personas, es un juego sano que une a las personas, independientemente de la generación que sean.

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