
Bachelet y el interés de Chile

La postulación de Michelle Bachelet a la Secretaría General de Naciones Unidas debe evaluarse a partir de un criterio fundamental: el interés nacional.
Descarto un interés personal. Con dos períodos presidenciales más dos altos cargos en Naciones Unidas, ella exhibe una trayectoria única en América Latina y más allá. No necesita de la Secretaría General para constituirse en figura internacional de gran relieve. Ya lo es.
Para Chile su candidatura es, por el contrario, una tremenda oportunidad. Naciones Unidas es una institución que ha prestado servicios fundamentales a la humanidad: apoyo a la descolonización, lucha contra el hambre, avances sanitarios y misiones de paz son algunos de ellos. Luego de 80 años necesita, sin embargo, reformas mayores que la desburocraticen, racionalicen su gasto y adecuen su gobernanza a un mundo más plural y diverso que el de 1945. Su necesaria reforma es uno de los grandes temas globales. Esta postulación le ofrece a Chile la oportunidad de ser parte de esa discusión e incidir en el establecimiento de un multilateralismo renovado. En su ausencia, la voz de Chile, país pequeño a escala internacional, no será escuchada.
La campaña permitirá proyectar el nombre de Chile, mediante el diálogo con los principales líderes mundiales, pero tambien con líderes de otros países que han emergido en los últimos años y en los cuales Chile es poco conocido. Bien conducida y apoyada esta postulación prestigiará al país.
Para que pueda prosperar necesita generar un respaldo mayoritario en América Latina y el Caribe. De no lograrse, se corre el riesgo de que la regla no escrita de la rotación entre regiones -que favorece actualmente la candidatura latinoamericana- simplemente no se aplique. Asimismo, a través de esta postulación, Chile tiene la posibilidad de jugar un papel relevante para concertar voluntades en un continente muy dividido y fragmentado.
Internamente, se necesita con urgencia convenir acuerdos en torno a objetivos nacionales que pasen por sobre la guerrilla política que ha primado durante los últimos años. Para cualquiera que sea el futuro Presidente o Presidenta de Chile que se elija en diciembre debiera ser motivo de orgullo encabezar un país que ha sido capaz de levantar una postulación con esa trayectoria y más aún si ella alcanza la meta. Ayudaría a este propósito alejar completamente esta candidatura de los debates propios de la campaña electoral transformándola en una decisión de Estado.
Bachelet tiene todos los méritos, pero eso no basta. En particular el diálogo con los miembros permanentes del Consejo de Seguridad será determinante. Frente a ellos la expresidenta puede exhibir conocimientos, experiencia y ecuanimidad para enfrentar asuntos tan delicados como los relativos al respeto de los DD.HH.
Más allá de sus opciones políticas, la Mistral y Neruda son parte de un orgullo nacional ampliamente compartido. A través de una postulación exitosa, Bachelet también llegaría a serlo.
Por Carlos Ominami, presidente Foro Permanente de Política Exterior
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