Educar desde el inicio: una prioridad que ya no podemos postergar

Cuando un país decide medir algo, decide verlo. Y por primera vez en Chile contamos con el “Índice de Valoración Social de la Educación Parvularia” que nos permite mirar, de forma clara, cuánto valora la sociedad chilena este crucial nivel educativo.
Estos resultados llegan en un momento clave para la agenda pública, donde el proyecto de ley de sala cuna universal busca ampliar este derecho a todos los trabajadores, reconociendo la importancia del cuidado y de la educación temprana. Hoy, gracias a un estudio representativo de nuestra población, con las voces de más de mil personas encuestadas a escala nacional, tenemos información concreta para orientar políticas públicas que respondan a mejorar la educación inicial.
En este contexto, los resultados de este inédito estudio son alentadores y validan la importancia de esta etapa. La gran mayoría de la ciudadanía reconoce que la educación parvularia es determinante para el desarrollo de niños y niñas: un 84% cree que mejora el rendimiento escolar posterior, y un 83% considera muy importante la asistencia desde los 2 años. También destaca la evaluación positiva de la calidad del sistema, que alcanza un índice de 84 de 100 puntos, siendo la dimensión mejor valorada.
Pero la valoración no basta: el estudio también revela desafíos urgentes. La ciudadanía percibe barreras de acceso, como la incompatibilidad de horarios con las jornadas laborales, la falta de cupos, los costos asociados y las dificultades de transporte. Se suma la percepción de la población que hay muchos temores para que las familias envíen a sus hijos a los centros de educación parvularia: miedo al contagio de enfermedades, dudas sobre la infraestructura o la sensación de que el hogar es el lugar más seguro. Son inquietudes reales que deben ser escuchadas y atendidas con acompañamiento, información clara y mayor cercanía entre los centros educativos y las comunidades donde están insertos.
También preocupa la brecha entre la valoración social hacia las educadoras de párvulos y el reconocimiento que reciben. Aunque se las considera profesionales fundamentales, un 58% cree que sus remuneraciones son inadecuadas y un 45% siente que su trabajo no tiene el prestigio que merece. Si queremos fortalecer la educación inicial, necesitamos también dignificar a quienes la hacen posible.
Este índice, impulsado por la red Educación Inicial 2030, junto al CIAE de la Universidad de Chile, Elige Educar y la Fundación Arcor, no solo es una fotografía del presente, sino que constituye una hoja de ruta. Invita a trabajar de manera conjunta -Estado, sociedad civil, sector público y privado- para garantizar que todos los niños y niñas, especialmente aquellos en contextos más vulnerables, tengan la oportunidad de acceder a una educación inicial de calidad y equitativa. Como han señalado Unicef y otros estudios, invertir en la primera infancia es una de las estrategias más efectivas para reducir desigualdades futuras. Cada niño y niña merece desplegar todo su potencial, por eso, la educación inicial debe estar en el centro de las prioridades no sólo del próximo gobierno, sino de toda la nación.
*Esta columna se hizo en conjunto con María Laura Berner - Fundación Arcor y Educación Inicial 2030, y José Manuel Jaramillo -Choshuenco y Educación Inicial 2030
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