
Treinta y tantos años no es nada
No cuando uno sigue topándose con la misma complacencia que en su momento se entronizó entre nosotros. Semanas atrás leí a un entrevistado por la prensa que sostenía que no habría razón alguna para no creerle a Jara como socialdemócrata; que, aunque podrá haber sido lamentable que el PC haya auspiciado la vía armada en los 80, dicho paréntesis se ha superado; por lo demás, hace rato que los comunistas no promueven la revolución. Y, si bien Carmona y Jadue siguen impresionados por Corea del Norte, Nicaragua y Cuba, qué más da, en Chile existe “consenso” sobre el carácter autoritario de estos regímenes. Por último, agregaba, la mayoría del electorado no percibe la política como un gran drama que despierte pasiones y quite el sueño a nadie.
Así de olímpicas las afirmaciones, y conste que no era un político quien hablaba sino un historiador. Es decir, da lo mismo lo que se ha dicho sobre la duplicidad de la candidata oficialista. Otro tanto que la centroizquierda vetara al PC de todo gobierno durante más de dos décadas. Y, sobre el carácter desdramatizado de la política, por lo visto, al periodista a cargo de preguntar no le pareció necesario ahondar, no obstante dos rechazos seguidos a propuestas constitucionales que hacen que la Constitución de Pinochet y Lagos siga intacta aun cuando deslegitimada. ¿Es que nuestra democracia plebiscitaria funciona así y ello no merece explicación fundada alguna? Presumo que cuando a un historiador le hacen una entrevista es para averiguar algo más sustantivo que sus corazonadas en esta próxima elección.
Con todo, estas aseveraciones me recordaron cuando en Chile se hablaba de ese modo a diario. El consensualismo concertacionista, variante Eugenio Tironi, solía vanagloriarse de que habíamos terminado con la confrontación, y la política se había “profesionalizado”. Enrique Correa contaba que unos avanzados, él incluido, dirigidos por Edgardo Boeninger se pusieron de acuerdo entre sí, aun cuando antes estuvieran en veredas opuestas, luego el país se plegó. José Joaquín Brunner, por su parte, calificaba la modernización consiguiente como “gestión de sistemas y subsistemas... del sentido común y las cosas concretas”, dando paso a los Joaquín Lavín del otro lado. Y eso que esta corporativización fue lo que no funcionó y el país estalló 30 años después. Se ha dicho hasta el cansancio y se hacen los sordos. Siguen publicitándose, y cuidan no decir que a la política la convirtieron en un negocio de autopromoción, que es lo que más les ha reportado resultados.
En esta elección, por supuesto, se sigue con la porfiadez. Los programas de todos los candidatos dicen más o menos lo mismo. Y, no hay drama, si bien el país está como está. En fin, vote Matthei en “la medida de lo posible”. Piñera y Aylwin, desde el más allá, envían sus bendiciones.
Por Alfredo Jocelyn-Holt, historiador
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
2.
4.
Promoción 75 aniversario: suscríbete hasta el 2 de octubre y participa del sorteo por 2 pasajes a B.Aires ✈️
Plan digital + LT Beneficios$1.300/mes SUSCRÍBETE