Opinión

Veintidós cupos

Veintidós cupos

Hoy en Chile la Democracia Cristiana apoya una candidatura comunista a la Presidencia de la República a cambio de contar con veintidós cupos en la lista parlamentaria oficialista. A una semana del hito decisorio, y tras el intenso debate público en torno a si se justifica o no la contradicción que se achaca a la DC, es tiempo de balances.

Probablemente, usted y yo estaremos de acuerdo en que se han entregado bastantes argumentos en favor y en contra de la decisión adoptada. En este sentido, solo quisiera agregar dos comentarios que me parecen reveladores. Primero, es necesario dejar registro (para la historia), de la declaración de la Internacional Demócrata de Centro (IDC), que certifica que el respaldo DC a la candidatura comunista en Chile representa “una contradicción profunda”. En su declaración, la IDC afirma que el ethos DC, que sería en esencia profundamente humanista, “no pacta con visiones autoritarias, porque entiende que ninguna justicia puede sostenerse si niega la libertad”.

En segundo lugar, es interesante reparar en cómo, curiosamente, quienes más han contribuido a evidenciar la contradicción DC son precisamente los militantes del partido, que impulsaron su respaldo a Jara. Nótese la “franqueza” de Krauss cuando explicita que dicho apoyo es indispensable para conservar la presencia parlamentaria; o, la “transparencia” de Huenchumilla quien, al ser consultado por la posición del partido frente a la inclusión del aborto en el programa de Jara, sostuvo que el partido “haría reserva” de aquello. A este tipo de “confesiones” debe estar aludiendo la IDC cuando afirma que “ninguna mayoría justifica traicionar lo esencial”, y que “ningún proyecto social es legítimo si anula a la persona”.

Lo anterior nos conduce a reflexionar por qué importa discutir este asunto ya zanjado. ¿Para quién es importante lo ocurrido con la DC y su apoyo a la candidatura presidencial comunista? A mi juicio, es posible y útil identificar cuatro sectores a quienes el asunto les incumbe, aunque no necesariamente, les importe. Entre los interesados asumo, se encuentran votantes y exmilitantes que por décadas confiaron en el proyecto hoy extinto que ofreció la DC. Para ellos imagino, la decepción es ahora profunda. Como afirma la IDC en su declaración, hablamos de ciudadanos que han sido “abandonados”. También es razonable afirmar que el desafortunado hito político interesa a quienes aun sin sentirse cercanos al proyecto DC, ven con preocupación como la crisis de representatividad democrática ha llegado a un extremo sin precedentes. El respaldo a la candidatura comunista, coronado por la “candidez” de las declaraciones vertidas por el liderazgo democratacristiano, dan cuenta de la feroz desconexión de esta dirigencia política con su electorado, pero aun de manera más grave, de su descarado desinterés en él. No aspiran ni quieren liderar, proponer, ni convocar a los chilenos a un proyecto de país. Lo único que interesa, claro está, es conservar cupos representativos, aunque no se sepa ni importe a quien se va a representar y ni siquiera, si se representa o no a alguien.

De aquí se desprenden desde luego, los otros dos grupos a quienes el debate sí incumbe, pero que, a diferencia de los grupos anteriores, no parece importarles la discusión en absoluto. Me refiero lógicamente, a la dirigencia actual del partido democratacristiano, por una parte. Por la otra, están Jeanette Jara, el PC, y la izquierda radical, quienes, a cambio de veintidós cupos, han adquirido el derecho a no ceder una coma en su programa de gobierno. No al menos, si es la DC la que lo pide.

Por Fernanda García, Faro UDD

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