
Violencia digital contra mujeres

A las mujeres con opinión e influencia se les ha castigado históricamente. Las hicieron desaparecer, las mandaron a asesinar, las quemaron o declararon locas. Agripina la Menor, madre del emperador Nerón, se dice fue temida por su muñeca política y el hijo encargó que la asesinaran. La filósofa Hypatia de Alejandría fue despedazada por un grupo de monjes dada la influencia que ejercía en la ciudad. A Juana de Arco, una campesina líder del ejército francés durante la Guerra de los Cien Años fue quemada tres veces para asegurarse que la hereje estaba muerta. A las mujeres el silencio y la casa. A la violencia histórica, física y sicológica, ahora se agrega un nuevo soporte: los ambientes digitales. La violencia digital es una continuación de la violencia que se ejerce contra las mujeres.
La primera Conferencia Mundial sobre mujeres, organizada por Naciones Unidas, fue en 1975 en México. Pasaron 20 años, para que recién en 1995 se integrara en la declaración de Beijing la importancia de los medios de comunicación y las mujeres. Había que promover representaciones justas para ellas y evitar lo discriminatorio, degradante y ofensivos que son los estereotipos sexistas en los medios de comunicación. Desde entonces las reflexiones académicas y acciones de la sociedad civil han buscado superar estas representaciones y diversificar los diferentes papeles que juegan las mujeres.
Con la irrupción de las redes sociales y su enorme capacidad de obtener y hacer circular información (falsa y verdadera) y datos (inventados o reales), la política advirtió la potencia de su uso para influir en las decisiones de las personas. Se están usando para destruir al adversario. En Chile la víctima esta vez ha sido la candidata de Chile Vamos, Evelyn Matthei. Se le acusó de padecer Alzheimer, verse desorientada, débil. El objetivo es destruir su imagen para influir en la votación. Han circulado informes sobre el análisis de las cuentas troll del candidato José Antonio Kast acusándolo de una campaña sistemática de desinformación contra Matthei, con al menos 70 cuentas disparando por segundos mensajes para debilitarla.
La violencia a través de redes sociales es una muestra más de la tradición de violencias contra las mujeres. Verdaderas manadas de monjes digitales, como aquella que mató a Hypatia, se dedican a apedrear virtualmente a las que ejercen poder con su influencia y voz. Van contra defensoras de la naturaleza, políticas, periodistas. Cualquier mujer influyente que participe de la discusión pública es acallada, humillada. Silenciarlas para que den un paso al costado, que no quieran continuar. Que no les disputen el poder a los hombres. Que vuelvan a ser obedientes.
Al candidato republicano no le fue bien la vez anterior con el voto femenino. Quiso cerrar el Ministerio de la Mujer y cuando se dio cuenta del impacto entre las chilenas les pidió “perdón a cada una”. No es buena idea tropezar dos veces con la misma piedra, y tolerar el ataque despiadado contra Matthei. Mejor defenderla, para demostrar que cambió y que las mujeres serán apoyadas y reconocidas en sus liderazgos.
Por Paula Walker, profesora Magíster Políticas Públicas, Universidad de Chile
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