Paula

Taller 1: un espacio conservado por la memoria periodística

Entre los muros que fueron el primer hogar de Revista Paula, hoy conviven el arte, el recuerdo y un archivo que rescata más de cinco décadas de historia editorial.

Cuando el sol golpea la acera con tanta fuerza que los pies se vuelven pesados y el sudor se adhiere a la cara, hay un edificio que resalta entre los demás. Con fachada negra y puertas de vidrio, en General Salvo 20 se encuentra el Taller 1. Al entrar, el calor de una ciudad que no se detiene contrasta con una frescura que invade el lugar por completo, como si se tratara de otro mundo.

Una fila de maniquíes de cuerpos blancos y desnudos, alineados frente a la entrada, extiende el brazo hacia adelante, como apuntando con el dedo el umbral que da la bienvenida. El piso de mosaicos blanco y negro, ajedrezado como un tablero eterno, contrasta con las siempre coloridas portadas de la Revista Paula que adornan los muros e inmortalizan parte de su historia.

Unos pasos más adelante, los espejos, el verde de las paredes, el olor a café, las plantas y la música invaden los sentidos. Paula está en todas partes.

Durante la década de los 60, General Salvo 20 dejó de ser un conjunto de casonas habitacionales para convertirse, a manos del fotógrafo Roberto Edwards, en el nuevo hogar de la Editorial Lord Cochrane, que antes estaba ubicada en la comuna de Cerrillos. En este sitio se fabricaron distintas revistas e historietas, como Mampato, Ritmo e incluso los Publiguías, conocidos coloquialmente como las “páginas amarillas”.

Fue en 1967 cuando la periodista Delia Vergara, hoy Premio Nacional de Periodismo, junto a Edwards decidieron innovar en esta gran casona con patio interior. En medio de un ecosistema lleno de revistas femeninas, nació Paula, cuyo objetivo era abordar temas distintos: asuntos tabú en una sociedad donde las dudas crecían tan rápido como la urbe. “Paula fue el primer medio que les habló a las mujeres como personas completas. Les dijo: sí, somos madres y esposas, pero también tenemos deseos, cuerpo, sueños, contradicciones”, resume Patricia Morales, la actual editora de Paula, que hoy es un proyecto digital.

En su primera edición se habló de temas como la pastilla anticonceptiva, sátiras sobre maridos escritas por una joven Isabel Allende, y una editorial que marcó la línea que seguiría de ahí en adelante: la idea de una “feminidad moderna”. Así, Paula se convirtió en un espacio de confianza para las mujeres del país, que compartían sus intimidades, miedos y dudas en las secciones Correo del amor y Correo de la moda. Con el tiempo, la revista quedó grabada en la memoria colectiva de sus lectoras, y la casona pasó a formar parte de ese imaginario.

Poco a poco, Paula y el Taller se transformaron en uno, y la casona de techos altos comenzó a moldearse para la revista, convirtiéndose en un lugar con las tecnologías más avanzadas. Sus antiguas oficinas pasaron a ser estudios fotográficos; pasillos antes vacíos alojaban las impresoras más modernas, y pequeñas salas que habían sido bodegas se transformaron en cocinas para preparar las recetas que más tarde leerían las mujeres en Paula Cocina.

“Durante décadas este lugar fue la vanguardia tecnológica. Roberto traía máquinas desde Europa, como la Lambda, que revelaba fotos gigantes sin perder calidad. Era casi mágico. Y todo eso pasaba acá, en este mismo patio”, comenta con orgullo Fabián Carrasco, actual administrador.

A partir de 1981, Paula abrió espacio para que el Taller albergara un proyecto más: el Taller Experimental Cuerpos Pintados, donde artistas tan reconocidos como Nemesio Antúnez y Mario Toral trabajaron durante casi 22 años en estos pisos llenos de historia, para construir una nueva historia sobre las pieles descubiertas de sus lienzos.

El mismo año en que Cuerpos Pintados dejó la casona, en 2003, el grupo COPESA compró Paula, y el Taller fue perdiendo lentamente la responsabilidad absoluta sobre su compañera eterna. En 2010, la revista se mudó oficialmente y el Taller cerró sus puertas, marcando el fin de una era.

Siete años después, el edificio fue arrendado por el Instituto Profesional Galdames (IPG), que lo dotó de amplios salones de clases y dejó el espacio con nuevas posibilidades de reinventarse y aprovechar su historia cultural.Cuando el Instituto dejó el Taller, y tras la muerte de Roberto Edwards en 2022, se decidió sacar partido de su transformación arquitectónica: los salones, ahora vacíos, comenzaron a alquilarse a quienes necesitaran un lugar para trabajar.

Fabián recuerda que “a las salas llegó todo tipo de personas: diseñadores, arquitectos, bailarines, hasta abogados. Y se dieron cuenta de que el patio era un espacio espectacular para desconectarse de la oficina y venir a trabajar”. Mientras recorre sus pasillos y respira su aire, comenta: “Es un verdadero oasis en comparación a la calle”.

El Taller empezó entonces a convertirse en lo que es hoy: un co–work. Junto a él llegaron cafeterías y heladerías para acompañar a quienes venían a trabajar o necesitaban un espacio para reunirse con amigos o familia. Peluqueros, tatuadores, bailarines, manicuristas y psicólogos conviven en el mismo lugar, y el Taller 1 recuperó la esencia que siempre tuvo: un espacio donde la cultura se vive.

Pero Paula no se fue del todo. Sofía Aldea y María Edwards, quienes fueron parte del equipo de la revista —Sofía como editora y María como colaboradora, además de ser la hija de Roberto— compartían un objetivo: revalorizar y dar acceso al patrimonio de Paula. “Empezamos queriendo contar la historia de los primeros años en un formato audiovisual y, en el andar, nos dimos cuenta de que el verdadero tesoro era el archivo donde estaban todas las revistas”, comentan. Así nació Archivo Moderna.

Hace dos años trabajan con un equipo de voluntarias, en su mayoría estudiantes interesadas en la revista y su historia, y buscan la mejor manera de ofrecer acceso público al proyecto. “Queremos que la gente tenga acceso al archivo de Paula, revisando lo que allí se muestra y se plantea desde distintas perspectivas y lugares”, explica María.

El primero de los hitos de su proyecto ocurrió para el Día de los Patrimonios de este año, cuando Paula y el Taller 1 se cruzaron nuevamente. Archivo Moderna se interesó en utilizar el espacio original donde la revista se producía y montó allí una instalación que recreaba la antigua oficina de Paula: mesas de luz, cámaras analógicas, diapositivas, portadas originales y fragmentos de texto volvieron a colorear las fachadas de la casona, acompañando el ir y venir de quienes entraban con curiosidad y salían con nostalgia.

“Queríamos que quienes no conocían la revista pudieran sentir cómo se trabajaba antes: a mano, con tijeras, con negativos y olor a tinta”, cuenta María. Por eso hasta el día de hoy se puede visitar el trabajo de Archivo Moderna en el Taller, adornando cada espacio.

Así, después de décadas, Paula y el Taller están nuevamente unidos. “Hay proyectos que nacen con vocación de eternidad; Paula es uno de ellos”, reflexiona Morales. “A nosotras nos tocó otro momento histórico, pero creemos que la esencia es la misma: ser un medio que interpreta la actualidad desde una perspectiva humana y cercana. Y por eso es bonito mirar los inicios de Paula y ser testigos de la consistencia que ha tenido en todos estos años”, agrega.

Lo mismo ocurre con el Taller 1, que a pesar del paso del tiempo no ha perdido su identidad. El espacio que alguna vez vio pasar a modelos, fotógrafos, artistas, escritores y periodistas hoy vuelve a llenarse de voces. Las mesas donde se editaban páginas a mano ahora sostienen computadores; las paredes donde antes se colgaban negativos exhiben murales y nuevas muestras.

“Este espacio sigue vinculado al arte y a la cultura, como en su origen”, dice Fabián. Y ahora, además, con la revista que vio nacer evocada a través de su archivo. “Cada vez que abrimos el archivo aparece alguien con una historia: una lectora que guarda revistas de su madre, una estudiante que viene a investigar”, agrega.

No es que Paula haya vuelto al Taller, pero su historia sigue resonando allí, en cada persona que se acerca a revisarla.

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  • Este reportaje fue realizado en el marco del ramo Reportajes de la Universidad de Chile, impartido por la periodista y docente Amanda Marton.
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