MBI: "Podríamos ver inversionistas chilenos más dispuestos a vender activos y extranjeros aprovechando las oportunidades"
El socio de MBI Inversiones, Germán Guerrero, asegura que no se acabó el mundo para Chile tras la crisis social y que la solución dependerá de que la clase política sea responsable y no caiga en populismos. También comenta que los extranjeros son menos pesimistas que los locales.

Uno de los efectos que ha dejado la crisis social en el mercado financiero es que varios inversionistas, sobre todo chilenos, han liquidado parte de sus activos locales para tomar exposición en el extranjero.
En ese contexto, Germán Guerrero, socio de MBI Inversiones, cuenta que en la firma han tenido clientes que les han pedido rebalancear sus portafolios para diversificar una mayor parte de sus inversiones fuera de Chile. Pero cree que es algo que llegó para quedarse, en general, ya que el estallido encendió la alerta para muchos de que estaban demasiado concentrados en el país.
Dado lo anterior, estima que podrían darse movimientos en las propiedades de los activos, con chilenos más dispuestos a vender y extranjeros intentando aprovechar las oportunidades que se presenten.
Guerrero también hace un llamado a la clase política a ser responsable en la generación de un nuevo pacto social y no caer en populismos que puedan llevarnos por un mal camino.
¿Cómo han visto la crisis?
Lo que ha pasado en Chile hay que ponerlo dentro de un contexto tanto nacional como internacional. Primero, Chile trae un problema de crecimiento económico y, por lo tanto, de expectativas económicas de la gente desde hace varios años. Si uno mira el período 1983-2013 el país creció cerca de 5% al año, con lo cual la gente pudo haber tenido miles de problemas, pero como veían que estaban mejor que hace cinco años había una esperanza de que las cosas van mejorando.
Pero lo que ha pasado desde 2013 hasta ahora es que el crecimiento se estancó, además entró una cantidad importante de inmigrantes, que, si bien tendrá un impacto positivo en el largo plazo, en el corto plazo significa que los servicios de salud están más colapsados, hay un impacto en que no aumentan tanto los salarios, etc., lo que ha provocado que la gente, ante los problemas que tenía, ya no ve tanta esperanza de mejoramiento.
En cuanto al contexto internacional, la insatisfacción, molestia y rechazo hacia la clase política se ha manifestado en los últimos años en el mundo de distintas maneras: el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, el Brexit, protestas en Francia y Hong Kong, donde si bien los problemas son diferentes y variados tienen en común un cuestionamiento hacia la clase política tradicional.
¿Eso tiene algún efecto en la mirada del inversionista global?
Eso tiene cosas buenas y malas. Lo bueno es que los inversionistas globales ya tienen internalizadas las situaciones que rompen con los esquemas tradicionales, ya que desde Donald Trump hasta Hong Kong los inversionistas han sabido soportar y manejar este tipo de situaciones. Eso genera una oportunidad porque lo que ha pasado no será el fin del mundo para Chile, en la medida que lo que se proyecte hacia futuro sea responsable.
Ahí es donde radica la importancia de cómo se conduzca la salida a todo esto, pues si Chile toma esta situación bajo la bandera del populismo, de privilegiar revanchas políticas, la idelogía, etc., claramente se abre un camino que nos llevará en una mala dirección. Pero si los políticos se comportan responsablemente y llevan al país por un camino en el que se hagan los cambios necesarios, pero con responsabilidad, puede ser una oportunidad para Chile para reimpulsar las expectativas y el crecimiento.
¿Se puede generar un pacto social para seguir con un modelo de libre mercado, pero con mayor equidad?
Esa es la esperanza de la mayoría de los chilenos, pero insisto en que la clase política tiene mucho que decir, más allá del desprestigio que viven. Por ejemplo, es poco probable que haya una cantidad importante de personas que se haya leído la Constitución, pero para eso están los políticos. Uno elige en las elecciones o asambleas a gente que a uno le parezca responsable que lo represente y que uno supone que hará la pega. Porque si todos tendremos que estudiar la Constitución y después leer todas las leyes, tiene poco sentido.
Entonces, tenemos que confiar y delegar en representantes de distinto tipo para que ellos hagan el trabajo, donde debe pesar la responsabilidad.
¿De dónde se podría obtener el financiamiento para hacer sustentables los cambios en el tiempo?
Primero hay que ser realistas. Si uno ve Francia, que es un país rico y desarrollado, hay protestas por algunos problemas parecidos a Chile y otros diferentes, por lo que no hay una solución mágica.
Entonces, el pacto social debiera apuntar a privilegiar unos temas por sobre otros, ya que no es posible solucionar solucionar todo de una sola vez. Lo que no puede pasar es que un grupo de presión obtenga todos o la mayor cantidad de los recursos que haya en desmedro del resto. Por ejemplo, si No+TAG consigue que todas las autopistas sean gratis implicaría que no podrían hacerse mejoras sustanciales al sistema de pensiones o a la salud pública.
Después de eso hay que revisar el sistema tributario, donde si nos comparamos con los países desarrollados tenemos una baja carga tributaria, pero cuando lo hacemos con países subdesarrollados tenemos una carga más elevada. No hay mucho espacio en los impuestos a las empresas, ya que son de los más altos a nivel mundial y la tendencia a nivel internacional ha ido en la dirección de bajarlos.
Donde sí hay espacio es en las franquicias tributarias, como la revisión de la renta presunta, también el impuesto a los combustibles es bajo y debiera haber una mayor tributación en relación al impacto ambiental.
¿La fuga de capitales es algo transitorio o podría quedarse por un tiempo?
Hay que diferenciar a los inversionistas extranjeros de los chilenos. Los extranjeros están preocupados, pero no están aterrados por varias razones. Primero, dado el contexto internacional lo que está pasando en Chile no es algo único, ya que ha pasado en otros países de la región y del mundo.
De hecho, hemos visto que en el ETF de acciones chilenas que transa en Wall Street ha entrado mucha plata en las últimas semanas, donde los inversionistas extranjeros han visto oportunidades dados los bajos precios y el nivel del dólar que los favorece, considerando además que Chile siempre ha estado caro.
Además, es distinta la visión que tiene un inversionista sentado en una oficina en Singapur que se entera de las protestas a distancia a uno local que trabaja en el centro y no puede llegar a su lugar de trabajo porque el Metro tiene estaciones que no están operando porque fueron quemadas o dañadas. En ese sentido, hay buenas razones por las que el inversionista local está más preocupado e incluso asustado que el extranjero.
A ello se suma que en las últimas décadas Chile ha sido el país con más estabilidad política y democrática de la región, por lo que, sumado a otros factores, muchos inversionistas locales tienen gran parte de sus inversiones concentradas en el país. Y con el estallido se encendió una alarma de que quizá habría que replantearse esta situación, donde hemos visto que a través de la fuga de capitales varias empresas y personas de alto patrimonio han estado haciendo un rebalanceo de sus portafolios.
¿La salida de parte de los capitales chilenos podría ser compensado con mayor presencia extranjera?
Sí, absolutamente. Nosotros pensamos que como Chile históricamente no ha sido barato y como los precios han bajado a partir de la crisis, hay muchos inversionistas que antes no pudieron entrar y que ahora buscarán la oportunidad de hacerlo. Entonces podríamos ver inversionistas chilenos más dispuestos a vender activos que antes no habrían enajenado y extranjeros aprovechando las oportunidades de entrar al país a precios más convenientes.
¿Qué extranjeros podrían estar interesados?
Yo creo que las empresas europeas y estadounidenses siempre son potenciales compradores de activos, pero también hay que pensar en países que están subinvertidos en Chile y en el mundo. Uno ve la participación de las empresas chinas en el mundo es creciente, pero si se compara con otras potencias es bajo. Entonces vemos que el proceso de internacionalización de compañías chinas seguirá desarrollándose y creciendo, donde Chile será uno de los mercados que mirarán.
También es posible que otros mercados que han estado dormidos puedan activarse, como el caso de Brasil, que además cuenta con poca inversión extranjera considerando su tamaño.
¿Qué tipo de activos podrían captar mayor atención?
Siempre hay interés por los servicios públicos, como electricidad, agua, etc. Minería también es un sector que siempre interesa, pero la verdad es que con estos precios del cobre y considerando que los grandes proyectos de inversión ya se han hecho, se ve un poco difícil. O sea, seguro que habrá inversionistas, sobre todo chinos, con la intención de comprar, pero no es tan fácil que haya vendedores.
Puede que en telefonía móvil haya oportunidades, considerando que Movistar anunció que venderá casi todas sus operaciones en Latinoamérica, excepto Brasil, lo que abre espacio para que empresas chinas puedan ingresar a ese mercado.
¿Cómo ha afectado la crisis a MBI?
Nos ha afectado en que ha habido cierta fuga de fondos que administramos que en una menor parte es fuga neta, de gente que sacó esa inversión para comprar dólares y aumentar su exposición en el extranjero a través de entidades internacionales, y en mayor medida es que parte de esa fuga desde los activos chilenos se ha ido a través de nosotros mismos en activos extranjeros o en la compra de dólares. Es decir, la mayoría ha realizado un rebalanceo a través de MBI.
Dentro de los activos locales, de donde más arrancó la gente fue de acciones chilenas, lo que ex post ha sido bastante incorrecto porque han rebotado bastante.
¿Han congelado o ralentizado algunos proyectos?
En los últimos dos años hemos venido impulsando con fuerza los activos alternativos, ya sea renta inmobiliaria y deuda privada, donde ahora hemos puesto un compás de espera. Lo anterior, en gran parte, porque la gente que invierte se pone más cautelosa ante el nivel de violencia que se observó en las últimas semanas.
Al parecer ha ido bajando la intensidad en los últimos días, lo que debiera ser una señal para ser un poco más optimistas. Y acá viene la responsabilidad de la clase política, donde si la gente y los inversionistas ven que los políticos están siendo populistas e intentan ganar unos pocos votos a costa del de al lado será preocupante.
Las señales todavía son mixtas, no son claras. Y para los inversionistas las señales mixtas no sirven, pues persiste la incertidumbre y se postergan las decisiones, por lo que se necesitan señales más claras.
¿Lanzarán nuevos productos en 2020?
Dentro de la diversificación que hemos estado haciendo en los activos alternativos, a principios del próximo año lanzaremos un fondo de inversión de deuda andina con un foco principal en Perú, el que se ofrecerá a inversionistas chilenos para que financien empresas con buenas garantías en ese país. La idea es replicar lo que hemos hecho con la deuda privada chilena.
El foco es Perú porque las transacciones son en dólares, por lo que se elimina la exposición a las monedas locales que son muy volátiles. A ello se suma que tras los diversos escándalos políticos que ha tenido el vecino país, ya hay una especie de consenso de hacia dónde debieran avanzar, ya que a pesar de que han pasado presidentes de distintos bandos políticos, ha habido cierta estabilidad.
Además, el nivel de bancarización en Perú es cercano a 30%, lo que abre un gran espacio de oportunidades considerando que en Chile la cifra llega a 70%. Esto permite prestar con mejores garantías y con menor competencia.
¿Cuánto esperan levantar?
El objetivo nuestro, antes de que comenzara el estallido, era partir con US$10 millones y tener US$100 millones en 12 meses. Y si bien queremos llegar a ese monto, el plazo está en evaluación, ya que los inversionistas chilenos están cautelosos. De todos modos, somos optimistas de que en Chile debiera primar la racionalidad y que se entregarán señales más claras de cómo se conducirán los cambios, pero de forma responsable.
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