Pulso

Hermosilla & Quintanilla S.A.

Para los que no los conozcan, “Hermosilla y Quintanilla” se llamaba una sección de “De Chincol a Jote”, bautizada así por los personajes que la protagonizaban: dos simpáticos pero también oscuros funcionarios administrativos de una oficina, tinterillos preocupados siempre de las formalidades, necesarias, pero la mayor parte de las veces inútiles, que caracterizan la marcha de una empresa.

Hoy los empresarios y ejecutivos chilenos están gastando un tiempo desproporcionado en labores administrativas. Entre los cambios tributarios (los que partieron y más aún, los que se avecinan ) y los problemas de las facturas y las boletas, se están pasando horas infinitas en soporíferas reuniones revisando políticas, procedimientos, controles, mitigaciones, cuadraturas, informes, actas y todas esas palabras que huelen a burocracia inútil y abajista. Conversen con cualquiera y podrán darse cuenta. Del backoffice al centro de atención: Hermosilla y Quintanilla la llevan. Salieron del anonimato y todos quieren juntarse con ellos. Todos son un poco ellos.

Y como los recursos para estos temas crecieron exponencialmente y nadie entiende mucho, aparecen los asesores (esta vez sí son de verdad ). Tropas de abogados, auditores y expertos tributarios que suben y bajan en ascensores, que toman taxis y miran sus relojes. Cruzan raudos la ciudad y encienden sus powerpoints, en los que repiten maquinalmente diagnósticos y recomendaciones, que se cobran por hora y en UF. Por eso andan tan apurados y se ven tan contentos. Se están forrando a una velocidad supersónica.

Mientras tanto, de negocios y proyectos se habla poco y nada, porque es la hora de revisarlo todo y cuestionarse todo. Hay que dimensionar riesgos,  preparar escenarios y  jugar a la defensiva.

Lo que describo es una observación empírica, no un teorema de libro. Es lo que dice la calle.   Obviamente es un proceso de costos enormes. Es el peso de la incertidumbre que se ha instalado como una larga sombra. En parte, la explicación (parcial, sin lugar a dudas) del bajo dinamismo de nuestra economía.

Es por eso que es la hora de dar certezas. Es por eso que, por ejemplo, se hace tan necesario simplificar la Reforma Tributaria. Cuando entre en pleno vigor la dualidad de sistemas, el 2017,  Hermosilla y Quintanilla se harán millonarios, porque serán muy pocos los capaces de navegar en el intrincado engendro en que terminó la Reforma.

Como todas las cosas, el ciclo de auge de la burocracia pasará. Volverán, más temprano que tarde, los tiempos de los sueños y  aventuras que acompañan los nuevos proyectos. Y la energía que hace brillar los ojos de quienes los impulsan. Y olvidaremos todas estas reuniones y todas estas palabras de mangas negras, con olor a archivador y a timbre de goma.

*El autor es panelista de Información Privilegiada, de Radio Duna.

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