Revista Que Pasa

Cadena de canciones

"Puro Chile" —elprograma de TVNcuya segunda temporada ya se confirmó— no ha sido una rareza en la pauta de un canal de televisión, sino el síntoma de una escena creativa, sana y conectada con su historia.

Quizás sólo los mayores de cincuenta años de edad descubrían la clave emotiva escondida en cada cierre de Puro Chile, el programa de TVN que hace una semana concluyó su primera temporada luego de nueve capítulos y más de cuarenta invitados. La improvisación libre en torno a "Charagua" emitida al final de cada episodio era un lazo con una de las más bellas melodías emitidas alguna vez como cortina televisiva: fue compuesta en 1970 por Víctor Jara y entregada a la señal de Televisión Nacional de entonces como uno de los acompañamientos musicales para la animación de un perro antropomórfico (conocido como "Tevito") creado por el dibujante Carlos Gónzalez. El tema se hizo conocido en interpretación de Inti-Illimani (el grupo lo incluyó en su disco Autores chilenos, de 1971), y marcó un curioso criterio estético luego del golpe de Estado. En el reporteo para mi libro Canción valiente, el fallecido productor Camilo Fernández recordó que días después del bombardeo a La Moneda, el coronel Pedro Ewing le comentó que "'Charagua' hacía que el gobierno de Allende se asociara a la música nortina".

En ese cierre de programa se contenían, por lo tanto, el tributo al gran mártir de la Nueva Canción Chilena pero también un lazo con la historia del canal que acogía, cuatro décadas más tarde, a una nueva generación de músicos dispuesta a entenderse como parte de una cadena histórica. Era una clave también abierta en el espacio de versiones (o covers) de cada edición: Francisca Valenzuela cantando a La Sociedad, Jiminelson a Illapu y Américo a Jorge González (en un funk irresistible del ariqueño) parecían de pronto opciones por completo naturales en una pauta que bajo el desfile de un repertorio (en su mayoría) fresco buscaba en realidad llamar la atención sobre un flujo de música chilena que hoy resulta imparable pese al franco desdén que le prodiga la televisión abierta local, ocupada en el último tiempo en concursos de talentos repletos de extranjerismos y que ha relegado al cable programas de minuciosa factura (en 2015, por ejemplo, 13-Cable emitió once series sobre música chilena, incluyendo las estupendas "Si suena se toca" y "Sesión Nueva York"). Son músicos que avanzan conectados los unos a los otros. La elección de Electrodomésticos y Matorral al saludar respectivamente a los grupos Frutos del País y Amerindios —dos vitales bandas del explorativo rock chileno de los años 70— es elocuente de que en nuestro país la relevancia nunca ha tenido mucho que ver con la exposición, al menos en cuanto a un cancionero local que ha ido creciendo gracias a la escucha de culto, durante algunos casos en clandestinidad, y que hoy se apoya en soportes personalizados, sin interferencia de intermediarios. Puro Chile no puede ser visto como una rareza en la pauta de un medio, sino como el síntoma de una escena creativa sana, segura para afirmarse ante una gran audiencia y a la vez clara en sus señas de identidad distintiva. En esa lógica, es natural que TVN haya confirmado ya una segunda temporada, tal como lo será alguna vez que a un músico chileno se le pague por ir a tocar a un set y que a las estrellas de reality deje de llamárseles "artistas" sólo porque entonaron la enésima balada de su mala suerte en el amor.

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