Nobel de la Paz a María Corina Machado
SEÑOR DIRECTOR:
El reconocimiento del Comité Noruego de entregar el Nobel de la Paz a María Corina Machado reivindica la libertad como valor político fundamental en tiempo en que la opresión –como lo advertía hace un tiempo Zygmunt Bauman– busca vestirse con ropajes de estabilidad. En base a lo que insinúa el propio comité, Corina Machado encarna la persistencia moral frente al poder, algo que para algunos filósofos políticos (Arendt) constituye el núcleo fundamental de la acción política: actuar cuando las condiciones son o parecen imposibles.
Resulta bastante evidente que la política latinoamericana, y hasta cierto punto la política mundial, se ha visto envuelta en el desencanto, la polarización y la afectividad nociva. En este contexto, la imagen de Machado es importante no sólo porque trasciende a la contingencia venezolana, sino porque es una muestra del intento de recuperación de un espacio público que ha sido expropiado por el miedo. Y una manera de insuflar carnalmente –por así decir– la experiencia de libertad, no tanto como una abstracción asociada a discusiones teóricas en journals y papers, sino como experiencia compartida de dignidad. Algo, que, en último término, permite reabrir la pregunta de cuál es el lugar de la ética en la política. Quizás, en esa pregunta, reside el verdadero valor de su figura.
Guido Larson Bosco
Facultad de Gobierno
Universidad del Desarrollo
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