Seguridad escolar, no solo mirar el síntoma

SEÑOR DIRECTOR:
Se han manifestado con fuerza graves incidentes al interior de establecimientos escolares, lo que hace evidente la necesidad de respuestas rápidas. Sin embargo, la evidencia más sólida de las ciencias de la prevención social señala que las conductas antisociales tienen en su base causas más allá del entorno del colegio. Cuando la familia y la comunidad normalizan la violencia y la validan -como forma de resolver sus conflictos-, el efecto se desplaza dentro del aula.
La narcocultura y balaceras en espacios recreativos son expresiones de la violencia que se instala y anestesia el entorno comunitario, como una muestra de dominio, más aún, cuando la reacción del Estado es débil, pasiva o derechamente ausente.
La necesidad de instalar dispositivos de seguridad o incrementar la vigilancia en los colegios responde a una legítima necesidad de control. Pero no se trata solo de blindar los accesos; debemos blindar los entornos afectivos y abordar los factores que subyacen a los comportamientos de riesgo. La realidad de un barrio en exclusión social -dominado por el crimen organizado- es muy distinta a otra, en especial cuando las bandas ya actúan al interior de sus patios, por lo que el uso de dispositivos de control puede ser necesario, pero debe responder a un plan de prevención social territorial, dado que su efecto puede ser más coherente con una política integral de convivencia escolar.
Si queremos transformar los entornos escolares en espacios verdaderamente protectores, debemos invertir primero en lo que la evidencia ha demostrado que funciona: programas preventivos que actúan en la raíz del problema. Modelos con foco en la familia como PMTO (Parent Management Training - Oregon) han demostrado eficacia en la mejora del manejo parental. Familias Unidas, por su parte, fortalece la comunicación y supervisión parental en contextos de alto riesgo social. En el ámbito escolar, programas como ICPS (I Can Problem Solve) desarrollan habilidades socioemocionales claves para el autocontrol, la empatía y la resolución pacífica de conflictos. Y a nivel comunitario, Comunidades que se Cuidan, permite intervenir en factores de riesgo y protección de manera territorial y participativa. Fortalecer la familia, recuperar el rol formador de la escuela y fortalecer la cohesión de la comunidad es la principal arquitectura de seguridad que necesitamos. La escuela segura no es la que instala más controles, sino la que instala más confianza.
Marcelo Sánchez
Gerente general de Fundación San Carlos de Maipo
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