Filippo Scotti: quién es el hallazgo actoral de Fue la Mano de Dios

Había trabajado en teatro y participado en una serie italiana de Netflix, pero su nombre era desconocido para la mayor parte del mundo. Con el estreno de la elogiada película de Paolo Sorrentino y su premio en el Festival de Venecia, el intérprete de 22 años apareció en el radar para instalarse entre los talentos más promisorios del momento. Vulnerable y apasionado, su despliegue en pantalla le augura un gran futuro, aunque se toma con calma las comparaciones. “Soy una persona diferente y no soy tan bueno como Timothée Chalamet”, ha dicho.


Dos figuras en miniatura, una de la reina Isabel ll y otra del papa Francisco, aparecieron como los inesperados personajes principales del que fue su primer trabajo filmado en pandemia. Parte de una apuesta juguetona y sutilmente ácida, el italiano Paolo Sorrentino juntó a la monarca de Gran Bretaña y al líder de la Iglesia Católica en Voyage au bout de la nuit (Viaje al fin de la noche), uno de los mejores cortometrajes de Homemade, la colección de películas breves de Netflix y Fábula que llegó a la plataforma en junio de 2020.

Por entonces el realizador ya sabía quién sería el siguiente protagonista de carne y hueso al que dirigiría. Titulada originalmente È stata la mano di Dio (Fue la mano de Dios), su nueva cinta lo había impulsado a una extensa búsqueda para encontrar al actor adecuado para ponerse en la piel de Fabietto, el inseguro adolescente que está rodeado de una extensa y ruidosa familia en Nápoles en los años 80.

Foto: Gianni Fiorito.

Un proyecto al que primero había llegado tras finalmente resolver que concretaría la idea de realizar una película construida a partir de elementos autobiográficos, luego de resistirse a la posibilidad debido al dolor que implicaba volver a examinar su historia personal, marcada por la tragedia que implicó la muerte de sus padres a temprana edad.

Toni Servillo, el socio de Sorrentino en filmes como La gran belleza (2013) y Loro (2018), interpretaría al papá del protagonista y patriarca del clan Schisa. Tras un extenso proceso de casting, escogió a quién le pareció que mejor lo representaba en su juventud. “Él me recordaba a mí mismo a esa edad: era tímido y no se sentía cómodo con el resto del mundo”, ha definido el director sobre Filippo Scotti, su candidato para encarnar a una versión ficticia de sí mismo.

Nacido en diciembre de 1999 en Gravedona, al norte de Italia, el joven acumulaba experiencia en teatro y en la serie de fantasía de Netflix Luna Nera (2020). Ya había tenido un primer contacto con el cine de su compatriota cuando en compañía de sus padres vio en el cine La gran belleza. Tenía 13 años y quedó maravillado.

Lo que vino durante el proceso de Fue la mano de Dios fue abrirse paso sin tener nociones demasiado claras respecto al tamaño del personaje y las características reales de la cinta. Desconocía que el rol estaría presente a lo largo de toda la historia –imaginaba que estaría circunscrito sólo a un fragmento– y no estaba al tanto de qué persona era la que inspiraba la película.

Foto: Gianni Fiorito.

Ese alguien, se enteraría más tarde, era Sorrentino, a quien conoció personalmente recién en la tercera etapa de casting. En ese encuentro le pidió que realizara una escena pero sin facilitarle ningún texto, algo clave para conocer tanto las líneas de diálogo como el énfasis de la actuación. Scotti debía interpretar el momento en que el personaje se entera del trágico accidente de sus padres, y parece haber salido airoso. El director lo eligió y luego tuvo meses para profundizar en el armado del personaje, debido a la demora del rodaje que causó la pandemia.

Napolitano desde los seis años, no bebe café y no es un gran fanático del fútbol. No conocía en detalle la historia del gol con la mano de Diego Maradona a Inglaterra en el Mundial de México 1986, ni tampoco el glorioso paso del argentino por la ciudad entre 1984 y 1992, inspiración crucial para el realizador italiano en el largometraje más personal de su carrera.

En torno a todo eso se curtió a la espera de comenzar las filmaciones, en agosto de 2020. Mientras aguardaba por ese instante, también tuvo la oportunidad de sumergirse en su papel gracias a que sus padres se fueron de vacaciones y lo dejaron solo al cuidado de la casa durante algunas semanas, acercándolo a la realidad de Fabietto. El actor, además, aprovechó de escuchar las bandas que Sorrentino amaba en su juventud –Talking Heads, U2 y The Cure–, sumando otra capa antes de llegar al set.

Vulnerable, apasionado, introvertido, su despliegue en pantalla ha conquistado a quienes han visto Fue la mano de Dios. Es la brújula emocional del filme y eso se sostiene incluso si el cineasta colma la pantalla de personajes más histriónicos y peculiares. El jurado del Festival de Venecia reconoció en septiembre su labor, galardonándolo con el premio Marcello Mastroianni, que distingue a actores emergentes y que previamente han obtenido Gael García Bernal, Diego Luna y Jennifer Lawrence.

Foto: Gianni Fiorito.

Desde entonces ha conocido a estrellas como Leonardo Di Caprio y también han aparecido las comparaciones. “Soy una persona diferente y no soy tan bueno como Timothée Chalamet”, dijo el intérprete ante las referencias con el actor de Dune y Llámame por tu nombre.

Aunque es muy joven, tiene pasta de gran estrella y una asombrosa claridad respecto a su oficio. “Algo interesante es que todo el mundo tiene un método. No existe el método correcto para trabajar: un actor usará un método para actuar y otro tiene otro de otro tipo”.

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