Culto

Michael Mauney y sus imágenes inéditas de 1971: “Chile era un tema hermoso para fotografiar”

Enviado por revista Life, el fotógrafo estadounidense visitó el país para retratar el Chile de Salvador Allende, el primer presidente marxista democráticamente elegido. Tras ello, Mauney conservó 500 fotografías inéditas en color, que el año pasado donó a la Biblioteca Nacional. Un libro cuidadosamente editado recoge la mayor parte de esas imágenes que retratan un país amable, colorido y luminoso.

Salvador Allende, Chile, 1971. Fotografía de Michael Mauney. Michael Mauney

El taxi lo dejó en el Hotel Carrera, a unos pasos de La Moneda. Era marzo de 1971 y Michael Mauney, joven fotógrafo de la revista Life, llegó a Santiago con un encargo especial: retratar el Chile de Salvador Allende, el primer presidente marxista democráticamente elegido en el mundo.

El país vivía días de agitación política: murales y propaganda callejera cubrían las paredes de la ciudad. Pero lo que más sorprendió a Mauney era la tranquilidad que se respiraba. La gente solía detenerse a leer el diario, tomar café o lustrarse los zapatos; las personas a veces se sentaban en los bancos de las plazas a conversar. Ese ánimo y la amabilidad que encontró entre los chilenos hicieron sentir muy a gusto a Mauney, aun cuando no hablaba español.

El ritmo de Santiago era relajado y la gente era muy amigable. Me levantaba temprano, salía del hotel y tomaba café con la gente que iba camino al trabajo. Parecía que la ciudad simplemente seguía su curso, y todo lo que yo tenía que hacer era tomar fotos de eso. No tenía que dirigir a nadie, solo observar. Y justamente lo que me gustaba como fotógrafo era observar a las personas, tomarme mi tiempo y fotografiar lo que veía. Y eso hice en Chile. Fue perfecto para mí —recuerda a través de Zoom.

Michael Mauney

Nacido en 1937, Michael Mauney tiene hoy 88 años y vive en Carolina del Norte. En 1971 visitó Chile acompañado del periodista Peter Young, excorresponsal de Life en Moscú. La revista era entonces un ícono del fotoperiodismo mundial y uno de los medios más influyentes en Estados Unidos. Su tarea era entrevistarse con Allende y tomar el pulso de la transformación que vivía el país.

—En Estados Unidos gobernaba la administración Nixon y todos estaban preocupados de que la Cuba de Castro se extendiera por Sudamérica. Pero Life realmente no era una revista política; era una revista general: cubría entretenimiento, deportes, política, vida cotidiana. Era muy amplia. La mayoría de mis historias no eran políticas, eran sobre personas —recuerda Mauney.

Michael Mauney

Entre marzo y abril de ese año cubrió actividades públicas y privadas de Salvador Allende. Estuvo en la histórica visita a Temuco, donde retrató rostros de campesinos e indígenas. Visitó La Moneda y recorrió sus pasillos; estuvo en Viña del Mar, en la residencia de Cerro Castillo, y compartió una tarde distendida con el Presidente en la casa de Tomás Moro. Además, reportó la elección de alcaldes y regidores, que significó un triunfo para la Unidad Popular.

Michael Mauney

También capturó la vida en las calles: cafés, quioscos tapizados de diarios y revistas, micros desvencijadas y coloridas con pasajeros en la pisadera, vendedores callejeros, obreros, familias y niños en poblaciones callampas.

El reportaje de Life se publicó en mayo de 1971 con el título “Allende: un tipo especial de marxista”. Tras ello, Mauney conservó el material en sus archivos: cerca de 500 diapositivas inéditas que guardó durante décadas. En 2023, con motivo de los 50 años del Golpe de Estado, decidió donarlas a la Biblioteca Nacional.

Digitalizadas con fondos de la Unesco, gran parte de esas imágenes se recogen ahora en el libro Chile, 1971. Los primeros días de Allende, editado por Felipe Valenzuela y Luis Emilio Briceño, gestores de la donación. Publicado por Penguin Random House, el volumen reúne 262 fotografías en color, impresas en alta calidad y en edición de tapas duras.

Cuidadosamente diseñado y editado, el libro ofrece un valor único: mostrar en color una época que hasta ahora se había retratado casi exclusivamente en blanco y negro.

—Me encanta el libro, es hermoso. Parte del mérito es del fotógrafo y parte del tema mismo: Chile era un tema hermoso para fotografiar —dice Michael Mauney.

La provincia

En 2023, el periodista Felipe Valenzuela, amigo y asesor del Presidente Gabriel Boric, dio con un par de fotos de Mauney en la web. Entonces contactó directamente al fotógrafo para saber si tenía más material. Mauney envió algunas imágenes escaneadas.

—Nos mandó las fotos de Allende en el pasillo de los bustos de los presidentes. Es una secuencia increíble —recuerda Luis Briceño, socio de Valenzuela en este proyecto.

Salvador Allende, Chile, 1971. Fotografía de Michael Mauney. Michael Mauney

La donación se concretó el año pasado. Luego comenzó el trabajo en el libro.

—Son fotos de altísima calidad. Seleccionamos 260; solo dejamos fuera las repetidas, lo que indica que el material es muy bueno —subraya Briceño.

Autor de un documental sobre la Nueva Canción Chilena, Briceño destaca el ánimo que transmiten las imágenes, distantes de la confrontación y la violencia con que suele recordarse esa época.

—En las fotos de Mauney se ve lo contrario: un mundo contento, a color, que refleja el primer verano de la Unidad Popular. Había esperanza; en las elecciones municipales de abril la UP ganó con el 50%. Y todo eso se refleja en las imágenes.

Chile, 1971. Fotografía de Michael Mauney. Michael Mauney

Uno de los epígrafes del libro cita a Régis Debray: “Quien no ha conocido el verano austral en Chile ese primer año de la Unidad Popular, no ha conocido la dulzura de vivir”.

—Lo que me gusta es que Michael Mauney era un fotógrafo estadounidense de Life, no un órgano del comunismo internacional. Su mirada era sin filtros ideológicos; vino a reportear y se encontró con este Chile, que tiene la dulzura un poco de la provincia.

Santiago desde el cerro San Cristóbal, la Plaza de la Constitución vista desde los pisos superiores del Hotel Carrera, los cerros de Valparaíso y el atardecer en una población donde ondean las sábanas blancas y limpias. Esas imágenes se alternan con retratos en primer plano: mujeres, niños, familias.

—Las fotos permiten recordar que, más allá del dolor y la tragedia posterior, hubo un momento de alegría. Michael Mauney nos regaló un tesoro: ponerles color a nuestros recuerdos, un Chile vivo, humano y lleno de esperanza.

El pueblo

Graduado en la Northwestern University de Evanston, Illinois, Mauney trabajó en The Charlotte Observer antes de integrarse a Life. En las fotos que tomó en Chile se percibe una ciudad pequeña, aunque él no lo recuerda así.

—Al fotografiar desde el cerro San Cristóbal y Santa Lucía, me dio la impresión de una gran ciudad metropolitana, aunque la mayor parte del tiempo la pasé en el área alrededor de La Moneda, un lugar cómodo e interesante para tomar fotografías. A pesar del ajetreo de las calles, la gente parecía tomarse su tiempo, permanecía en los parques, usualmente ignorándome.

Pero se movió del centro para visitar las poblaciones: “Recuerdo que los niños y las familias de los barrios pobres —¿las poblaciones callampas?— eran amables y acogedores con un extraño fotógrafo gringo".

La entrevista con Allende demoró varios días en concretarse. Mientras tanto, Mauney recorrió y fotografió sin apuro: “Tras unos días me quedó claro que el pueblo chileno era una parte esencial de esa historia”, dice.

Al mandatario lo vio, primero, en actos públicos; luego, en su oficina y en los pasillos de La Moneda, y finalmente en la privacidad de su casa. Y guarda un buen recuerdo:

Salvador Allende vestía muy bien, siempre impecable, y tenía una actitud presidencial. Creo que eso me influyó; era un hombre al que debía respetar. Pero no me imponía restricciones. Me ignoraba y me dejaba hacer mi trabajo mientras él hacía el suyo. Es una buena manera de decirlo: estaba tan ocupado que no se preocupaba por mí. Me cayó bien desde el primer momento.

Salvador Allende en Temuco, Chile, 1971. Fotografía de Michael Mauney. Michael Mauney

En Tomás Moro lo retrató leyendo el diario, tomando té y jugando con sus perros, vestido de guayabera blanca. “La residencia oficial era hermosa, el jardín también. No era un palacio ni lujosa: simplemente un hogar. Sentí que era un lugar en el que me gustaría vivir”, recuerda.

Aunque su primer amor era la fotografía en blanco y negro, Life le pidió fotos en color de Chile.

—Creo que Chile fue un buen encargo para trabajar en color: los edificios, los murales, la ciudad misma y la gente, especialmente fuera de Santiago, vestida de manera muy colorida. Me sorprendió sentirme cómodo trabajando en color, y fue una buena impresión para mí.

El arte político callejero lo impresionó: “Recuerdo una foto de un puño y una hoz y martillo. No había visto ese tipo de arte en Estados Unidos. No fue hasta mi regreso en 2024 que supe cuánto preocupaba al gobierno de Pinochet esta audaz resistencia artística”, dice.

Uno de los lugares que más atesora es Temuco, donde Allende realizó un acto masivo por la reforma agraria, junto a la comunidad mapuche y campesina.

—Allende dio un largo discurso en la plaza del pueblo, lo que me dio mucho tiempo para moverme entre la multitud, subir a los edificios y tomar fotos generales y acercamientos de rostros. Estas fotos son algunas de mis favoritas de todo mi tiempo en Chile. Me encantaba fotografiar los grandes carteles y pancartas, muchas veces hechos a mano, que la gente llevaba en Temuco, Santiago y otros lugares.

¿Qué sintió al enterarse del bombardeo a La Moneda y la muerte de Allende?

—Cuando supe en 1973 del golpe militar y de su muerte, no tenía pruebas de que el gobierno de Estados Unidos hubiera tenido participación, pero pensé que sí. Había tomado algunas de mis mejores fotos de Allende en un salón de La Moneda, el mismo donde murió. En 2024 fue impactante caminar por esos pasillos reconstruidos y ver pinturas a tamaño real de Allende, así como recordar que su 11 de septiembre es también el nuestro en América.

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