Muere el prolífico compositor Gustavo Becerra-Schmidt

<P>Fallecido ayer en Alemania, el músico deja tras de sí más de un centenar de obras y una mirada que vio en la creación una senda ecléctica, con cabida a un sinnúmero de géneros. Formó a músicos como Luis Advis, Cirilo Vila y Horacio Salinas.</P>




Cuando hace ocho años Gustavo Becerra-Schmidt remitió a nuestro país un texto sobre su Sinfonía Nº°1, dejó claro, más allá de la pieza, su pensamiento en torno a la difusión creadora: éste estaba estructurado "con más carácter histórico y anecdótico que analítico", ya que "así entrará mejor en el medio radioescucha de Chile y, tal vez, de cualquier país. Los análisis, cuando no está la obra a la vista, se pierden", aseguró.

Becerra-Schmidt falleció ayer, en Oldenburg, Alemania, a los 84 años, donde residía desde que en 1973 fue exonerado de la Universidad de Chile -donde estudió y se desempeñó como académico- y como diplomático. Un lugar que lo vio continuar en su imparable labor educativa y creadora, acrecentando su fama como uno de los autores chilenos más prolíficos, eclécticos y reconocidos a nivel mundial, cuya extensa producción ha formado parte de los programas europeos y latinoamericanos.

Oriundo de Temuco, recibió el Premio Nacional de Arte mención música en 1971, cuando sólo tenía 46 años, debido a su inagotable espíritu creador, dedicación formadora y, sobre todo, por sus aportes a la investigación musical. Un nombre que para muchos es imposible de olvidar, ya que se convirtió en maestro de maestros: Luis Advis, Cirilo Vila, Fernando García, Carlos Botto, Sergio Ortega y Gabriel Brncic fueron sólo algunos de sus discípulos. También hubo otros, ligados a la música popular, como Horacio Salinas, director musical de Inti-Illimani Histórico. "Recuerdo a un ser muy cálido y, cuando empecé a estudiar composición y guitarra clásica, lo que tengo más grabado es que él se encargó de abrir el Conservatorio hacia el fenómeno de la nueva canción chilena. Era una persona muy pujante, que en el plano de la música académica fue uno de los compositores que deja un legado más sobresaliente", indicó Salinas al conocer la noticia de su muerte.

Con más de un centenar de obras que fluctuaron por diversos estilos (neoclásico, dodecafónico, aleatorio, electroacústico), terminando por conformar una fusión con todo, tuvo además una visión humanista que plasmó en un sinfín de escritos, buscando siempre comprometerse con el presente. Una postura que le permitió ser multidisciplinario y hacer el cruce con otros géneros. De allí, su colaboración en importantes documentales chilenos, con el cine, el teatro y con grupos como Quilapayún (Américas y la cantata Allende). Vale decir, una vida creativa que lo convirtió, como escribió el musicólogo Luis Merino, en una de las conciencias musicales más lúcidas y fecundas del Cono Sur. "En lo personal tengo una relación de gratitud con él", comenta Merino. "A él le debo todo lo que se refiere a mi formación. Gustavo era un visionario. Abarcó todos los géneros importantes y antes de los 40 años había escrito siete cuartetos de cuerda. Uno de ellos, el quinto°, cuando se presentó en EEUU fue calificado como 'la obra de un genio'".

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