Frío saludo de Boric a Milei
Con esta actitud el Mandatario vuelve a demostrar las dificultades que ha tenido a lo largo de toda su administración para separar la conducción de las relaciones internacionales de sus propias preferencias personales.

El frío saludo del Presidente Gabriel Boric hacia el Mandatario de Argentina, Javier Milei -en el marco de la ceremonia de asunción del nuevo jefe de Estado de Bolivia- fue un hecho que no pasó inadvertido, en especial porque fue evidente que, a diferencia de otros mandatarios presentes que se pusieron de pie para saludar a Milei, Boric optó por extender la mano desde su asiento, dejando a la vista la incomodidad que le genera Milei y el escaso interés por intentar recomponer la relación personal entre ambos.
El episodio tuvo ciertamente eco en la prensa argentina, pero también en Chile; fue desde luego un tema que se le planteó a la candidata del oficialismo, Jeannette Jara, en el debate de Anatel del lunes pasado. Buscando marcar una diferencia de estilo con el Mandatario, Jara señaló que “yo lo habría saludado de pie, evidentemente”. Sectores de oposición criticaron duramente el gesto de Boric, el cual fue defendido por la vocera de gobierno, quien planteó que “todos vieron que los presidentes se saludaron, y eso es lo importante”, agregando que estos cuestionamientos son maneras de criticar las giras internacionales del Presidente por cosas que son “más bien superfluas”.
Lo cierto es que este frío saludo dista de ser algo superfluo, porque de hecho trasunta un aspecto de fondo, cual es la incapacidad del Mandatario para separar la conducción de las relaciones internacionales de sus propias preferencias personales o caprichos. Los ejemplos de esto abundan, pero desde luego resulta preocupante que no se busquen profundizar los vínculos con el gobierno argentino.
La relación entre Boric y Milei ha sido distante en todo momento. El único encuentro personal que habían tenido fue para la asunción del Presidente argentino, y desde entonces no se han registrado otros encuentros bilaterales -al menos significativos- y las comunicaciones entre ambos han sido aparentemente mínimas. Por supuesto que en ello tampoco ha contribuido el propio Presidente Milei, quien ha sido un duro crítico de Boric, tratándolo -entre otros adjetivos- de “empobrecedor”. El Mandatario chileno, por su parte, también ha criticado a Milei en distintas oportunidades. Estos desencuentros han tenido repercusiones concretas, tal como ocurrió con la conmemoración de los 40 años del Tratado de Paz y Amistad en Roma, donde Argentina no envió a su canciller, a diferencia de Chile.
No cabe duda de que ambos mandatarios no han puesto de su parte para reforzar los vínculos entre ambos gobiernos ni profundizar la relación entre estados. En estas mismas páginas se criticó a Milei con ocasión de su primera visita a Chile, pues si bien asistió a una ceremonia de una empresa privada no hizo ningún esfuerzo para concretar una visita a La Moneda y reunirse con el Presidente Boric, una actitud de indiferencia que, además de implicar un desaire hacia el Mandatario, implicó un agravio a Chile, porque allí debieron prevalecer consideraciones de Estado antes que cuestiones de orden personal.
El Presidente dejó pasar en La Paz una oportunidad para demostrar que las relaciones entre estados deben prevalecer por sobre las consideraciones personales. Con todo, esta actitud del Mandatario no es la línea que ha seguido la Cancillería, que en todo momento ha buscado mantener buenas relaciones con su par trasandino, pero resulta evidente que este tipo de manifestaciones no ayudan a la relación bilateral y complican el elicado manejo de la política exterior.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
2.
3.


















