Ya no siento nada
22 JULIO
A veces la música ajusta ritmo y arreglos que combinen con la temporada. En las actuales circunstancias de confusión e incertidumbre extremas, lo que se escucha tiene pulso agitado y estela densa (como la inflación). Lo llaman “el pop de la resaca triste”, hecho por y para una generación joven que se debate entre la ansiedad por devorarse el sobrestímulo digital que sólo detienen durmiendo, la rigidez de un debate de alardes moralizantes e identitarios, y al fin la desazón ante una época en la que saliendo de un golpe te espera otro. Y otro más.
Columna de Marisol García: Triste y caliente
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