Buenos vecinos
La joven pareja que es dueña de esta casa tuvo la oportunidad de apreciar el trabajo de Catalina Figueroa en el mismísimo hogar de la decoradora. Fue la mejor demostración de su toque y certeza de lo que querían en sus espacios.


Uno de los proyectos que más tiempo demandaron a la decoradora Catalina Figueroa el año pasado llegó a sus manos por ser una buena vecina. Cuando vio a una pareja joven instalarse en una casa cercana, se acercó a darles la bienvenida al barrio. Ellos -ella, canadiense; él, chileno- aceptaron con gusto tomar algo en la casa de Catalina. Mientras el espumante bajaba en las copas, la pareja alabó el buen gusto de la decoración y le pidió hacerse cargo de su nueva casa.
En principio ella se encargaría del living, comedor, salita, terraza y dormitorio principal, pero finalmente también trabajó en el resto de los espacios. En los dos pisos habilitados de esta casa de ladrillo no pidieron transformaciones más drásticas que colores y una decoración nueva, pero -por su parte- ellos convirtieron el tercero, una especie de buhardilla, en una pieza de alojados: siendo ella extranjera, recibe visitas frecuentes de su familia desde Canadá, y para él, proveniente de Concepción, también era una necesidad importante.

Catalina recibió mucha libertad y toda la confianza de esta pareja, que había comprado la casa a otra de una composición similar, una extranjera y un chileno. La dueña anterior ya había remodelado y dejado bien ‘gringa’ la cocina; esa fue una de las razones que pesaron para ellos al momento de comprarla. Muy moderna, con cubiertas de granito y dos hornos, es el espacio que más usa la dueña actual, a quien le gusta mucho cocinar e invitar gente. Todas las decisiones se tomaron en conjunto, entre decoradora y habitantes; eso fue clave para que el resultado dejara contentos a todos: “A partir de lo que conversamos y lo que les gustó de mi casa, traté de mezclar algunos muebles más de estilo con géneros y tapices más modernos y adornos más contemporáneos. Por ejemplo, puse un apliqué de lágrimas entre dos láminas de espejo con marco dorado, o un sillón de estilo con dos sofás Matta, que son bien tradicionales, pero con una seda rústica, buscando ese equilibrio entre antiguo y moderno”.
Ellos no querían minimalismo, y eso explica la abundancia de adornos en las mesas laterales, cuadros y plantas; más espejos en la chimenea e intervenciones con textiles en varios muros.
Junto a las gigantografías que ella misma diseña y los papeles murales, cubrir con telas algunos muros es uno de los recursos favoritos de la decoradora (cfbcata@gmail.com).
La siguiente vez que descorcharon una botella fue para celebrar. Todos quedaron felices.

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