Verde, mucha agua, piscinas, cosas plásticas, cómodas y divertidas para llevar de paseo o simplemente entretener, pero sin el susto de romper; son todos temas que nos hablan de verano, porque aunque el tiempo ha estado un poco raro, es un hecho que la primavera está dando paso al verano y cada día tenemos más ganas de estar afuera.

Este número gira casi en su totalidad en torno a esa sensación, la de calor, relajo y pasarlo bien, por eso elegimos dos casas en que la naturaleza juega un rol fundamental, suma a la arquitectura y transforma algo bueno, como son los espacios habitados, en algo único. La primera, una casa que se posó de manera estratégica en medio de un bosque ya maduro, respetando al máximo los árboles existentes y aprovechando las sombras, recorridos y espacios que se generan naturalmente entre lo construido y lo propio del lugar. La segunda, un departamento mágico, porque sorprende con su tamaño, confunde en su relación con el barrio; en una esquina muy concurrida de Providencia, pero con pájaros y un silencio que uno jamás creería posible encontrar ahí y que deja pensando, porque no existen muchos sitios así, bien pensados, donde se aprovechó la arquitectura residual generada por un grupo de locales comerciales.

Otro lugar pensado para disfrutar de la naturaleza en un 100% es el Puma Lodge de Hoteles Noi; diseñado como un centro de heliski, todo está ideado para pasarlo bien, con la naturaleza como telón de fondo.

Y es que al vivir en una ciudad caótica, demasiado extendida y que a veces sentimos tan poco amable, tener un cable a tierra con la naturaleza ayuda, nos da tiempos y estaciones que se suceden, algo que en el día a día olvidamos fácilmente.