El sabor de Chile
No solo su fresco sabor con aroma a rosa mosqueta, o el hecho de que las parras crecieron espontáneamente y se cosecharon a cinco metros de altura; la calidad del diseño de su etiqueta también hace del vino País Salvaje de Viña Bouchon, una innovadora propuesta.
La uva país, o cepa país, durante mucho tiempo estuvo poco considerada para hacer vino debido a la llegada de cepas extranjeras que la desplazaron en el siglo XIX, sin embargo por ser una cepa tinta extremadamente sabrosa, y porque representa nuestras raíces chilenas, hoy vuelve en gloria y majestad y ya son varias las viñas que están comenzado a producir con ella. Existen espumantes y también vinos como País Salvaje, recién lanzado por la Viña Bouchon. Se trata de un vino hecho con uva país proveniente de parras salvajes que crecieron de forma espontánea entre la flora silvestre del fundo Mingre de Viña Bouchon, en el secano costero del Maule. Sus uvas se dieron entre mosquetas, peumos y quillayes, y fueron vinificándose en forma natural, sin intervenciones ni podas. “Es difícil pensar en un vino más sustentable que País Salvaje, en el que nunca intervino la mano del hombre, comenzando por parras que nadie plantó y que crecieron libremente en las quebradas colindantes a los viñedos”, explica Juan José Bouchon. Para la cosecha, que se realizó la última semana de abril, se usaron escaleras de cinco metros de alto, ya que los racimos se recogen en altura.
Considerando las características especiales de este vino es que Viña Bouchon invitó a un concurso a diseñadores y estudiantes a crear la etiqueta de este singular vino. Se recibieron 250 propuestas que debían ser “piezas gráficas que reflejasen el espíritu del vino País Salvaje; naturalidad y libertad”, explica Luis Piano, destacado diseñador de etiquetas, que formó parte del jurado junto al periodista Patricio Tapia; el director de Chile Diseño, Roberto Concha; Carlos Agurto, gerente comercial de Ártica, además de un representante de la Viña Bouchon.
El ganador fue el diseñador Francisco Behm, en la categoría profesional, con una propuesta que ilustra a un hombre cosechando las uvas silvestres sobre una escalera. “La naturalidad y libertad expresadas gráficamente con tipografías hand-made, la incorporación de la escalera, elemento muy atractivo ya que es inusual en una vendimia, son códigos visuales de gran pregnancia, o sea, llaman mucho la atención por su simplicidad y equilibrio”, explica Luis Piano, agregando que la calidad de las propuestas fue de muy buen nivel, algunas muy potentes visualmente y otras con exquisita sencillez.
Los otros ganadores de la categoría profesionales fueron Andrea Dietrich de los Ríos, quien obtuvo el segundo lugar, mientras que la mención honrosa recayó en el diseño de Magdalena Kommer. En el caso de los estudiantes, el primer lugar fue para Antonia Mizón; el segundo, para Felipe Larraín, y la mención honrosa se le otorgó a Bernardita Smith.
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