Espacio: Colección permanente
El dueño de este departamento es un participante activo de las artes, la arquitectura y el diseño de nuestro país y un observador acucioso de lo que está pasando afuera en estas mismas materias. Alegre, esteta y ávido de nuevos conocimientos, no rifa su tiempo si no es en pos de la nutrición del alma.


Producción: Osvaldo Luco/ Fotos: Jaime Palma
Alfonso Díaz Manríquez no se basa en manifiestos. Así y todo ya es una fuente de conocimiento a la que recurren muchos para saber hacia dónde van las artes y el diseño de nuestro país. Desde su puesto como jefe de Arte, Arquitectura y Diseño de la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores ha podido situarse en primera fila de lo que está pasando tanto acá como en el resto del mundo, llevando de un lado para el otro un ojo bendito. Algo que se perfila claramente en el departamento donde vive, en pleno corazón de Providencia. Su casa se le parece.
Aquí llegó luego de una etapa de transición y puso en práctica todo lo que aprendió. Recuerdos de viajes, arte contemporáneo, objetos de colección y fotografías arman un cuadro en sí mismo. Esta es su colección personal, aunque las colecciones son para él una verdadera pasión. Pasión que formó, años atrás, al trabajar en la principal colección de arte moderno y contemporáneo del país que pertenece al Museo de la Solidaridad Salvador Allende y es una de las más importantes de Latinoamérica. Además fue jefe de comunicaciones de la primera edición de la feria de arte ChACO. Queda clara la línea desde donde ha construido con alma lo que ha venido por delante.
Y su departamento no escapa a esa norma. En un edificio de los años 50 encontró lo que buscaba y lo puso en las manos de su amiga personal y arquitecta, Elodie Fulton, para que compusiera lo que él hoy disfruta.
¿Cómo fue tu proceso de búsqueda y qué fue lo que te gustó de este departamento? Siempre, desde chico, he vivido lejos de Santiago, así es que quería un espacio cercano a la ciudad, que fuera urbano, que estuviera cerca de una estación de metro. Me interesaba mucho mejorar mi calidad de vida, hacer los tramos más cortos, usar menos el auto, caminar más. Esta parte de Providencia me encanta, tiene buenos accesos, estaciones de metro por todos lados, mucho de barrio, un mercado, tiendas diversas y una vida bohemia muy agradable con varios cafés y restaurantes.
¿Cómo fue que se concretó tu trabajo con Elodie y qué fue lo que le pediste? Somos amigos desde hace años y siempre he admirado su buen gusto. Es una de las personas más refinadas y con mejor ojo que he conocido. Para mí fue un honor trabajar juntos. Elodie sencillamente simplificó el departamento, le quitó el barroco y rescató el espíritu modernista que tiene la mayoría de los departamentos de los años 50 y 60 en Providencia.
Una vez entregado, les diste espacio a tus colecciones, ¿cómo distribuiste tus obras? Soy un fanático de los libros, las revistas, los pisapapeles y el arte, en todas sus dimensiones. Este departamento tiene muchas paredes, lo que me beneficia mucho, está rodeado de cuadros. En el living quise poner piezas importantes, una especie de homenaje a artistas que admiro mucho como Balmes, Barrios, Paz Errázuriz, Alfredo Jaar, Langlois Vicuña y Voluspa Jarpa.
De a poco he ido incorporando fotografías a mi colección, obsesionándome con las pruebas de autor, que encuentro que es un trabajo mucho más íntimo, la etapa reflexiva de la obra.
¿Desde cuándo sientes tanta afinidad por el arte y cómo se ha ido nutriendo tu alma de coleccionista? Fue inculcado desde chico, empecé a estudiar piano a los 7 años y ahí incorporé pintura, estética, teatro, etc. Para mí la cultura es parte de mi vida, como respirar. El arte es un valor agregado integral, es una fuente de inspiración, de creación, recreación, reflexión, etc. Empecé con mi primera colección a los 7 años, juntando estampillas con mi primo. De ahí seguí a los pisapapeles, revistas, libros, y cuando empecé a trabajar partí con arte.
Y los libros, ¿cómo se relaciona tu cotidianidad con ellos? Son una adicción. Mi biblioteca es mi fuente de estudio, es el lugar al que acudo cuando quiero saber más sobre un artista o movimiento. También es una gran fuente de entretención y de desconexión total.
Eres un hombre que viaja mucho, ¿cómo unes el estar afuera con tu mundo de coleccionista?
Ayuda mucho, porque se ven distintas realidades, es una apertura de mundo, que es muy necesaria, sobre todo hoy en día.
¿Algo que te encante hacer en tu departamento? Un buen ritual es cuando llega algo nuevo, lo que sea, porque cambia, se dinamiza todo. Otro es la cocina, ya que el comedor está incorporado, por lo tanto es un solo espacio dedicado al buen comer, al estar con amigos, familia, reírse y pasarlo bien.
¿Cómo defines este momento dentro de tu nuevo lugar? Antes vivía en un lugar que era la mitad de este, fue de transición. Este me sirvió mucho para saber qué cosas quería en un departamento ya propio. En este proceso se sumó una amiga a vivir conmigo, lo que ha sido increíble, ya que la casa está viva, se ocupa y eso me encanta. Me gusta que tenga vida, haya flores, velas, buena cocina, pero sobre todo buena compañía.
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