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Espacio: Entre el valle y el mar

Rodeada de naturaleza. Sencilla, luminosa y mágica. Esta casa es soñada. A 10 minutos de Concón está emplazada en un cerro, alejada del ruido y con un mirador privilegiado: desde un mismo punto se aprecia la vista del valle hasta las crestas de las olas en el mar.

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Para este año, la dueña de esta casa -sicóloga, amante del diseño de ambientes, restauración de muebles y fabricación de objetos de decoración- espera vivir 4 días aquí y el resto de la semana en su casa de Valparaíso. Ambas son un tributo a la madera y los materiales nobles que rodean nuestro país. Pero esta, la de Concón, se destaca por ser más luminosa y perfecta para vivir en calma.

La estructura original se construyó en el 95, relata Lorena Camus. Es prefabricada pero cumplió con ciertas exigencias, como que tenía que ser de pino oregón chileno. Hasta la fecha ha tenido varias ampliaciones, la última el año pasado, e incluso sobrevivió a un incendio que arrasó con la zona en 1998. Fue una bendición, dice Lorena, su propietaria. Sin embargo, la pérdida incluyó cientos de pinos, cipreses, nogales y almendros, entre otros.

Hoy este espacio ha vuelto a estar rodeado de vegetación, acompañado además del aire marino que se mezcla con el del valle. Ambas vistas impecables cuando nos paramos a mirar un rato. Una escena privilegiada que hace de este lugar algo soñado. Lejos del ruido pero a solo 10 minutos de Concón y la civilización.

Y al entrar… parece una foto de lo que es su dueña. Espacios abiertos, luminosos y acogedores. El blanco, imponente, invita de inmediato a parar un rato, a descansar, disfrutar y hablar hasta de la inmortalidad del cangrejo. Por ejemplo, el piso se pintó de blanco con óleo brillante, para prolongar la luz del día y permitir una fácil limpieza.

Con un interiorismo sencillo y espontáneo, dice Lorena que “la decoración es una cosa de todos los días, además que todo está hecho para que se cambie y nada es fijo”. Los colores los dan las lanas -como la colección de chales de Chiloé- y las flores, dos infaltables. Y la gran mayoría de los objetos son “hechos en casa”, ideas de ella que se llevan a cabo con la ayuda de Pedro Vázquez (9-885 6785), un artesano que según cuenta ¡sabe hacer de todo! O su modista, Adriana, del cerro Merced.

Cuando termina el día, llega uno de los mejores momentos. Porque a pesar de que a Lorena le gusta la luz, ver las estrellas en la noche es la suerte de pocos y ella junto a sus vecinos lo lograron por el acuerdo de no poner luminarias, para disfrutarlas aun más.

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