Espacios: Días de vacaciones
Porque eso queremos, invitamos a recorrer una casa amable, llena de luz y calma. Levantada con la dosis justa de materiales nobles, muebles reciclados, colorido playero y, sobre todo, mucho ingenio y cero pretensiones.

Producción: Matías Errázuriz/ Fotos: Pieter Estersohn

Estamos en noviembre. No queda nada para las fiestas de fin de año y de ahí menos para las vacaciones. Apenas un paso. Estas páginas son como una bocanada de esa época de descanso. Una vivienda que, aunque no se encuentra en Chile, sintetiza todo aquello que deseamos para una casa de playa. Fresca, cálida y confortable.
Está ubicada en Sag Harbor, un pintoresco pueblo costero de más de 300 años de antigüedad. Es parte de lo que se conoce como Los Hamptons (EE.UU.). A menos de dos horas y media de Nueva York, es un viaje que ayuda a cambiar por completo el switch. Aquí el paisaje se convierte en el perfecto cómplice, transformándose. Atrás quedan los rascacielos y aquella incómoda sensación de no tener tiempo para nada.
En este pueblo es imposible dejar de admirar las casas más viejas, en Main Street y James Lane, que van de los siglos XVII al XIX. Con una clásica arquitectura estadounidense de madera y cubiertas de tejas planas, porches con mecedoras y muebles de mimbre y extensiones de pasto verde acompañado de olmos, robles, arces y cedros. En los 20 se incorporaron los muros de piedra y el estuco, luego siguió el ladrillo, siempre pintado de blanco para poder encajar con ese aire de Nueva Inglaterra; y donde mejor se aprecian es en sus calles principales. Southampton, Main Street y Jobs Lane. El mayor encanto de este lugar son el paisaje y la arquitectura tradicional, que se mantiene intacta gracias a las leyes de construcción. Son muy estrictas, los edificios están prohibidos, al igual que los comercios en las playas.
Estas casas, por dentro, tienen ese estilo tan característico de Ralph Lauren y claramente esta no podía ser de otra forma, porque quien la decoró fue la diseñadora de interiores Ellen O'Neill, la misma que por trece años fue la cabeza creativa de la división de esta firma. Aquí la nobleza se reafirma a través de la restauración de la arquitectura original, la mezcla de muebles y objetos clásicos y de fácil cuidado, la selección de fibras naturales y de una paleta cromática que enfatiza el confort y el relajo. Y qué mejor que los azules y la pureza del blanco para decantar y por unos días dejar atrás ese estilo de vida ajetreado de la gran urbe.
La casa, que data de 1885, se emplaza en el punto más alto del terreno. Cuenta con dos plantas. En la baja se encuentan el living, comedor, cocina y estar, y arriba, los dormitorios.
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