Corrían los años 90

y los dueños de esta casa aún vivían en Estados Unidos, pero viajaban mucho a Francia, especialmente a Niza y a la Provenza, y fue justamente ahí donde encontraron la inspiración para dar vida a esta casa al más puro estilo provenzal. Proyectada hace casi 20 años por el arquitecto Felipe Mekis, la tarea no fue nada fácil, ellos vivían en el extranjero y las directrices del proyecto había que coordinarlas a la distancia. Fue el comienzo de una larga relación de trabajo y amistad que aún perdura.

"Fue como un amor a distancia; en esa época no existía la tecnología de hoy, así que nos enviábamos unas especies de cartas de amor, eran eternas pero necesarias, ahí conversábamos los planos, las referencias, ideas, todo por correo, además de largas conversaciones telefónicas; fue un trabajo eterno pero  maravilloso", explica el arquitecto, agregando que esta era la primera vez que proyectaba una casa de estas características, pues el provenzal es un estilo arquitectónico  singular, que debe incluir ciertos detalles, por ejemplo el uso de las tres tejas, la pendiente del techo, el estuco, el uso de durmientes, un mundo por descubrir que posteriormente  fascinaría a Felipe, pues se especializó en este tipo de construcciones y a la fecha ya tiene varias en su portafolio.

La parte delantera del jardín tiene más de 20 años, ya que muchas de las especies estaban con el terreno que fue comprado mucho antes. Hay dos imponentes araucarias, que originalmente eran tres, pero una hubo que cortarla para construir la casa, y su madera se usó para hacer los durmientes.

La Gracia de Dios es el nombre que los dueños decidieron darle a esta casa, emplazada en un terreno de 5 mil m², donde entre el frondoso jardín de abetos, secuoyas y araucarias se encuentran dos esculturas de Sergio Castillo Amunátegui, el mismo que les esculpió el nombre para ponerlo en la puerta de entrada junto a la numeración.

En el jardín  trasero de la casa se ha cultivado una variada y colorida gama de especies que acompañan esta terraza ideal para el verano.

El jardín actual es obra de la dueña de casa y su hija, y es una mezcla de colores, aromas y texturas que hace pensar que no se está en Santiago, sino muy lejos de aquí. Boldos, maitenes, lavandas, rosas y ericas, entre otras especies, dan vida a este parque en donde se pierde la vista entre el verde eterno de los árboles.

Tiene cuatro dormitorios y cuatro  baños en aproximadamente 340 m², y lo que más les gusta a sus dueños es que es una casa vivible y acogedora, con un tamaño que les es absolutamente acorde a sus necesidades. Anteriormente vivían en una casa que para muchos era una escultura arquitectónica, a todos les fascinaba menos a sus habitantes, pues era una especie de cubo lleno de ventanas y sin intimidad. "Hoy pasa que muchos arquitectos crean casas lindas, pero no son muy acogedoras y la gente que las habita finalmente no es feliz", aclara Felipe.

"El estilo provenzal es mucho más simple de lo que se cree; a veces se confunde y se recarga, pero finalmente viene de la provenza, que significa provincia, por eso es campestre y sencillo, y se trata de una casa que no quiere aparentar", Felipe Mekis.

"Esta casa es la medida perfecta, es luminosa aunque no parezca, y desde el hall de entrada yo puedo acceder fácilmente a todos los espacios", explica su dueña.

En 340 m² se distribuyen sencillos ambientes, pero llenos detalles  y recuerdos de viajes que dejan ver el estilo de quienes los habitan.

Amable es la palabra que mejor define el ambiente que se vive en esta casa, un lugar clásico, sin grandilocuencias, más que el valor del buen gusto puesto en su diseño y decoración, y en el cariño que sus dueños han depositado para  mantenerla siempre encantadora.
 
INSPIRACIÓN