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Ice Swan

Trabajar en la mitad de la Carretera Austral parece una idea utópica. Sin embargo, no imposible. La embotelladora de agua Ice Swan está emplazada en medio de la Patagonia chilena, y es una obra que estuvo en manos de Panorama Arquitectos. Un edificio que quiso dejar la menor huella ecológica posible, reflejando las cualidades del lugar.

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Agradecimientos: Panorama Arquitectos

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En medio de la Patagonia chilena, rodeada de dos parques nacionales y glaciares

, está la embotelladora de agua Ice Swan. Hablamos de una especie de galpón, que antes de su construcción quiso ser un edificio que "modestamente se instale y haga uso de los recursos que tiene alrededor", según dice Nicolás Valdés, de Panorama Arquitectos.

El encargo: una fábrica que cumpliera su rol de embotellar, empaquetar y exportar el agua desde su lugar de origen, el fiordo Queulat, cerca de Puyuhuapi. El objetivo: construir en base a las cualidades del lugar, de la forma menos invasiva posible, pero a la vez resistente al clima de la región, con extremos muy fríos o calientes. Resultado: un edificio de estructura metálica, revestido en su exterior con vidrio templado y serigrafiado color negro, que refleja el paisaje patagón.

Un segundo punto importante, según Valdés, que les permitió llegar al material protagonista de esta construcción, era que las personas que trabajaran adentro pudiesen también apreciar el paisaje. De ahí, y del recorrido que hacían desde Coyhaique al terreno, donde se reflejaba el paisaje en las lagunas, llegaron al vidrio como material, para replicar la misma propiedad del agua en este espacio de trabajo. Agrega además que el vidrio "por varias propiedades y no solo el reflejo, es el mejor, porque es el más inerte, también es reciclable y para el tema climático funciona perfecto, y también en cuanto a mantención, porque si llueve se limpia solo". Y el color negro: "Está presente en el lugar en las sombras y también tratamos de que no fuera tan obvio el reflejo, sino que fuese a partir de una postura del edificio. El edificio en sí es sombra, y como tal aparece como un nuevo carácter del reflejo", dice finalmente. El último ítem significativo para los arquitectos era cómo construir en medio de la nada. La solución fue fácil, y permitió la menor contaminación posible en este lugar. Se pensó en  módulos estándares, de 6 metros cada uno y fáciles de transportar. De esta manera se llegó a un edificio de 18 x 18 m, hecho listo para armar.

Por otro lado, en el montaje todo va apernado, por lo tanto desarmarlo y dejar el terreno tal como estaba es totalmente factible.  Son 4 o 5 personas las que trabajan ahí, con una vista privilegiada de la Patagonia. La zona en la que no está la maquinaria se hizo en madera revestida en OSB, y usaron el color amarillo porque "generaba calidez en el interior". Se diferenciaron los espacios, no solo a través de la materialidad, sino que también en sus texturas y alturas. Existen unos módulos interiores trabajados en OSB, que es lo que alberga el programa de oficinas, de los comedores y de los baños, "a una escala más humana", señalan. Finalmente los arquitectos agregan que "todos los lugares de trabajo tienen un encuadre de vistas distintas del entorno, lo que te permite el ingreso de luz, generando una especie de conexión y relación hacia el exterior".

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