La casa de al lado
O casa espejo. Sebastián Bravo es arquitecto. Vive en una casa de fachada continua en un clásico barrio de Providencia, cuya impronta es eco de la belleza del tiempo, con una mezcla de emoción, intimidad y familiaridad. Todo respetado, hecho por sí mismo, o bien, encontrado.


Al entrar a la casa de Sebastián Bravo sientes como si estuvieras en un lugar secreto, pero familiar. Esa misma sensación fue la que experimentó el arquitecto cuando una amiga le contó que la casa de al lado, que es un espejo de la que vive hoy, estaba disponible. Quizás una especie de déjà vu, un eco de todas las veces que visitó la casa de su amiga, o de las muchas otras que pisó construcciones muy similares, pero todas distintas entre sí, en la misma calle.
No había previsto ningún cambio de casa, pero ya Sebastián tenía la sensación de que faltaba espacio. Le quedaba chico su primer departamento, apenas de dos ambientes y sin terraza en el barrio Bellas Artes, y esta vivienda cumplía con más de lo que esperaba. Cuenta que no tenía ninguna idea preconcebida, de hecho jamás pensó que fuera a conseguir un lugar que cumpliera tan bien con sus requerimientos. “Básicamente una casa con jardín en un barrio que me permitiera seguir moviéndome en bicicleta”, enfatiza.
Lámparas.
De ferias persas, otras las hizo con portalámparas comprados en ferreterías antiguas, como la enlozada que cuelga de un sistema de poleas que permite subirla si la mesa de la terraza no está al centro.
Al hablar de la nobleza de este tipo de construcción, de fachada continua, son muchos aspectos los que comenta. Lo principal -dice- es el tamaño de los espacios, su altura y la distribución interior. Todas las piezas giran alrededor de un espacio central, que a su vez está directamente comunicado con el jardín. Y por qué no enfatizarlo. Tan importante como la casa era la ubicación. El hecho de que el barrio tenga panadería, feria, un café, un bar y hasta piscina municipal. ¡Todo a una cuadra! Es perfecto. Eso es algo difícil de conseguir en una comuna que no sea Providencia.

La casa era parte de una vivienda familiar de dos pisos, pero hoy está dividida en dos. La parte de Sebastián está en el primer nivel. Como la cocina original se encontraba en la planta superior, se tuvo que construir una nueva cocina en el nivel inferior. El resto casi no tuvo intervenciones mayores. Solo se cambiaron algunos pavimentos y se arreglaron un poco los baños, pero manteniendo la misma estética original.
Esa mezcla de emoción, intimidad y familiaridad que se encontró cuando cruzó el umbral por primera vez sigue siendo parte de la vivienda. La casa llena de amigos, una terraza vivida como el centro de la casa -una extensión del comedor, jardín y de la misma cocina- que se mantiene abierta en toda época del año. En cambio, el dormitorio y el estar son recintos más íntimos, en los cuales cuenta que no recibe amigos. “Es donde están mis libros, donde veo películas y donde trabajo cuando estoy en la casa”, concluye Sebastián Bravo (bravosebastian.cl).
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