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Mi amigo el automóvil

Elija. Un Ford Mustang convertible 289, un Thunderbird del 56 o un Jaguar Tipo E. Imaginémoslos en su época de perfección, seguridad, festejo, glamour y grandeza. Lo cierto es que hoy el período está de vuelta. Recibamos este desfile automotriz, por ellos, por su época, por su diseño.

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Fotos: Foch y The Jaguar UK Press Office (obras originales protegidas por los derechos de autor establecidos en la Convención de Berna de 1979 entre otras) / Agradecimientos: Museo Jedimar de la Familia Diez.

Mad Men, quinta temporada. Don Draper y su equipo se adjudican la cuenta de los fabulosos Jaguar. Y la pelirroja Joan, sin duda, fue la que se llevó la peor parte.

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Octubre de 2012 y el protagonismo de los años de posguerra se siente.

Se ve en las vitrinas de moda, en las colecciones de diseño, en la arquitectura y en la televisión. No es coincidencia, es solo una segunda patita. Y en la mayoría de los casos, una muy bien lograda.

Y es que esas décadas (1950 y 1960) no pasaron desapercibidas. Cómo olvidar la supremacía de Los Beatles con Tomorrow Never Knows de 1966, o la presidencia de Jorge Alessandri con su gobierno independiente en 1958. Ni menos el famoso “Happy Birthday Mr. President” de Marilyn  Monroe, tampoco la carrera espacial que culmina con Apolo 11 en 1969. Era época de Guerra Fría y también época de modernidad.

No se necesitan más explicaciones. La televisión tomó todo lo necesario y ha recreado series de aquellos años: la exitosa Mad Men por supuesto, y otras nuevas apuestas como Norteamérica Pan Am, The Playboy Club o The Hour, ambientada en 1956.

De una forma u otra, estos programas representan el sueño americano del período. Había terminado la Segunda Guerra y era tiempo de grandeza, de los avances tecnológicos, de la casa en los suburbios, era tiempo de celebrar. Los ciudadanos estadounidenses necesitaban estabilidad y prosperidad. Fue deseo cumplido. Y el último sería el auto.

CON USTEDES, EL AUTOMOVIL

Finalizaban los cincuenta y el auto no podía faltar en el hogar norteamericano moderno. Allí habitaba una familia perfecta, con perro, jardín y un buzón para dejar las cartas. Además salían de vacaciones y atravesaban el país completo en un fabuloso Cadillac Coupe de Ville. Eso sí que era vida. “Durante los años cincuenta, el norteamericano buscaba perfección. No importaban el motor y su potencia o las cualidades técnicas. Lo que realmente importaba era que las latas de las carrocerías fueran muy gruesas y que la seguridad interna fuera de primer nivel. De hecho la publicidad de la época le daba mucho énfasis a que el auto tenía que ser tu propio tanque, un objeto largo, potente y que te diera grandeza. Sus creadores no se esmeraban en la economía del motor porque gasolina había para rato”, explica Álvaro Arteaga, académico de la Escuela de Diseño de la Universidad Diego Portales.

El automóvil era la máxima expresión del sueño americano. Con él el ciudadano de clase media sentía que por fin lo había logrado. Formaba parte de la modernidad.

En el período también aparecen nuevos segmentos de mercado, como las mujeres. “Por eso se expande aun más la demanda. Ahora es necesario que las mujeres manejen porque los hombres están en la oficina y ellas deben realizar sus labores cotidianas o porque ellos están en el campo de batalla por la Guerra de Vietnam”, explica Osvaldo Zorzano, jefe de la carrera de diseño de la Universidad de Chile.

El diseño de los automóviles norteamericanos era lo más parecido a lo que uno puede imaginar que existe en Plutón. En algunos modelos, como el Avanti de Reymond Loewy, se trasladaron las perillas al techo, había otros con colas gigantes en los focos traseros que se asemejaban a los cohetes del más allá. “La carrera al espacio tiene directa relación con el diseño automotriz en los años cincuenta. Si aún no se podía llegar a la Luna, se podía simular con el último modelo de la carretera, así de simple”, enfatiza Arteaga.

Sin embargo, al otro lado del Atlántico el panorama era distinto. En Norteamérica se vivía la grandeza, en Europa la reconstrucción. Existían las calles angostas de la costa italiana o las ciudades conectadas por trenes. Por eso los diseños eran más pequeños desde todo punto de vista. Eso sí existe una industria fascinante. El Ferrari nunca dejó de ser un Ferrari desde su primer modelo en 1947, aparecen los Fiat en Italia e Inglaterra se luce con sus Jaguar o sus Minis de 1959.

Y aunque en Chile se tomó un poco de aquí y un poco de allá, se priorizó el ejemplo estadounidense.

Y AQUI LLEGO...

Chile era un consumidor de automóviles, recibió casi todo. En nuestro país la gente no aspiraba a tener un auto europeo, quería tener un Lincoln negro y lavarlo todos los domingos por la mañana. Nada mejor que esta historia: “Cuando la Reina Isabel de Inglaterra vino a Chile, le regaló un maravilloso auto al entonces Presidente de la República, Eduardo Frei Montalva, que es precisamente el automóvil que se usa hoy en día en la presidencia. Lo curioso es que no le regala un auto inglés. No le regala un Rolls-Royce, le regala un Lincoln Continental de 1963, de procedencia americana”, relata Manuel Figueroa, coordinador del área de diseño del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA).

Y los ciudadanos comunes compraban en concesionarias; había algunas. La otra opción era pedirlos desde Detroit vía Miami y llegaban a Chile después de dos semanas. Por eso era más fácil adquirir un auto estadounidense que uno europeo. Si se hacía encargo a la oficina de Jaguar en Londres, había que esperar en una fila enorme.

UN ZOOM DEL CADILLAC COUPE DE 1959.

Entre 1930 y 1940 cadillac reemplazó a packard como el símbolo del automóvil norteamericano de lujo.

"La personalización del auto era casi una exigencia. Sus dueños querían que su último modelo fuera único en su tipo. Por eso que Elvis Presley lo pintó rosado. Para él era una declaración de principios", cuenta Arteaga.

¿Y el revival? Ya lo dijimos, en diseño es algo inminente. Es que estos años volvieron para quedarse.

Direcciones: Quena, Nueva Costanera 3705; Design for Life, Condell 1050; Vitra, Narciso Goycolea 3955; Librería Luis Rivano, San Diego 111; Paris, Parque Arauco; Deco 50´s 60´s, Galpón de los Reyes, L. 221.

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