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Mía

De un estilo sofisticado pero sencillo, armónico y contemporáneo, este departamento es fruto del buen gusto de sus dueños. Un arquitecto y un abogado que unieron sus imaginarios creativos bajo la consigna de que todo es combinable, siempre y cuando se haga con sensatez.

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Hace alrededor de 5 años el arquitecto Francisco Adriasola estaba en una fiesta en la casa de una amiga. Entre tragos y risas, Francisco le dijo a ella que él iba a vivir en ese departamento. Llegó el día en que la amiga dejó el inmueble, y ahí apareció Francisco con la cara llena de júbilo. Al fin se cumplía su sueño, y se cambió al tan afamado departamento en Providencia.

La cosa es que los 3 departamentos del edificio tenían el mismo dueño, don Guido, un señor de edad. Y así, sin pelos en la lengua, Francisco le ofreció comprárselos todos. Se consiguió otros dos compradores -dos superamigos de toda la vida- y fue así como Francisco vive ahí, en el tercer piso, hasta el día de hoy. “Nuestro edificio es en cierta medida sustentable. Vivimos en comunidad, reciclamos y compartimos y cuidamos entre todos el jardín que está en el primer piso. Cuando uno de nosotros se va a la playa, le dejamos las llaves a alguno de los propietarios y así nos riega las plantas. Es una relación supercolaborativa”, explica Adriasola.

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La casa

En el departamento viven Francisco y Nicolás, arquitecto y abogado, respectivamente. Al entrar al lugar se siente una atmósfera acogedora, distinguida, arquitectónica pero a la vez relajada. Cada cual aporta con lo suyo; Francisco con su mirada de arquitecto, con las cosas más calculadas y de carácter más contemporáneo. Nicolás aporta con la tecla relajada, con el instinto. Y ambas fuerzas culminan en resultados excelentes, donde lo masculino se conjuga con una sensibilidad imperativa. “Al principio, cuando me cambié y vivía aquí solo, tenía muy pocas cosas. Lo primero que hice fue comprar el sofá azul del living, además tenía solamente una silla creación del premio nacional de Arquitectura Luis Izquierdo. Con el tiempo fui completando la escena con cosas prestadas y otras que me compré, hasta que Nicolás se vino a vivir conmigo y aportó con una onda más clásica. Él ha ido influenciando muchísimo y me ha ayudado a perder un poco esa mirada tan estricta y tan formal dentro de lo que es la arquitectura y diseño contemporáneos. A veces los arquitectos somos un poco cuadrados y en todo necesitamos ver razones, por qué está construido así y por qué se hizo de tal manera. Y de repente hay cosas que son lindas porque son lindas nomás. Amarradas en un conjunto quedan bien. Ese es el resultado de esta casa, hay mucho de los dos”, detalla Adriasola.

En los muros resaltan las obras de arte: las hay de estilo cinético y contemporáneo, fotografías de distintos autores y dibujos del artista chileno Andrés Herrera. También tienen esculturas, como las de la artista nacional Andrea Rodríguez, que trabaja el tema del maltrato animal.

Las alfombras que eligieron para vestir el piso tienen mucha textura, lo que le otorga el toque acogedor al espacio.

Además de aprovechar su casa, esta dupla toma mucho partido del entorno. “El barrio es exquisito, tiene circuitos muy cercanos para salir a correr, tenemos además muchos amigos viviendo cerca. Tiene mucha vida de barrio, cafecitos, heladería, no hay necesidad de salir en auto”, termina.

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