"Soy diseñadora de interior y estudié arte, por lo que mi escritorio es un espacio donde la imaginacion vuela a través de las texturas y los colores de los materiales. Aquí puedo combinar mis dos pasiones: el diseño y la pintura. Por esa misma razón necesitaba un espacio sólo para mí, un lugar de trabajo cómodo, entretenido y lúdico. El escritorio es completo de vidrio y todas mis herramientas y materiales están a la vista. Nada es al azar. El color del papel superfemenino, muy pinki, hace que el espacio se ilumine por completo amarrando los géneros de la lampara y la silla", dice Joanna Rutman.

"Yo en París tenía dos mil libros y me los traje todos a Chile. Los repartí en esta biblioteca y el resto lo tuve que acomodar en el segundo piso del departamento. Son libros que he acumulado durante toda una vida y tratan de literatura de toda especie, además de tener libros de historia y derecho", cuenta Armando Uribe, escritor, poeta y abogado.

"Cuando proyecté esta casa para mi familia, hace unos doce años, pensé en este escritorio como un recinto privado para mí, donde pudiera estar tranquilo, con mis libros, mi música, mi pintura, mi arquitectura y rodeado por el jardín más íntimo del terreno. Luego de unos años, mi familia comenzó a invadir el escritorio.  Mi mujer prepara sus clases aquí, las niñitas estudian, a veces se encierran a ver televisión. Mi escritorio es el lugar donde cada uno puede refugiarse de la vida familiar. Yo tengo que esperar el momento preciso durante los fines de semana para encerrarme en él, o temprano las mañanas de los sábados cuando el resto duerme. Pero a pesar de todo sigue siendo mi lugar, aunque mis reglas de no fumar y no sacar mis cosas de su espacio se cumplen solo a medias", dice José Domingo Peñafiel, arquitecto.