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Triunfante en Nueva York

Memoria, tiempo e imagen son los tres conceptos que la chilena Andrea Wolf (35) trabaja como artista visual, y les da vida a través del uso de nuevas formas de tecnología. Radicada en la Gran Manzana, hace 6 años que también es la gestora de la galería de arte y espacio multidisciplinario Reverse, lugar para que jóvenes emergentes experimenten nuevas formas de expresión artística. Aquí, un poco de su historia y su quehacer. 

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¿De qué se trata tu trabajo como artista? Mi trabajo es una investigación continua sobre la relación entre memoria, tiempo e imagen. Me interesan los ‘objetos de memoria’ que producimos (películas caseras, fotos, postales) y la relación entre la memoria personal y las prácticas culturales de recordar. La tecnología y los medios de comunicación condicionan la formación de una memoria cultural; los medios y la memoria se transforman mutuamente.

¿Y en qué materializas tu trabajo? Mis obras son principalmente videoinstalaciones y videoesculturas que buscan representar cómo recordamos, la memoria como una construcción narrativa y la tensión entre recordar y olvidar. Mediante proyecciones y técnicas como videomapping y manipulaciones algorítmicas combino videos con objetos físicos desde pequeños e íntimos dioramas hasta paneles de acrílico flotantes de gran escala.

Trabajo principalmente con material encontrado: películas caseras en super 8 y 8 mm, fotos y postales que alguna vez fueron escritas y enviadas. Hace algunos años que empecé este proceso de recopilación y creación de un pequeño archivo de found footage. Los compro en ferias y mercados (como el Persa) o las recolecto de distintas maneras.

¿Es como si trabajaras con los recuerdos de otros? Sí, básicamente trabajo con los recuerdos de otros, sin embargo se sienten muy íntimos y cercanos. De acá surge una de las premisas de mi trabajo que plantea que si culturalmente hemos sido educados para recordar de manera similar, entonces los relatos que creamos y los artefactos de memoria que producimos se vuelven intercambiables; mi foto de cumpleaños o de las vacaciones podría ser la tuya. Son universales. Al usar imágenes encontradas -historias anónimas- el proceso de la memoria se activa según el sentido que cada espectador le da a la obra en base a sus propias experiencias personales.

¿En qué estás trabajando actualmente?

Siempre trabajo en un par de proyectos a la vez. Actualmente estoy reorganizando todo mi archivo de material encontrado, y realizando nuevas piezas de la serie “Unsolicited Memories; Archival Exercises” para dos exposiciones en las que voy a participar en julio en NY. Esta serie es parte de una exploración sobre la maneras de representar físicamente los archivos de recuerdos. Uso pequeños cubos de acrílico que apilo de manera relativamente aleatoria, sobre los cuales mapeo proyecciones de películas caseras encontradas. Los cubos se encienden y apagan revelando estas memorias como si los recuerdos fueran activándose entre sí. También estoy empezando un proyecto nuevo a partir de un álbum con fotografías de la Luna, que parecen ser parte de un estudio realizado por un astrónomo en los años sesenta en Chile, que encontré en enero en el Persa.

La periodista

Sé que eres periodista, ¿cómo nace tu afán por ser artista e indagar en nuevas tecnologías? Mientras estudiaba periodismo tuve la suerte de empezar temprano a trabajar en radio y después en televisión. Al terminar la carrera decidí que quería hacer documentales y me fui a Barcelona a hacer un máster en documentales en la Universidad Autónoma de Barcelona. Lo que más me interesó del programa fueron las clases teóricas sobre la historia del cine y las problemáticas entre imagen y representación, entre ficción y realidad. Terminado el máster me quise quedar en Barcelona y lo más fácil en términos de visa era seguir estudiando. Y sin comprender del todo de qué se trataba, postulé al Máster en Artes Digitales en la Pompeu Fabra. Siempre me ha gustado mucho editar y pensé que las clases de posproducción de video y audio tenían sentido con mis intereses. Cuando empezaron las clases, me vi en medio de cursos de programación y diseño y al principio pensé que me había equivocado. Pero luego de bastantes cabezazos contra la a pared intentando programar, entendí el valor que hay en la posibilidad de crear tus propias herramientas y plataformas de trabajo. Nunca me convertí en una gran programadora, pero sí entiendo el potencial de los nuevos medios y me gusta trabajar en ese espacio.

¿Por qué elegiste NY para desarrollar tu carrera? No sé si elegí NY para desarrollar mi carrera.  Creo que las cosas se fueron dando. Aunque suene poco original, siempre quise vivir en NY. Es una ciudad que visité mucho con mi familia y me acuerdo caminando por distintos barrios con mi mamá planificando cómo sería mi vida en esta ciudad y dónde viviría. Al poco tiempo de volver a Chile después de tres años en Barcelona, sentía que todavía quería aprender cosas nuevas y vivir en otro lugar. Decidí postular a ITP (Interactive Telecommunications Program) en NYU. Solo postulé a ese programa, pensando en que si tenía que ser, sería. ITP me parecía el programa ideal para profundizar mis conocimientos en el área y para aprender nuevas herramientas que permitieran avanzar en mi trabajo como artista.

¿Qué está sucediendo en Williamsburg frente al  arte, por qué se perfila como un núcleo artístico en este último tiempo? ¿Qué hay de nuevo? Nueva York crece y cambia constantemente. Parece que cada vez más rápido. La verdad es que Williamsburg incluso ya es parte del establishment. No comparado con Chelsea o el Lower East Side, pero ya es destino turístico y los nuevos ‘condos’ han reemplazado los espacios DIY y los talleres de artistas. Tal vez se podría decir que Bushwick es más el lugar de artistas emergentes, pero incluso a este barrio ya lo alcanzó la gentrificación y los arriendos se están poniendo caros. De todos modos creo que Williamsburg tiene un rol en este nuevo orden. La gente que decide visitar Brooklyn viene a este barrio, y esto sucede también con coleccionistas y distintos actores del mundo del arte. Por lo tanto, Williamsburg tiene una posición en la cual todavía se puede ser experimental y atrevido, porque hay una expectativa al respecto, pero al mismo tiempo sabiendo que tienes una audiencia más amplia, que no es solo el núcleo de artistas o curadores que están más dispuestos a ir a espacios alternativos. Creo que como actor cultural es importante entender esta ventaja y aprovecharla al máximo antes de caer en el main stream.

Cuéntanos sobre tu galería, ¿de qué se trata y cuál es la curatoría? Reverse es un espacio de trabajo multidisciplinario y galería de arte con énfasis en la experimentación y nuevas formas de expresión artística. Somos una organización sin fines de lucro que apoya a artistas emergentes en la producción y presentación de nuevas obras. Nuestra misión es apoyar proyectos innovadores y experiencias estéticas que fomenten el diálogo y la colaboración artística. Si bien nuestras exposiciones tienen un alto componente de nuevas tecnologías, trabajamos con artistas de distintas disciplinas y medios. Tenemos ocho talleres de artistas además de la galería. Nuestra programación incluye exposiciones, talleres, conferencias, proyecciones, performances y otros eventos.

¿Cuáles son tus planes a futuro? Actualmente y hasta octubre soy artista en residencia en New York Media Center. En julio voy a participar en tres exposiciones colectivas: en Bitforms Gallery, en Lower East Side (Manhattan); Fire Proof Gallery, en Bushwick (Brooklyn), y Grin Gallery, en Providence. En agosto me voy a hacer una residencia por cuatro semanas en Camboya.

¿Ganas de volver a Chile? Mi plan es quedarme en Nueva York. Muchas cosas en lo personal y laboral me vinculan con esta ciudad y estoy muy contenta acá.

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