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Una vida junto al mar

En esta antigua y tradicional casona de principios de siglo los recuerdos familiares se conservarán para siempre, ya que tras una gran remodelación la casa cobró nueva vida, y con una estructura que consta de seis departamentos independientes, una familia vuelve a disfrutar bajo el mismo techo.

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La historia de esta casa se remonta a principios del siglo XX, cuando una familia de inmigrantes italianos, provenientes de Cerdeña, llega a Chile para asentarse en busca de nuevos horizontes. En 1919 los Fadda arribaron en barco a las costas de Valparaíso. Francisco Fadda era médico y puso un laboratorito clínico en la ciudad. Al tiempo se casó con Mafalda Cori y en 1941 llegaron a esta casa, en el cerro Alegre, donde vivieron junto a sus cuatro hijos. Uno de ellos es Giulietta: "Aquí crecimos con mis hermanos y jugábamos con los vecinos. La calle estaba cerrada. Me acuerdo que íbamos mucho al pasaje Atkinson... eran otros tiempos", recuerda mientras revisa una pila de álbumes de fotos sentada en el living de la casa en la que ha vivido desde siempre, originalmente una construcción en dos niveles. "La decoración que todavía persiste es la del comedor, son los muebles que compró mi padre. A él le gustaban los remates; incluso el parqué del primer piso lo compró en una demolición", cuenta.

En los años 50 hubo una gran migración de familias a Viña del Mar, pero los Fadda se quedaron en el puerto; los hijos se casaron y los padres seguían viviendo allí. La casona fue el centro neurálgico de reuniones familiares, fiestas y navidades, al más puro estilo italiano, hasta 2004, cuando murieron los padres de Giulietta, quien junto a sus hermanos decidieron el destino de la casa familiar. Remodelarla y mantener los recuerdos, esa fue la decisión. Eso sí, había que organizarse de acuerdo con las necesidades actuales de cada uno de los hermanos, algunos con hijos y nietos. El proyecto se encargó a la oficina de arquitectura U6, de los arquitectos Carlos Urquiza y Carlos Seisdedos, responsables también de la remodelación del hotel Casa Higueras, justo al lado de la casa. Los trabajos duraron en total dos años, pues había que hacer seis departamentos independientes y conservar ciertos espacios comunes, además de reparar el deterioro de las maderas. Se reconstruyó en un 60%, como se hace en la mayoría de las casas de Valparaíso, pues tienen problemas de termitas y otros xilófagos.

Actualmente la casa tiene cinco niveles. "La remodelación buscó darle continuidad a través de la transformación de ésta en departamentos para cada uno de los hermanos, manteniéndose los espacios como salones, escritorio, terrazas y patios como áreas compartidas", explica Carlos Seisdedos, arquitecto a cargo del proyecto.

La familia buscaba mantener un espacio para la memoria de los padres y un lugar donde encontrarse. El nuevo diseño amplió la casa en 140 m²,  logrando un total de 520 m². Aquí se mezclan el pasado y el presente. El primer nivel, donde está el living-comedor, conserva un estilo clásico con cierta influencia victoriana, mientras que cada uno de los diferentes departamentos -con sus propias cocinas, hechas por el diseñador Ricardo Bagnara- tiene estilos diferentes; minimalista, clásico, rústico, en fin… cada uno representa la personalidad de quien lo habita. Hoy la casa ha vuelto a cobrar vida y es centro de reuniones familiares,como en sus mejores tiempos.

La mayoría de los departamentos tiene vista al mar. Con el puerto como telón de fondo, la casa invita al relajo y a la desconexión. Todas las cocinas son de diferentes diseños y colores, trabajo que estuvo a cargo del diseñador Ricardo Bagnara.

Inspiración

Fusión de pasado y el presente, donde la madera  juega un rol fundamental.

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