
El mapa del poder neonarco metropolitano
En los últimos cinco años el narco chileno cambió. La irrupción del crimen extranjero trajo más violencia, jerarquías más rígidas y una forma empresarial de operar. Los carteles locales observaron, aprendieron y adaptaron ese modelo a su escala: menos ruido, menos sangre y más control. Con el auge de las drogas sintéticas -fáciles de mover, rentables y discretas- comenzaron a construir en silencio verdaderos imperios de dinero y propiedades a lo largo de Santiago, mientras el país seguía mirando hacia la amenaza del crimen organizado extranjero.

La emperatriz de Huechuraba
En la población La Pincoya, en Huechuraba, a Johanna Morgado (48) la apodaban la Kiki. La fiscal jefa de Análisis Criminal (Sacfi) de la Fiscalía Centro Norte, Marcela Adasme, la conoce bien. Dice que desde pequeña Morgado se dedicó al microtráfico. La comenzaron a seguir en 2015 y vieron crecer la operación. El secreto de su éxito vendiendo cocaína, pasta base, ketamina y marihuana, cuenta Adasme, se basa en un detalle: el no ocupar la violencia extrema y, debido a su personalidad fuerte, pero cercana, con un estilo maternal, reclutó a niños soldados y adictos de la zona para convertirlos en vendedores y brazos que mantienen el dominio territorial.

Así, de a poco, fue ganándose el respeto dentro de La Pincoya, donde fueron adquiriendo más casas de acopio de cocaína. Fue tanto, que incluso habilitaron una ventanilla, una especie de almacén, pero en vez de abarrotes se vendían papelillos con pasta base. Adasme dice que se hacían filas para comprar en ese lugar.
Su organización, añade la fiscal, tiene otra particularidad propia de los clanes narco chilenos. Si bien ella es la cabeza de la organización, otros familiares adoptaron el rol de ser capos de la estructura. Sus hijos e incluso su madre tienen roles dentro de ella.
Lo otro que facilitó el crecimiento del imperio de la Kiki fue su inteligencia para saber qué hacer con sus ganancias. Según Adasme, para tener una referencia, entre el 12 de agosto y el 4 de septiembre de 2021 amasó $ 63 millones. En un año, calcula Adasme, Morgado llegaba a vender aproximadamente dos millones de dólares en drogas. La entraba en vehículos por pasos no habilitados desde Bolivia y llegaban a sus casas de acopio en Huechuraba.
-Eso es algo poco visto. Entre chilenos nunca habíamos visto una fortuna así - dice Adasme.
En este punto, la Kiki ya era conocida como La Emperatriz de La Pincoya y una líder indiscutida en la zona norte de Santiago. También se encargó de disfrutar ese pasar. Compró propiedades a lo largo de todo Chile: una casa de veraneo en Cartagena y una parcela cerca del lago Rapel, donde tenía motos de agua.
La Fiscalía Sacfi Centro Norte investigó a Morgado durante años. La detuvieron junto a otra veintena de miembros de su banda en 2022: hoy está en prisión preventiva esperando un juicio oral. Arriesga 20 años de presidio efectivo. Eso sí, según fuentes policiales, su familia sigue dominando La Pincoya, mientras financian abogados privados de altos honorarios para defenderla en el proceso.
Quilicura: los dominios de Marcelo Mella
Marcelo Mella y su familia se hicieron un nombre en la población Valle de la Luna, en Quilicura, a partir de balaceras y sometimiento de las bandas rivales.
El líder del clan se jactaba de sus bienes. Subía fotos de su lujosa parcela y sus autos de alta gama en Batuco. Fue hábil, dicen fuentes policiales: a pesar de que movía mucho dinero, no lo hacía a través de cuentas corrientes, porque así dificultaba el seguimiento de sus activos.
Lorena Rebolledo es la subdirectora de Drogas de la Unidad Especializada en Crimen Organizado y Drogas de la Fiscalía Nacional. Señala que lo que hacía la banda de Mella tiene que ver con un cambio en la lógica de negocios de las bandas chilenas: históricamente, el narco chileno tenía una estructura familiar muy pequeña. Lista ejemplos antiguos: la banda del Cabro Carrera en los 90, los Care Jarro y los Care Pelota. Todas bandas con un fuerte dominio en un territorio en específico, dedicadas exclusivamente a la marihuana, cocaína y pasta base. Pero también, además de vender, vivían allí mismo en sus búnkeres.
No ostentaban y, a lo más, remodelaban o ampliaban sus casas.
-Pero el narco de hoy tiene una parcela de agrado. Sube fotos de sus autos a redes y en su piscina, probablemente en un sector de Batuco o en Chicureo. Además, lucen cirugías y van a centros comerciales con tranquilidad.
Ese modelo era piramidal: una cabeza fuerte que dirigía todas las operaciones. Si caía la cabeza, dice Rebolledo, la operación se atomizaba o se desintegraba.
Pero esto fue cambiando. La banda de Mella es un ejemplo de esto. A pesar de que lo detuvieron y actualmente está en prisión preventiva por narcotráfico, sigue manteniendo poderío en Quilicura.
Esto se ve reflejado, cree la fiscal Adasme, en que Mella sufrió dos secuestros.
-Primero, una banda rival de la zona sur de Santiago le secuestró a su hijo. Tuvo que pagar $ 300 millones para que lo liberaran. Meses después secuestraron a su hija y a su esposa. Volvió a desembolsar $ 500 millones para la liberación.

Pero la particularidad, dice Adasme, es que esta negociación por ambas liberaciones la hizo desde la cárcel. Se contactó con familiares por celular para coordinar y dar la orden en ambas ocasiones de pagar el dinero.
La banda de Mella también le ganó la pulseada por la población Valle de La Luna a otro narcotraficante de la zona: Carlos Acevedo, conocido como el Guatón Mutema. Lo mataron en abril de este año. Aún no se sabe qué banda ordenó su muerte, pero hay cuatro detenidos por el hecho: dos chilenos y dos venezolanos. Una de las líneas investigativas es que esos venezolanos son sicarios contratados para ejecutar el homicidio.
Los Jalisco de Melipilla
Una particularidad del nuevo narco es su expansión a sitios fuera de Santiago. La fiscal Lorena Rebolledo explica que los traficantes están saliendo de las poblaciones históricas para asentarse fuera del radio urbano de Santiago. Eligen lugares como Calera de Tango y Melipilla.
Este es precisamente el lugar donde se estableció Cristián Aguirre Ramírez. Desde al menos 2018 se acreditó, según la indagatoria de la Fiscalía Metropolitana Occidente, que se dedicó junto a otras 11 personas al narcotráfico.
En un principio, la banda era apodada por los investigadores como “Los Ramírez”. Pero pronto, ellos mismos se pusieron otra chapa: los “Jalisco Nueva Generación Melipilla”.
Llegaron a controlar ocho poblaciones en esa comuna. La cocaína era importada desde el extranjero y llegaba directamente a Melipilla.
Luis Toledo, director del Cescro de la Universidad San Sebastián y exfiscal antidrogas, dice que este fenómeno del narco saliendo de Santiago hace sentido.
-Tienen los lugares de acopio en los sectores rurales, incluso en la Quinta o Sexta Región. Buscan lugares cercanos a carreteras para escapar rápidamente. Tampoco hay cámaras. Hay menos seguimiento y menos control policial.
Aguirre se mostraba como una persona opulenta. Aparece en imágenes luciendo gruesas cadenas de oro y, también, se le acredita la compra de propiedades y vehículos de alta gama.
Lo curioso, dice Rebolledo, es que la chapa de ser los “Jalisco” fue acordada por ellos mismos. El mismo Aguirre viajó a México a hablar con el Cartel de los Jalisco Nueva Generación, la reconocida organización que se disputó con el Cartel de Sinaloa el control de la droga en todo el territorio mexicano.

-El objetivo de Aguirre era contarles que se llamaban igual, y que querían ser una especie de filial en Chile -dice Rebolledo-. Pero les dijeron que no.
En octubre del 2021, según informó Radio Bío Bío, Aguirre recibió seis balas por la espalda de un pistolero de una banda rival. Lo trasladaron en helicóptero a la Clínica Las Condes. Allí estuvo más de dos meses en la Unidad de Tratamiento Intensivo. Mientras seguía en la clínica, su cartel fue detenido y puesto ante la justicia. Por acuerdo entre el fiscal jefe de Curacaví y el defensor de Aguirre, el cabecilla de la organización cumplió prisión preventiva en el centro asistencial rodeado y custodiado por sus soldados. Esto, hasta que fue condenado a 50 años de cárcel de presidio efectivo. La deuda por $ 300 millones en la clínica nunca fue pagada.
El sur y el oriente no tienen un rey
El sur de Santiago, dice la fiscal Rebolledo, sigue siendo el sitio más disputado por los líderes narco. El principal nombre que aparece es el de la banda Los Tabilo. Originalmente de la población La Victoria, en Pedro Aguirre Cerda, su líder, José Galarce Gallardo (52), “Joselo”, era un respetado capo del lugar. En los 80 fue miembro del MAPU-Lautaro. En los 90, se convirtió en traficante y se enfrascó en una disputa territorial con Los Care Jarro y Los Gaete, otras bandas rivales, por el control de La Victoria.
Esta disputa fue dura, recuerda Paulo Contreras, exjefe de antinarcóticos y crimen organizado de la PDI.
-En ese tiempo, cuando se daban las incautaciones a Los Gaete o Los Care Jarro, se encontraba armamento pesado, como AK-47 e incluso granadas.
Los últimos en caer, dice Contreras, fueron Los Gaete, en 2007. Llamó la atención que les encontraron $ 300 millones en efectivo.
Así, Los Tabilo se consolidaron como la banda por antonomasia en la zona sur de la capital, al punto que se convirtieron en distribuidores de droga. La traían desde Bolivia y la vendían a bandas más pequeñas incluso, con relaciones comerciales que se extendían hasta Puerto Montt.
En junio de 2022, la PDI detuvo a gran parte de los miembros de la banda. Luego, en octubre de ese año, cayó el mismo Galarce. Según información policial, la banda ya no posee el mismo poder que antes en la zona y está prácticamente desmantelada.
Cerca de ellos, en el sector oriente, salta el nombre de Los Marambio y Los Lobos: grupos que se disputan el control de comunas como La Florida y Macul, con presencia en poblaciones como la Santa Julia. También en La Florida aparece el nombre de Carlos Retamales, apodado “El Macaco”. Agarraron cierta notoriedad cuando sus casas con ampliaciones fuera de regla fueron demolidas por el exalcalde Rodolfo Carter.
Lo que ve Rebolledo de todo esto es un boom de bandas narco. Nunca ha habido tantas como ahora. La razón es la de siempre: se trata de un negocio rápido, con una rentabilidad elevada. Lo que ha variado es la demanda. Ahora, asegura, es mucho más alta que antes. Sobre todo con la irrupción de las drogas sintéticas que trajo el Tren de Aragua, como la ketamina y las pastillas.
-El cliente de estos narcotraficantes ya no es el adicto de la esquina. Ahora, sumándole la particularidad de que la pueden vender a todo Santiago a través de aplicaciones de mensajería, su público llega incluso al barrio alto de Santiago.
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