Crítica de TV: El Hormiguero, una mezcla que hay que dejar cuajar
Anoche el estelar de Canal 13 que marcó el inicio de Tonka Tomicic en la televisora, debutó en tercer lugar de audiencia.
Adaptar al gusto chileno un programa comprado en el extranjero es tarea no menor para los creativos de la televisión local, que han visto pasar aciertos (Protagonistas de la fama) y desaciertos (Operación triunfo, Aquí no hay quien viva) por partes iguales. La clave para que el asunto funcione está en cuánta realidad chilena se cuele en él y que el filtro deje fuera lo que resulte incómodo a la realidad del país.
A juzgar por el primer capítulo de El hormiguero, esa tarea quedó al debe y los realizadores deberían modificar sobre la marcha algunos aspectos para que el estelar no naufrague con el correr de los días.
Descontando algunos problemas técnicos (la musicalización erró varias veces, el tiro de cámara impidió que se viera el beso de los animadores al principio) y el fiato de la pareja conductora (Lagos interrumpió varias veces a Tomicic), anoche el problema estuvo en lo aleatorio de la mezcla y en lo poco atractivo del invitado para el debut.
Aleatorio en las secciones el ritmo desenfrenado, incómodo en algunos chistes que daban vergüenza ajena, con dos muñecos que ayer no justificaron su presencia con un desorden visual que podrá ser del gusto español -de donde viene el programa-, pero difícil de tragar para los más pausados y tradicionales ojos chilenos, que seguro no entendieron por qué los animadores pidieron comida china para cien personas, por qué Tomicic tenía que volar ayudada por globos o por qué la pareja anfitriona se puso mallas en la cara para hablar en una ocasión.
Esto, más que innovación o transgresión, fue un híbrido, una ensalada de frutas donde varios ingredientes sencillamente no juntan ni pegan.
El formato gira en torno al invitado de la noche. De él depende cuán entretenido sea mantenerse casi dos horas frente al televisor. Y Zamorano ayer no hizo nada que no se le haya visto hacer antes: cantó desafinado, habló trivialidades de fútbol, dijo un centenar de frases para el bronce y en el único momento que dijo algo novedoso (que conoció a Madonna en un hotel), los animadores no contrapreguntaron nada.
El cierre del espacio, con las "hormigas" adelantándose a las críticas (dijeron irónicamente que el programa elevaría la calidad de la TV chilena) resultó soso y poco ingenioso, porque nadie podría exigirle a un estelar misceláneo que eduque.
Lo que uno tiene derecho a pedir es que entretenga tal como lo ha prometido. Y ayer eso no ocurrió. Afortunadamente, se trata del debut y quedan semanas para mejorar el nivel de invitados y para cuajar como corresponde esta mezcla de conversación-ciencia-entretención como se merecen los televidentes en vacaciones.
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