Histórico

El australiano salvaje del Amazonas

Se amarra a pumas y habla el lenguaje de los animales de la selva. La BBC lo encontró en un café londinense, pero vino de Australia y ha hecho del Amazonas su hogar. Ahora planea aprender sobre jaguares con los huaorani.

A Peter Allison, el rastreador de animales, explorador, temerario y escritor australiano, lo conocí en un café de la zona bohemia del norte de Londres.

Acababa de regresar de las selvas remotas de Bolivia, donde había pasado sus días con un puma traumatizado llamado Roy amarrado a su cintura.

Estaba en Londres en una corta escala antes de embarcarse en su próxima aventura, en esta ocasión en el Amazonas ecuatoriano.

Lo primero que noté fue cuán fuera de lugar se veía en la ciudad. Se comportaba como un animal.

"No lo puedo evitar", me dijo, mientras sus ojos brincaban cada vez que un peatón o vehículo pasaba afuera en la calle.

"Estoy automáticamente buscando gatos grandes y escuchando las alertas de las aves ante los depredadores. Pero es difícil oírlas por el ruido de la ciudad".

Pedimos café. A pesar de lo salvaje, a Allison le gustan los lattes (café con leche).

Me contó que se consideraba un nómada. En la ciudad, dijo, se sentía desconectado, presionado. Que él necesita ser libre. Que, sencillamente, esa era su naturaleza... como ser zurdo.

Cara, África. Sello...

Su pasión por los animales salvajes empezó cuando era niño y se enamoró de los loros.

Todos los días lo despertaban tocando en su ventana con sus picos. Él se untaba el cuerpo con una pasta azucarada y se paraba en el jardín para que los loros pudieran lamerlo.

Cuando dejó la escuela, fue de un empleo a otro pero nada lo convenció, así que decidió dejarse llevar por su corazón.

Como en las mejores aventuras, todo empezó tirando una moneda al aire. Si era cara, se iría a África; si era sello, a Sudamérica. Fue cara.

Viajó a Botsuana y se convirtió en un rastreador de animales ecologista, tras aprender el lenguaje universal de los leones, leopardos, monos y otras criaturas.

"La gente pensaba que yo era un psíquico, pero los llamados de los animales son distintivos. Hay un sonido que significa 'Cuidado, hay un ave de rapiña sobrevolando".

Y me lo demostró haciendo un extraño silbido, que sonaba como "s, s, ss, ss, s". Y luego, en medio del café, imitó el bramido poscoital del babuino o papio.

Tras varios años, se empezó a preguntar cómo habría sido su vida si la moneda hubiese caído en sello. Eventualmente, se fue a Bolivia, a la selva, donde encontró trabajo en un centro de conservación para animales salvajes maltratados.

Allá fue donde conoció a Roy, el puma traumatizado, a cuya madre la habían matado unos cazadores furtivos.

Roy tenía hambre

Como parte de la terapia del puma, se le permitía correr libremente por la selva, como lo hubiera hecho en estado silvestre, sólo que con Allison unos 10 metros más atrás, amarrado a un lazo, para poderlo desviar en caso de que tuviera algún problema. Al menos esa era la teoría.

Un día, Roy olió algo raro y salió corriendo, arrastrando consigo a su guardián. Ninguno de los dos estaba al tanto de que la preeminente primatologista Jane Goodall estaba de visita oficial en el centro de conservación.

Un grupo de huérfanos locales estaban cantando para ella. Roy iba derecho hacia ellos, mostrando sus dientes, hambriento.

A último minuto, Allison logró evitar el desastre enredando el lazo que lo conectaba con el puma alrededor de un árbol. Le tomó una hora de forcejeos para poder meter a Roy en su jaula.

"¿No le dio susto de que lo mordiera?", le pregunté.

Sonrió y meneó la cabeza. "Roy era un puma racista. Sólo atacaba a bolivianos. ¡Una vez se le comió el bazo a un local!"

Ahora, jaguares

De Londres, Allison partirá con destino al Amazonas, para buscar a la tribu Huaorani.

"Ellos tienen una relación especial con los jaguares salvajes", me explicó. "Eso es lo que más me atrae. Tendré que vestirme como ellos, para que me acepten".

Los huaorani no usan más que un pedazo de cuerda entre sus genitales.

Le dije adiós al hombre salvaje, y le deseé suerte, de todo corazón. Él contestó que no veía la hora de retornar a la Amazonia, y me agradeció el café.

Y, de repente, se desvaneció en la selva urbana.

¡Celebra el Día del Amigo con descuentos!

Digital + LT Beneficios$1990/mes por 5 meses SUSCRÍBETE

Servicios