Histórico

Llevar agua a su molino, y dejar seco el del vecino...

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LAS CRONICAS políticas fueron de lectura obligada los días siguientes a la elección presidencial, parcial de senadores, de todos los diputados y de los consejeros regionales, elegidos por primera vez por voto popular. No tan sólo para conocer los resultados, el lunes 18, sino también para leer más adelante los análisis de politólogos de distinta óptica, y enterarse de las interpretaciones y opiniones de dirigentes políticos, para armar con todo ello un escenario de tendencias, aunque sólo fuera de política ficción.

No obstante, dos lectores, Luis Mena Z., de Santiago; y César Gacitúa M., de Copiapó, señalan haber quedado "con gusto a poco": querían saber "quién dijo qué". En mensajes separados sostienen que las informaciones políticas tituladas "La Moneda y la Alianza hacen crudo análisis de los resultados parlamentarios" y "Duro revés electoral UDI anticipa discusión por control del partido", publicadas en las páginas 2, 3 y 6 de La Tercera del martes 19 de noviembre "carecen de fuentes identificables". El lector Gacitúa agrega que "todo el contenido se atribuye a personajes que parecen moverse en la penumbra, que el autor no identifica" y, agrega que "así nadie sabe con certeza a qué molino van esas aguas...".

El tema de la fuente periodística debe quedar siempre bien resuelto porque es la piedra angular en la construcción de una información, y de ella depende el valor que tendrá el texto ante los ojos del lector. En columnas anteriores se ha recordado lo que señalan las cartillas de estilo, el manual de estándares editoriales de Copesa y las normas que reúnen códigos y consejos de ética de Chile y del exterior. En lo medular, estos documentos indican que el periodista debe citar sus fuentes, porque el receptor -en este caso, el lector- tiene derecho a conocerlas. Se trata de un derecho que está en el ADN de la persona, en su inteligencia, y que la inclina a conocer la realidad de manera oportuna y sin manipulaciones.

En el ejercicio del periodismo surgen múltiples conflictos éticos, y silenciar la identidad de una fuente informativa es uno de ellos. La opción de ocultarla -sostiene la periodista Paula Alfani, autora del artículo "El dilema de las fuentes reservadas: ¿puede violarse el secreto profesional?"- se justifica sólo cuando la información es más importante que quien la emite "y en los casos en que no podamos acceder a ella si no aceptamos mantener su origen en secreto".

Pero, finalmente, es el periodista o el editor quien debe evaluar qué es lo correcto, y qué se debe hacer. Reservar la fuente no exime al periodista de su responsabilidad; y cubrirla con un manto de misterio, debe ser una excepción, porque no resulta interesante conocer situaciones u opiniones si no se sabe realmente quién las representa o avala. Y, además, porque la credibilidad del medio y la del propio profesional que firma se ve afectada por el desconocimiento del origen de la información.

Delitos informáticos


Una noticia publicada por La Tercera el pasado 20 de noviembre dice: "Caen hackers que enviaban virus en falso mail de PDI". El texto revela las características y alcances de un delito cometido supuestamente por dos profesionales que simulaban pertenecer a la Policía de Investigaciones (PDI), Dicom e Impuestos Internos. Si bien debe operar -como siempre- el principio de presunción de inocencia, la Brigada de Cibercrimen consiguió intervenir y decodificar el virus, que recibieron empresas y unas nueve mil personas a través de correos electrónicos. Ello permitió que la PDI localizara y detuviera a los presuntos autores, que un fiscal formalizó por los delitos de sabotaje y espionaje informático.

La omisión de los nombres de los detenidos -señala el lector Marino Díaz- "deja la impresión de que hay delitos ingeniosos, de guante blanco, que reciben el beneficio del anonimato".

Aunque ello no es así en La Tercera, la información es al menos incompleta, porque los nombres los difundieron varios otros medios.

El Representante del Lector acoge críticas y objeciones a los contenidos del diario. Escriba a lector@latercera.com

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