Poirot en el cine: regresa el detective del bigote infalible

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El personaje más célebre de Agatha Christie retorna en Asesinato en el Expreso de Oriente, que se estrena el 9 de noviembre. Kenneth Branagh protagoniza y dirige la película con el investigador de mente brillante y mostacho inconfundible.




Un anhelado viaje a las tierras de la antigua Mesopotamia en 1928 provocó al menos dos hechos decisivos en la vida de Agatha Christie: fue pasajera del lujoso tren Orient Express, donde transcurriría su popular novela de 1934, y al llegar a destino conoció a Sir Max Malloran, distinguido arqueólogo que se convirtió en su segundo y último esposo. En una siguiente visita a Asia Menor hizo además una extensa parada en el Hotel Pera Palace de Estambul, donde escribió de un sólo plumazo Asesinato en el Orient Express. Hasta hoy, los dueños del recinto recuerdan la habitación de Christie con motivos alegóricos a su ilustre visita.

Publicada en enero de 1934 en Gran Bretaña, Asesinato en el Orient Express fue la décima novela de Christie protagonizada por Hércules Poirot, el infalible detective belga de gran bigote que nació en la novela El misterioso caso de Styles (1920). A la larga, Poirot estaría en 33 novelas y más de 50 relatos, sin considerar sus múltiples personificaciones en la televisión y el cine, desde Albert Finney en 1974 hasta David Suchet en la serie Poirot (1989-2013).

El 9 de noviembre, poco más de 10 días, llegará a las salas de todo el mundo (incluyendo Chile) un nuevo Poirot. Es el de Kenneth Branagh, quien protagoniza y dirige otra versión de la novela de 1934. El título de la película en esta ocasión castellaniza todo, incluyendo el nombre del tren: se llama Asesinato en el Expreso de Oriente. Un poco imitando el elenco de estrellas de la versión fílmica de 1974 (donde Sidney Lumet dirigió, entre otros, a Sean Connery, Ingrid Bergman y Lauren Bacall), el realizador británico reclutó a otra constelación. Están Johnny Depp, Michelle Pfeiffer, Penélope Cruz, Willem Dafoe, Derek Jacobi y Judi Dench. Todos, sospechosos del asesinato de un pasajero del Expreso Oriente.

Aún no hay críticas del filme, pero sí hay pistas. Probablemente Poirot ya habría deducido algo considerable con ellas: el director de Frankenstein (1994) y Cinderella (2015) dijo a la revista Entertainment Weekly que enfatizaría los elementos más siniestros y oscuros de la novela. Sin olvidar, por supuesto, el habitual humor del estilo de Agatha Christie.

También, y no es un dato menor, este Poirot tendrá el bigote más espectacular de todos los llevados a la pantalla. Se sabe que a la escritora nunca le gustó el mostacho de bajo perfil que lució Albert Finney. Poirot alardeaba en sus libros que tiene "el mejor bigote de toda Inglaterra", pero a través de la cinta de Lumet era difícil deducirlo.

La "reina del crimen"

Conocida durante mucho tiempo como la "reina del crimen", Agatha Christie fue desarrollando durante 66 novelas policiales una obra de implacable eficacia comercial. Sus argumentos al grano y sus investigadores fuera de lo común la transformaron en una de las autoras más leídas de la historia (ver ficha). Por si fuera poco, su obra teatral La ratonera es un milagro: se da desde 1952 ininterrumpidamente en Londres, con 65 años en cartelera y 26 mil funciones a la fecha.

Parte de la fascinación que provocan los argumentos de Christie está en los desenlaces. En La ratonera es así, y en Asesinato en el Orient Express también. La trama transcurre a mediados de los años 30, cuando 13 pasajeros de las más diversas nacionalidades y orígenes (nobles rusos, misioneros españoles, hoteleros franceses, etc.) se transforman en los inmediatos sospechosos del asesinato del hombre de negocios norteamericano Samuel Ratchett, apuñalado en su cuarto de dormir del tren. Poirot es pasajero y debe resolver el caso.

El investigador, que solía decir que todo crimen se resolvía "utilizando las pequeñas células grises", se transformaría ya en los años 30 en un personaje algo hostil para la autora. Christie lo llegó a considerar "insufrible, egocéntrico y pretencioso", aunque siempre dejó en claro que su primer deber con sus lectores era seguir escribiendo sus historias. En paralelo y quizás para librarse del insoportablemente brillante Poirot, Agatha Christie mantuvo siempre una carrera paralela como autora teatral y escribió policiales con otros personajes.

Justamente otras dos películas sin Poirot llegarán próximamente a las pantallas. Una está terminada y la otra debe rodarse. La primera es Crooked house, cinta dirigida por el francés Gilles Paquet-Brenner y protagonizada por Glenn Close, Terence Stamp y Christina Hendricks. Basada en la novela homónima de 1949 (que la autora consideraba una de sus mejores obras), se interna en los meandros del asesinato de un multimillonario en su propia mansión. El filme se estrena la próxima semana en Italia y luego comenzará su recorrido en otros mercados del mundo.

Más le falta a Witness for prosecution, largometraje que el próximo año dirigirá Ben Affleck y donde también se reserva uno de los personajes. Primero un cuento en 1925 y una exitosa obra teatral en 1953, se trata de un intrincado drama de corte donde un abogado defiende a un hombre acusado de asesinar a una millonaria. En 1957, la pieza se transformó en Testigo de cargo, clásico del cine negro que en manos de Billy Wilder tuvo además la última actuación de Tyrone Power como el sospechoso del crimen.

La sorpresa de última hora y el culpable insospechado están a la orden, aunque esta vez el brillante investigador de gran bigote no fue invitado a resolver el misterio ni a utilizar sus "células grises".

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