Histórico

Recuerdan en Viena exposición que llevó a Gustav Klimt a la fama

El montaje replica exactamente la exposición que supuso la consagración del pintor austríaco y el comienzo del modernismo vienés.

Fue en la Kunstschau de 1908, una exposición de arte de vanguardia donde Gustav Klimt expuso por primera vez su obra El Beso. La razón fue que el país estaba imbuido en el 60 aniversario de la subida al trono del anciano emperador Francisco José, y todos los artistas de vanguardia estaban excluidos de las celebraciones.

Por eso elos mismo construyeron un pabellón de madera que supuso, pese al fracaso de asistencia de la muestra, el comienzo de una nueva era simbolizada en la célebre pintura de Klimt.

A cien años de ese impulso fundamental al modernismo artístico del siglo XX, es que la galería Belvedere de Viena recuerda a Klimt en una exposición que celebra el nacimiento del modernismo vienés.

Josef Hoffmann, Gustav Klimt y Kolo Moser son los más destacados artistas de una exposición que se abre al público mañana y que cerrará sus puertas el próximo 18 de enero.

En total se muestran unas 250 obras en distintos soportes, entre ellas alrededor de una veintena de cuadros y bocetos a pincel de Klimt (1862-1918), aunque faltan algunos de los óleos más emblemáticos del pintor vienés.

En la muestra se trata de ofrecer lo más destacado de aquella exposición de 1908, convertida en una vitrina de las entonces rompedoras creaciones de los artistas del movimiento Secession.

La ahora famosa exposición de 1908, en la que también participó Oskar Kokoschka, acabó en un desastre financiero debido a la poca afluencia de público, que en total no superó los 40.000 visitantes.

Los organizadores destacaron que los artistas estaban adelantados a su tiempo, con una temática transgresora cargada de erotismo y elementos oníricos que influyeron en toda la creación pictórica posterior, pero que no supo ser apreciada en su momento.

"Hemos reconstruido todo para dar la sensación de cómo Gustav Klimt deseaba que se expusieran sus obras", explicó a los periodistas Alfred Weidinger, comisario de la exposición.

Lo más destacado de la exhibición en el antiguo palacio de Belvedere es la recreación milimétrica de la sala en la que Klimt expuso sus creaciones, para que los espectadores puedan apreciar la manera en la que el artista quiso que se dieran a conocer sus obras.

Entre los cuadros se encuentran algunos de los más conocidos del pintor, como "El beso", "Las tres edades" y "Serpientes de agua", aunque se echan en falta otras muchas, que están representadas en una copia en blanco y negro.

Entre los ausentes se encuentra el famoso retrato de "Adele Bloch-Bauer", el cuadro más caro del mundo después de que Ronald S. Lauder, el magnate estadounidense de la cosmética, pagara 135 millones de dólares por él.

Lauder no quiso ceder el cuadro a la galería con la que la anterior propietaria del óleo tuvo que litigar durante años para que se le restituyera al quedar demostrado que fue confiscado de forma ilegal por el régimen nazi.

La galería vienesa tuvo que devolver en 2006 cinco óleos, entre ellos el retrato de Adele Bloch-Bauer, a sus dueños originales, tras un fallo de un tribunal de arbitraje contra el Estado austríaco.

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