Columna de Daniela Lagos: Succession, el último round

Así, no hay más que esperar a que domingo a domingo en HBO lleguen nuevos enredos, traiciones, giros y exabruptos, en el último round de una pelea familiar como pocas veces se ha visto en la pantalla chica y que merece despedirse tan bien como llegó.



Casi cinco años después de que Succession llegara a la pantalla para instalarse como una de las mejores series de los últimos tiempos, la cuarta y última temporada, que debuta mañana por HBO y HBO Max -y en la que Culto tuvo acceso a su primer capítulo-, abre en el mismo día que en el primer episodio: en el cumpleaños de Logan Roy (Brian Cox), el patriarca de una familia y empresa multimillonaria.

Pero esta vez no son sus hijos y nietos quienes llenan el living; esa fantasía de fraternidad que siempre fue falsa ahora está completamente quebrada, y quienes lo celebran son conocidos, empresarios, empleados… gente que no le interesa en lo más mínimo y que evita, mientras su atención está puesta en un negocio que está a punto de cerrar, y que tres de sus hijos -los que no están en su fiesta- intentarán frustrar.

Diez episodios marcarán el final de esta mezcla de drama con comedia negra que quiere cerrar su ciclo en lo alto, y según se puede ver por el primer capítulo de la temporada, va bien encaminada sin desviarse un centímetro de lo que conoce, porque el debut de este cuarto ciclo nos lleva de vuelta a los dramas que hemos visto desde el inicio: una familia en que las alianzas cambian de un momento a otro, en que los negocios dictan quiénes son amigos y quiénes enemigos, y en que los sentimientos han sido relegados a noveno plano, aunque por ahí se asoman de vez en cuando.

Pero esta “repetición” del conflicto no es indicativo de una serie falta de ideas, sino que más bien muestra una producción que ha perfeccionado su engranaje y está lista para despedirse con una versión más grande y explosiva de lo que ya hemos visto. La guerra está declarada, los bandos supuestamente definidos y ya nadie tiene interés en siquiera aparentar armonía.

En el inicio de la temporada se ve una orquesta bien afinada. Los actores conocen a sus personajes a profundidad, la escritura se mueve sin temor por una línea que siempre tiene al menos un poco de incomodidad, la historia se mueve de forma rítmica, también gracias a la música que acompaña siempre.

Así, no hay más que esperar a que domingo a domingo lleguen nuevos enredos, traiciones, giros y exabruptos, en el último round de una pelea familiar como pocas veces se ha visto en la pantalla chica y que merece despedirse tan bien como llegó.

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