Columna de Marcos Kulka: Una transición energética justa, sin slogans de falsas dicotomías



¿Cómo lograr una transición energética justa en el tiempo que nos exige la radicalidad de la crisis climática? Las más recientes olas de calor en Europa y Asia dan cuenta de eventos extremos que ponen en riesgo la vida de las personas y ecosistemas y nos revelan las consecuencias de no haber actuado en forma preventiva. La brecha de tiempo se acorta para lograr las metas comprometidas: mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 °C, tal como lo exige el Acuerdo de Paris para lo cual Chile deberá reducir alrededor del 45% de sus emisiones para 2030 y que se alcance el escenario cero neto el 2050.

Uno de los focos del problema es cómo reemplazamos los combustibles fósiles en forma acelerada para evitar el mayor calentamiento del planeta que hoy ya ha alcanzado más de 50 grados, en los casos más extremos. En la actualidad tenemos a la mano un recurso como el hidrógeno verde que posibilita reemplazar este tipo de combustibles, en usos que serán difíciles de electrificar o donde las emisiones de CO2 son complejas de abatir. Y que puede alcanzar en Chile costos competitivos por las características de nuestra geografía, alta radiación en el norte y fuertes vientos en el extremo sur (que se traducen en energías renovables solar y eólica, fuentes que resultan fundamentales para su producción).

Mediante la implantación del hidrógeno verde, se lograrían bajar al 2050 a nivel mundial entre 40 y 80 gigatoneladas de CO2 (entre el 20% y 10% del stock acumulativo de CO2 posible).

En el contexto de la dualidad de lo global con lo local es donde vemos el desafío al cual debe responder esta nueva industria. Lo global tiene relación con la capacidad que tenemos como país de ofrecer una alternativa renovable y de bajas emisiones a los requerimientos energéticos de todo el planeta y de Chile. Esta oportunidad, que involucra beneficios identificables a nivel regional y nacional, tales como nuevos encadenamientos productivos, seguridad energética, valor local, reactivación económica y la generación de más de 100 mil empleos, se puede hacer realidad si somos capaces de desarrollar la industria en tiempo y forma. Deteniéndonos en la forma, existe un ámbito de vital importancia como es el entorno territorial donde estarán emplazados los proyectos, cuya conservación en cuanto asentamiento humano y a ecosistema será el principal indicador del éxito de esta industria en el futuro.

Plantear los desafíos de habilitar esta industria como algo dicotómico entre los que protegen la biodiversidad o el territorio versus los que querrían dañarla a través del desarrollo e implementación de los proyectos es una caricatura poco acertada e irreal. Ambos están orientados al mismo propósito: combatir la crisis climática.

Todos estamos conscientes y convergemos en que no tiene sentido desplegar la industria si afectamos otras crisis como la pérdida de biodiversidad e impactamos en la calidad de vida de las personas y en la identidad de los territorios. Lo socioambiental no se contrapone con la búsqueda del desarrollo sostenible de Chile.

Así es fundamental generar un espacio de colaboración genuina entre el mundo público y privado, incorporar a la ciencia y la tecnología, pero más aún es fundamental incorporar la participación de sociedad civil en forma temprana.

Esto resulta crítico para construir líneas base que contengan los elementos centrales, con datos robustos, que nos permitan tener un ordenamiento del territorio responsable sin afectar la biodiversidad, brindando valor real al territorio, creando una mejor calidad de vida para sus habitantes.

Así esta tarea, que es urgente y se debe atender de manera crítica, es imposible realizarla desde un solo sector y menos aún si para defender cada uno de los intereses de los participantes nos atrincheramos en slogans dicotómicos de los que están a favor del cuidado del planeta versus el prejuicio de los que solo quieren producir daño. La magnitud del desafío necesita a Chile, y Chile, como uno de los países más vulnerables frente a la crisis climática, necesita a todos trabajando bajo el propósito de descarbonizar nuestro país y el planeta.

Por Marcos Kulka, director ejecutivo de la Asociación Chilena de Hidrógeno, H2 Chile.

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