¿El triunfo del pensamiento pasional?

Los estudiantes siempre pueden paralizar las instituciones en que se forman. Basta con que ocupen las instalaciones. Quienes inician así su carrera política llaman “tomas” a tales acciones. Así adquieren una connotación heroica, que seduce a la juventud. Sería el equivalente de participar en la “toma” de la Bastilla o la del Morro de Arica. Pero una cosa es paralizar una institución, y otra es hacerla avanzar. Las universidades, la unidad en lo diverso de maestros y discípulos, atesoran y protegen el conocimiento, lo transmiten a la juventud y lo incrementan con la investigación. ¿Quiénes tienen poder para fomentar el florecimiento de la universidad? Solo sus profesores.
¿Cuál es el objetivo último de la educación en una sociedad democrática? Cultivar y promover el pensamiento racional. Es decir, el que procede valorando la información, el rigor en la argumentación y la imaginación empapada de humanidad. Solo así es posible promover el encuentro respetuoso, productivo (tanto en lo material como en lo “espiritual”, “intelectual” o “educacional”) y, cuándo y cómo corresponda, festivo del mayor número posible de personas. Es un antídoto contra el pensamiento pasional, que empuja a la juventud al desorden aduciendo causas nobles. Porque éste solo busca el placer, la satisfacción de deseos, la resolución de problemas personales: desde las urgencias urinarias, la búsqueda de alimento, bebida, cobijo, dinero, poder, reconocimiento y hasta urgencias sexuales. El pensamiento racional, por contraste, busca la verdad para resolver problemas públicos.
El aspirante a semiculto, es decir, el estudiante universitario genuino, no busca la verdad para dejar de ser ignorante. Sabe que esa meta es imposible. Conoce la sentencia tremenda de Sócrates: “Una cosa sé, que nada sé”. Solo el pedante ignora que es ignorante. Buscamos la verdad para ser libres o menos esclavos de otros. Por este motivo, el avance de la pulsión triestamental en la Universidad de Chile son muy malas noticias. Es el triunfo del pensamiento pasional por sobre el pensamiento racional. Y ocurre justo al interior de la institución destinada a cultivarlo.
Siete integrantes del Senado Universitario elegidos con hasta 600 votos de los 40.000 integrantes del claustro estudiantil, aliados con un puñado de profesores “triestamentalistas”, aprobaron hace unas semanas una modificación estructural de la institución sin documentación, ni argumentación rigurosa. Es decir, de manera pasional. En el gobierno de las facultades, las unidades básicas de la estructura universitaria, los profesores tendrían la mitad de los votos de los integrantes elegidos, la otra mitad correspondería a la suma de los votos de alumnos y funcionarios. Hay quien tiene la esperanza candorosa que esta modificación mejorará la gobernanza de la Universidad. Pero en veinte años de Senado Universitario, con siete integrantes elegidos por el claustro estudiantil, las ocupaciones continuaron. ¿Por qué? Porque le conviene a los estudiantes que hacen de la universidad un trampolín a la política. El triunfo del pensamiento pasional en el principal templo de la razón son malas noticias para la Chile y, por lo mismo, malas noticias para Chile.
Por Miguel Orellana Benado, Profesor asociado de Filosofía del Derecho y primer secretario, Senado Universitario (2006-2007)
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