Por Rafael SousaKast y la hegemonía de la derecha: ganar sin luchar

A días de que Chile elija a un nuevo Presidente de la República, las paradojas de nuestra política tienen a José Antonio Kast hablando prácticamente como lo haría un centrista; diciendo lo que Evelyn Matthei podría haber dicho. El candidato republicano parece saber que buena parte de sus electores votarán por él no por sus ideas más identitarias, sino a pesar de estas. Si las encuestas están en lo correcto, movilizará un inmenso caudal de preferencias que van mucho más allá de su núcleo duro. En lo electoral, su estrategia en los últimos meses ha consistido en no incomodar a los votantes que muestran una preferencia débil por su candidatura. En lo político, ha priorizado no abrir flancos con Chile Vamos, instalando la idea de que su antagonista es el oficialismo. Ofreciendo lo mínimo, se está apropiando sin muchos problemas de la representación completa de la oposición.
Lo que salta a la vista es que Kast no ha necesitado de un gran esfuerzo para ganar la fidelidad de la derecha, principalmente de la UDI y también de RN. Esta ha fluido con la naturalidad de lo obvio. Republicanos quiere a Chile Vamos en su gobierno y Chile Vamos quiere gobernar armando una coalición post electoral, dinámica propia del parlamentarismo y poco habitual en nuestra política hasta la alianza entre el Socialismo Democrático y el Frente Amplio con el PC que cimentó la alianza de gobierno de Boric. Pero a diferencia de aquella experiencia, en este caso no ha habido grandes negociaciones ni mayores fricciones. Seguramente vengan cuando, suponiendo lo probable, ganen la elección y deban decidir los cargos que cada partido tendrá. Ha bastado con evitar tesis del tipo “anillos de poder”. A Kast le ha sido suficiente ofrecer la perspectiva de gobernar y una buena cuota de dignidad a sus vecinos derrotados. Ni siquiera ha reclamado un respaldo más activo por parte de Matthei, no ha sido necesario. Un escenario curioso en una actividad como la política, en que nada se regala, y en una derecha que teniendo la oportunidad de expresar este espíritu de unidad a través de una primaria, no lo hizo. O ambas partes -Republicanos y Chile Vamos- están esperando el día lunes para exponer sus diferencias y hacerlas pesar en la discusión por la cuota de poder que cada uno tendrá en La Moneda, o esas diferencias nunca existieron. No respecto de los asuntos esenciales por lo menos.
Así, se empieza a evaporar la relevancia política de Chile Vamos, cuya contribución a un probable gobierno de Republicanos hoy parece limitada a lo administrativo, aportar buenos cuadros para llenar el Estado. Como las bandas de rock que decaen con el tiempo, su problema no es que se hayan olvidado de tocar, sino que se han quedado sin nada que decir. Vagamente asoma la idea de participar del futuro gobierno, pero manteniendo una identidad propia, nada más cercano a lo imposible. Kast está ganando una batalla crucial por la hegemonía de la derecha sin siquiera luchar. Sun Tzu lo aplaudiría.
Por Rafael Sousa, socio en ICC Crisis, profesor de la Facultad de Comunicación y Letras UDP
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