Un rol ineludible de los partidos políticos
SEÑOR DIRECTOR:
Parece ser que en las últimas semanas a raíz del “Caso Convenios”, la prudencia, esa virtud de sensatez, cautela y buen juicio que antecede a una decisión, no ha sido lo que ha primado estos días.
El ejercicio del poder requiere de mucha moderación en la toma de decisiones, atributo que puede ser adquirido de muchas formas.
Una tarea importante de los partidos políticos es la formación de sus militantes; la entrega de herramientas para competir por el poder, pero especialmente la entrega de estos instrumentos y virtudes para el ejercicio del poder resultan imprescindibles en el proceso de preparación.
La existencia o no de delitos, está en manos del Ministerio Público. Sin perjuicio de esperar el resultado de estas investigaciones y de las instancias administrativas, conviene recordar que el cumplimiento de la ley es el estándar mínimo para quienes ejercen el poder en virtud de la voluntad popular. Más allá de ese “mínimo para ejercer el poder” se encuentra la prudencia, y claramente, hasta donde sabemos, la discrecionalidad imprudente es uno de los hechos cuestionables en estos casos.
Nutrir profesionales capacitados técnica y políticamente para administrar el poder es deber de los partidos políticos. La permanente debilidad de éstos, en ocasiones, no permite una adecuada selección de sus militantes para la toma de decisiones.
Pero, hay que tener presente que, ni la mejor formación partidaria impedirá que quienes no quieran “habitar adecuadamente el poder” lo hagan solo para satisfacer intereses personales. En esta parte cobran relevancia los mecanismos de control para la rendición de fondos públicos, que siempre pueden ser perfeccionados, pero existen.
Claudio Pérez Lillo
Director Ejecutivo Centro de Estudios del Desarrollo
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