
Una mejor oportunidad para la derecha en noviembre

El domingo la izquierda chilena definió su abanderada presidencial para noviembre: Jeannette Jara, exministra del Trabajo y militante del Partido Comunista, se impuso con un 60% de los votos en las primarias del pacto oficialista Unidad por Chile, superando a Carolina Tohá y Gonzalo Winter. Sin embargo, este resultado –que representa apenas el 5,4% del padrón electoral total– evidencia más una señal de debilidad que de fortaleza.
La participación fue notoriamente baja: solo 1,4 millones de personas acudieron a votar, lo que equivale al 9% del padrón nacional. Este magro resultado deja al descubierto la apatía presente de gran parte del electorado de izquierda, salvo el núcleo duro del Partido Comunista. Aún más, la nominación de una candidata con una marcada trayectoria en la izquierda más radical dificulta seriamente cualquier intento del oficialismo por conquistar al votante moderado, especialmente en un país donde las principales preocupaciones de la ciudadanía son la inseguridad, la inmigración descontrolada y el estancamiento económico.
Frente a esta realidad, la alternativa que representa la derecha aparece más sólida y esperanzadora. José Antonio Kast, líder del Partido Republicano y actual favorito en las encuestas, ha sostenido con claridad y coherencia un proyecto político basado en principios fundamentales: libertad personal, seguridad, orden institucional y crecimiento económico. Su “Plan Implacable” contra la delincuencia, por ejemplo, ha logrado conectar profundamente con una ciudadanía hastiada de la criminalidad y la impunidad.
Desde su primera candidatura en 2017, Kast ha demostrado una convicción firme en sus ideas, lo que le ha permitido no solo consolidar un electorado leal, sino también ampliar su apoyo hacia sectores sociales que antes no se identificaban necesariamente con la derecha. Su liderazgo, sereno pero decidido, emerge como una alternativa creíble frente a un oficialismo desgastado y dividido, y especialmente frente a una candidatura comunista que plantea más retrocesos que soluciones.
La elección de Jara, paradójicamente, podría allanar el camino para un contundente triunfo de la derecha en noviembre. Su perfil ideológico extremo y la ausencia de una opción moderada en la izquierda dejan el espacio abierto para que una propuesta definida, valiente y vinculada con el sentir ciudadano se imponga con legitimidad democrática.
Chile se enfrenta a una encrucijada crucial. La elección de noviembre será más que un acto electoral: será una determinación de rumbo. ¿Continuar con un proyecto fracasado, anclado en ideas que han demostrado mundialmente su ineficacia? ¿O dar paso a una alternativa que ofrezca orden con libertad, seguridad con justicia, y progreso con responsabilidad?
Aunque faltan cuatro meses y medios -muy relevantes- para la elección presidencial, la oportunidad está ahí. Es el momento de que la derecha, con claridad de ideas y convencimiento en sus principios, la tome y la sepa convertir en una victoria que se vislumbra imprescindible para el buen futuro de Chile.
Por Álvaro Pezoa, director del Centro Ética y Sostenibilidad Empresarial, ESE Business School, Universidad de los Andes
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