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Chile y China: una amistad que mira hacia el futuro

Por Eduardo Frei Ruiz-Tagle, expresidente de la República de Chile

En noviembre próximo Chile y China celebrarán 55 años desde el establecimiento formal de sus relaciones diplomáticas. En este periodo ambos países han tejido una exitosa trama de encuentros, aprendizajes, desafíos y oportunidades. Cuando nuestro país reconoció a la República Popular China, en 1970, lo hizo en un contexto global marcado por la Guerra Fría. Fue el primer país sudamericano en dar ese paso, lo que no solo le abrió las puertas a la cooperación bilateral, sino que también lo instaló en una posición estratégica dentro del concierto internacional, anticipándolo a los cambios que vendrían años más tarde con la apertura de la nación asiática.

Más de cinco décadas después China es el principal socio comercial de Chile. Mucho de ello se debe al impacto del Tratado de Libre Comercio (TLC), vigente desde octubre de 2006. Las cifras son elocuentes. Entre 2005 y 2025, el comercio bilateral pasó de cerca de 8 mil millones de dólares a más de 42 mil millones, evidenciando un aumento sostenido año tras año. Asimismo, en la actualidad China representa casi el 40% de las exportaciones chilenas, mientras que en 2013 el porcentaje era de un 24,8%. Este crecimiento se refleja también en la confianza que el capital chino deposita en Chile, con numerosos ejemplos de inversiones importantes, las cuales, en su mayoría, se concentran en los sectores de energía, minería (especialmente litio), infraestructura, transporte eléctrico y agroindustria.

Podemos concluir entonces, que durante los últimos diez años hemos abierto una nueva etapa en la relación entre ambos países, que nos ha permitido profundizar los instrumentos comerciales y políticos que nos habíamos dotado previamente. Me refiero a la suscripción del acuerdo de Asociación Estratégica Integral -en noviembre de 2016- y la entrada en vigor del Protocolo de Modernización del TLC en marzo de 2019, mejorando el acceso al mercado chino y ampliando los capítulos de cooperación a nuevas materias.

55 años de relaciones diplomáticas no solo representan una cifra, sino la oportunidad de repensar nuestros vínculos para descubrir nuevas oportunidades en beneficio mutuo. Al respecto, considero necesario abordar temas estratégicos en el mundo de hoy como las energías renovables, la electromovilidad y la ampliación de la cadena de valor en la industria del litio. Estos temas, interconectados y de gran relevancia, están marcando el rumbo de la innovación, la economía y el cuidado del planeta. De igual modo, China avanza rápidamente en campos como la inteligencia artificial, la robótica y las telecomunicaciones. Para Chile, el reto será aprovechar la creciente cooperación con la nación asiática para impulsar su propia agenda de innovación y modernización productiva, y no quedar rezagado tecnológicamente.

También podemos trabajar juntos en el desarrollo de nueva infraestructura por la vía de la asociatividad público-privada. Chile requiere recuperar y alcanzar niveles de eficiencia en su cadena logística vinculada al comercio exterior, que nos ayude a minimizar el costo de los productos importados y maximizar los excedentes de nuestras exportaciones.

“En la actualidad China representa casi el 40% de las exportaciones chilenas, mientras que en 2013 el porcentaje era de un 24,8%. Este crecimiento se refleja también en la confianza que el capital chino deposita en Chile”.

Como se puede ver, aún hay mucho camino por recorrer, pero tenemos una base sólida sobre la que podemos seguir progresando. La relación entre ambas naciones es hoy madura, multifacética y estratégica, y basada en la confianza, el respeto mutuo y la complementariedad económica. Son estos principios rectores, los que nos han permitido acceder a uno de los mercados más grandes y dinámicos del mundo, mientras que China ha encontrado en nuestro país un socio confiable y estable en América Latina.

En momentos que algunos llaman a priorizar la demanda interna, el ejemplo que han dado Chile y China demuestra que la cadena virtuosa del crecimiento y la prosperidad se inicia con el comercio exterior. Ese es el verdadero motor de la riqueza y el desarrollo.

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