SEÑOR DIIRECTOR:

En tiempos en que el cambio climático es parte importante de las agendas globales, existe el riesgo de seguir postergando a un actor clave: los océanos. A pesar de su rol esencial en la regulación del clima, el almacenamiento de carbono, la provisión de alimentos y la generación de empleo, su protección sigue siendo marginal. Hoy, apenas el 8% de los océanos cuenta con resguardo efectivo, y menos del 1% del financiamiento filantrópico global se destina a su conservación.

Este año, la Conferencia de Naciones Unidas sobre los Océanos (UNOC3) será una oportunidad histórica para corregir esta ceguera. El foco estará en acelerar el compromiso de proteger al menos el 30% del océano global al 2030 y movilizar financiamiento —especialmente privado— para lograrlo.

Chile puede liderar esta conversación, no solo por su geografía o por sus modelos de conservación, sino también por su madurez financiera y empresarial. Tenemos más de 6.000 kilómetros de costa, una red creciente de áreas marinas protegidas y experiencia en conservación basada en ciencia y territorio. Además, contamos con capacidades en inversión de impacto, y un sector privado que ha demostrado voluntad de avanzar hacia estándares más exigentes. Actualmente, nuestro país ya protege el 43% de sus aguas jurisdiccionales, superando su aporte en la meta global comprometida. Todo esto nos permite ser algo más que un caso exitoso: podemos ser un modelo a replicar.

Es hora de entender el océano como infraestructura crítica para la vida en el planeta y su conservación, como una inversión estratégica. Quizás la más urgente y eficaz de este siglo.

Francisca Cortés Solari

Presidenta ejecutiva de Filantropía Cortés Solari