SEÑOR DIRECTOR:

Frases vetustas, repetidas sempiternamente en los anales del fútbol chileno (“fracaso del balompié nacional”; “potenciar las divisiones inferiores”, y muchas otras), pero la vergüenza deportiva, ese espíritu de superación y las ganas de triunfo no estuvieron presentes en nuestra selección en estas eliminatorias. No se podían hacer peor las cosas que como se realizaron.

No fue Bolivia el que nos eliminó del mundial; nuestro país estuvo fuera desde hace mucho tiempo, desde Pizzi, Rueda, Berizzo y otros, pero siempre con un denominador común: los mismos dirigentes, el mismo presidente y mandamases de los clubes.

Hoy se le carga la mano a Gareca como el gran responsable de la debacle, y gran culpa tiene, sin duda, pero no podemos olvidar a otros que, apernados a un sillón de la actividad, siguen sacando provecho y sirviéndose del fútbol chileno. Son los mismos que determinan el formato de torneos; los mismos que mañosamente fijan el número de extranjeros en los clubes; los que deciden los minutos que deben actuar los juveniles en un partido profesional; los que aceptan que haya dueños de más de un club; los que permiten que representantes de jugadores se inmiscuyan en dudosos traspasos.

Ante este papelón, debieran ponerse rojos de vergüenza, rojos como la querida camiseta chilena que por tercera vez consecutiva no alcanza el objetivo de estar presente en un mundial.

Si verdaderamente les interesa el fútbol y desean ver a nuestro balompié en un progreso paulatino, den un paso al costado, váyanse.

Juan Francisco Ortún

Periodista y académico U. Central