La cuarentena creativa de Shakespeare: la creación de El Rey Lear y Macbeth en medio de la peste

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La plaga que azotó a Londres en 1606 obligó a los teatros de la ciudad a cerrar sus puertas y forzó el aislamiento de sus residentes. Fue entonces que el dramaturgo tuvo el tiempo para redactar el texto de dos obras, El rey Lear y Macbeth, dos de las grandes tragedias que se convirtieron en clásicos de la historia de la literatura.


No era la primera -ni la última- plaga que asolaba a Londres en Inglaterra. Cada cierto tiempo aparecía un nuevo ciclo de la peste que obligaba a cerrar la ciudad. En el verano de 1606, un brote forzó a sus residentes al aislamiento y los teatros cerraron sus puertas. Las fechas apuntan a que esos tiempos de reclusión sirvieron para que William Shakespeare escribiese algunas de sus más importantes obras: El rey Lear y Macbeth.

Por aquel entonces, la compañía del dramaturgo The King’s Men contaba -además del teatro The Globe en la capital-, con unos carromatos que se abrían por un lado y formaban un escenario. Entonces, cuando se decretaba cuarentena, un grupo de actores se iba a provincias para presentar las obras. Shakespeare -que junto con ser actor y autor, era socio de la compañía-, se quedó atrás.

“Shakespeare hace lo que haría cualquier escritor: aprovechar esos minutos de reclusión para quedarse escribiendo, mientras que un grupo de actores se iba de gira para poder sustentarse”, explica Rodrigo Rojas, académico de la Universidad Diego Portales -donde dicta el seminario especializado en el dramaturgo-.

“Se sabe que hay algunas obras que escribió durante una cuarentena. Se conoce cuándo se mostraron por primera vez, entonces se entiende que las escribió justo antes, y ese justo antes corresponde a una plaga”, dice Rojas.

El rey Lear y Macbeth fueron presentadas aquel año -al igual que Antonio y Cleopatra-, por lo que se llegó a un consenso histórico-académico respecto a que Shakespeare las escribió durante ese verano en aislamiento.

Para Rojas, la importancia de estas obras es que fueron capaces de representar modelos humanos, sin importar en la época en la que están situadas. “Van tan profundo al origen de un problema que no importa cuáles son los avances tecnológicos ni los cambios sociales, esos problemas siguen intactos e igual de vigentes”, asegura Rojas sobre los clásicos.

La tragedia de El rey Lear sigue la historia del Rey de Bretaña que, al llegar a la vejez, decide dividir su reino entre sus hijas, Gonerilda y Regania -la menor, Cordelina, es desheredada-. En esta obra Shakespeare toca los temas de la ingratitud, pero por sobre todo la vejez y la locura.

“Es una obra que habla sobre cómo se desmorona el poder político o también sobre cómo se desgrana la estructura familiar, que es lo mismo”, dice Rojas. “El cuerpo envejecido del rey es también el cuerpo del poder político que ha perdido sus fuerzas y a su vez es la figura del padre, que está descendiendo hacia la locura”, agrega.

Por otro lado, la tragedia de Macbeth refleja los efectos dañinos de la ambición política. Sigue la historia de Macbeth, a quien un grupo de brujas le dice que será el rey de Escocia.

“Habla tanto de lo sobrenatural como de la ambición, entonces quedan en un mismo nivel los apetitos por poder como otras pulsaciones, que pueden ser animales o también sobrenaturales”, dice Rojas. “Es una obra tan potente que la misma gente del teatro ni siquiera la menciona por su nombre porque invoca los poderes que están más allá de la naturaleza humana”.

El académico también menciona que Hamlet fue escrita durante otra de las plagas que asolaron a la capital inglesa entre 1601 y 1602. “En Hamlet se ve la unión entre el mundo moderno y el mundo grecolatino. Es también una de las obras donde surge con claridad la proyección del subconsciente”, explica Rojas.

A su vez, una década antes, el dramaturgo se volcó a la poesía cuando surgió un nuevo ciclo de peste. Los poemas La violación de Lucrecia y Venus y Adonis fueron escritas entre 1592 y 1593, se dice que alrededor de 15 mil personas murieron en Londres aquella vez.

Jonathan Bate escribió en la biografía del dramaturgo Soul of Age: “La plaga era la fuerza más poderosa que moldeó su vida y la de sus contemporáneos”.

Shakespeare sobrevivió una peste a meses de haber nacido -sus hermanos mayores fallecieron producto de ella-. E incluso fue parte de sus obras -fue la razón por la que Romeo no recibió la carta de Julieta en la que confesaba que había fingido su muerte-.

Pero para Rojas, las plagas eran comunes en la vida europea -al igual que las guerras y las invasiones-, por lo que eran temas presentes en el trasfondo de la obra pero nunca fueron centrales. “El tema principal es siempre el ser humano luchando contra una naturaleza compleja que lo puede elevar a grandes alturas o descender a la locura. Es siempre la lucha del ser humano contra su propia naturaleza”, explica el académico.

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