Por Constanza Moncada M.¿Dónde está el Nobel de Gabriela Mistral? Los detalles desconocidos del premio que será exhibido 80 años después
Legado al pueblo de Chile y protegido por la Orden Franciscana, el Nobel de Mistral permanece en reserva tras los intentos de robo de hace unos años y las exigencias de seguridad. Este 10 de diciembre, cuando se cumplan 80 años de su entrega, y de manera inédita, la medalla y otras piezas podrán ser vistas por el público.

“Hoy Suecia se vuelve hacia la lejana América ibera para honrarla en uno de los muchos trabajos de su cultura”, dijo Gabriela Mistral en su discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura, el 10 de diciembre de 1945. Ataviada con un vestido de terciopelo negro, recibió de manos del Rey Gustavo V de Suecia una caja y un diploma, objetos que la coronaban como la primera mujer hispanoamericana en merecer el premio.
A su muerte, el 10 de enero de 1957, la poeta legó el premio al pueblo de Chile, bajo la custodia de la Orden de San Francisco, tal como estipuló en su testamento. Hoy, por motivos de seguridad, su ubicación exacta es reservada, aunque réplicas exactas pueden visitarse en la Sala Gabriela Mistral del Museo de Arte Colonial de San Francisco, en pleno centro de Santiago.
“El Nobel está compuesto por dos cosas. Nosotros en la sala tenemos una réplica. Por motivos de seguridad, la original solo se muestra en ocasiones importantes, es una sola, hecha de oro. En la sala se ven dos medallas, que son la parte de anverso y reverso. La otra parte, que quizás es la más importante y única, es el diploma”, explica a Culto Carolina Vergara, directora del Museo.
Desde 1902, las medallas del Nobel son acuñadas por la Casa de la Moneda de Noruega. Estas fueron diseñadas por el escultor y grabador Erik Lindberg con el mismo anverso: una imagen de Alfred Nobel de perfil izquierdo, acompañada de sus fechas de nacimiento y fallecimiento. Por el reverso, incluyen la siguiente inscripción en latín: “Descubierto para ayudar a mejorar los conocimientos”, más una imagen representativa de la categoría.
La medalla otorgada a Mistral es la de Literatura, por lo tanto, tiene la imagen de un hombre escribiendo inspirado por una musa. “Le ponen un cuño con el nombre de la persona a la que le dan el Nobel”, indica Manuel Concha, conservador del museo.
Pero lo más singular del conjunto es el diploma, una pieza única. “Es una obra de arte en sí misma”, destaca Concha. “Viene en un pergamino de piel, probablemente de un animal muy pequeño, como un chivo. El pergamino está pintado con la técnica del wash (lavado), lo que nosotros diríamos como témpera, a mano. Viene en esta carpeta de una piel que tiene una hoja de oro en los ornamentos. Es muy delicado”, explica el especialista.
La imagen fue diseñada y realizada por la artista sueca Berta Svensson. “Es una ilustración personalizada para Gabriela - profundiza Constanza Torres, mediadora del museo -, que representa dos de sus poemas, La Copa y El Hijo. Es interesante la imagen que ella retrata, porque uno ve motivos medios mexicanos. Uno ve el desconocimiento de Chile a nivel mundial en esa época. Así veían lo latino”.
Ambas piezas originales han sido exhibidas en ocasiones puntuales, como el 10 de diciembre de 2024, aniversario del Nobel, y el 7 de abril de este año, para el natalicio de Lucila Godoy. Este miércoles 10 de diciembre, en una instancia inédita, la medalla y el diploma serán exhibidos al público general en la iglesia de San Francisco, “con todas las medidas de seguridad que esto requiere”, puntualiza la directora Carolina Vergara.
La jornada llamada Un Nobel para el pueblo de Chile comenzará con una misa especial a las 8:00 horas y, desde las 9:00 hasta las 19:00 horas, los visitantes podrán acercarse a los objetos. “La idea es que la gente no se pierda esta oportunidad, de tener un acercamiento, de conocer, de sensibilizarse con Gabriela Mistral, especialmente desde el punto de vista también espiritual que tuvo, que fue importante”, remarcó Vergara.
Además de las piezas del Nobel, se expondrán un broche junto a una réplica del vestido que Gabriela Mistral usó en la ceremonia, fotografías, prensa de la época, su discurso original, registros sonoros y libros clave de su obra.
La actividad es organizada por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, junto al Museo. “Esta exposición no solo rinde homenaje a una figura esencial de nuestra historia, sino que también pone en valor su legado humano y social. Que sus objetos más preciados estén bajo el resguardo de la Orden Franciscana y que se exhiban con especial cuidado para toda la ciudadanía, nos invita a revitalizar su presencia en la vida cultural del país y proyectarla hacia las nuevas generaciones”, valora la ministra de la cartera, Carolina Arredondo.
De acuerdo a la repartición, se diseñó un plan de seguridad en conjunto con la Unidad de Seguridad Patrimonial del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, destinado también a resguardar a los asistentes en caso de cualquier eventualidad. La medida contempla un completo resguardo para las piezas, que han sido manipuladas únicamente por el conservador del Museo de Arte Colonial San Francisco.
Gabriela Mistral, franciscana
Según desprenden sus versos, la poeta era profundamente espiritual. Hizo su primera comunión en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen de Montegrande y, desde ahí, su relación con el catolicismo fue profunda. Sin embargo, ello no quitó la exploración de otras religiones como el budismo.
Fue su relación con la mexicana Palma Guillén la que consolidó su devoción a San Francisco de Asís, durante su primer viaje a Europa. Así lo escribió en una carta a Gonzalo Zaldumbide, escritor y diplomático ecuatoriano: “Un día se dio cuenta y emprendió la tarea de convertirme: ‘Me da una pena inmensa que tú andes entre supersticiones asiáticas’. Me discutió mucho, y me puso el budismo en irrisión, por donde me lo rompió mejor; y en nuestro primer viaje a Europa me hizo hermana tercera de San Francisco”.

La orden franciscana se compone de tres niveles: los frailes, las clarisas y la orden tercera o seglar, compuesta por laicos que siguen los preceptos del santo. “Palma Guillén era de la orden tercera franciscana. Ella le invita a conocer a los franciscanos, y Gabriela Mistral queda maravillada por todo lo que hacen y por que ella también tenía esas mismas nociones, ser una persona más bien austera, sencilla y amante de la naturaleza y de los animales”, explica Carolina Vergara.
Parte de ese vínculo quedó plasmado en el libro Motivos de San Francisco, publicado de forma póstuma en 1965 y que reúne escritos de la Nobel difundidos en diarios como El Mercurio (Chile) y Falange (México) entre 1923 y 1926, años en que se estima que la poeta hizo sus votos franciscanos.

Su admiración por el ‘Pobrecillo’-apodo del santo-,quedó en evidencia en diversas instancias. “San Francisco fue un guardián: mantuvo vigilancia sobre todas las creaturas. Su lenguaje utilizó todas las palabras que hablan de amor, atención, de vigilante preocupación, de ayuda a todo lo que es humano: presencia ante la pena, de ayuda en la adversidad y compunción”, dijo Mistral en 1950, al recibir el Premio de las Américas en la Universidad Católica de Washington.
A su muerte, el 10 de enero de 1957, la escritora pidió ser enterrada con el hábito franciscano, con un cordón de tres nudos que representa a la orden.
Fue esta profunda conexión la que propició que hoy la medalla y el diploma de su Premio Nobel de Literatura sean custodiados por la orden. Asimismo, la Orden Franciscana de Chile recibe y distribuye todos los dineros que se aporten o donen por las obras editadas o publicadas, para que los entreguen a los niños de Montegrande.
“Esta Gabriela espiritual no se nota frente a otras Gabrielas que se han puesto más de moda a lo largo del tiempo, como la feminista o educadora. Nuestra misión es resguardar a Gabriela en todas sus dimensiones, y sobre todo, la Gabriela que es profundamente religiosa y que hace que el museo tenga una sala especial que resguarda todo el trabajo que han hecho los franciscanos”, reflexiona el conservador Manuel Concha.
Los desafíos de la Sala Gabriela Mistral
Además de la medalla y el diploma del Nobel, la Sala Gabriela Mistral alberga desde 1983 numerosos objetos personales de la poeta.
“Tenemos un busto de la escultora Laura Rodig, también su biblia y el rosario que estaba encima de su ataúd”, detalló la directora del espacio. “Es bastante interesante, porque incluye anotaciones y subrayados de Gabriela”, agrega Constanza Torres, mediadora.
Diplomas originales otorgados a la escritora cuelgan en las paredes de la sala. “Este es donde la nombran Doctora Honoris Causa de la Universidad de Chile, una pieza original, pintado a mano en un pergamino también”, remarcó Manuel Concha.
En otras vitrinas, reposan primeras y segundas ediciones de libros de Mistral, como Tala y Desolación.
El valor de las piezas originales del Nobel es incalculable, y esa relevancia contrasta con un episodio crítico del museo: el robo ocurrido el 10 de junio de 2023. Según reportó T13, lo sustraído era “lo que se exhibía al público como medallas del Nobel de la poetisa fueron los artículos robados“.
Según la Policía de Investigaciones, siguen extraviadas desde diferentes locaciones las siguientes obras relacionadas a la autora: una réplica de la medalla del Nobel, una medalla de metal plateado con el rostro de Mistral y la Placa Condecorativa de la Universidad de Columbia 1954 a Gabriela Mistral.
Carolina Vergara, directora del Museo, lamenta la sustracción de 2023, pero aclara que la medalla original del Premio está resguardada. “El Nobel existe, por lo mismo, haremos este acto de mostrarlo”, dice sobre la actividad del miércoles 10.
La seguridad sigue siendo un desafío. “El museo, lamentablemente, es absolutamente franciscano. Nosotros tenemos muy pocos recursos. Lamentablemente el Estado no nos visualiza como un gran museo. Recibimos un fondo, pero es mínimo”, explica.
El Museo de Arte Colonial, junto a la Iglesia homónima, fue declarado Monumento Nacional en 1951 y desde 1969 alberga una de las colecciones más importantes de arte virreinal de Sudamérica. “Es un edificio de más de 400 años, que tiene muchas necesidades, es difícil de invertir. Nosotros deberíamos tener recursos increíbles, pero lamentablemente todavía no tenemos apoyo”, profundiza Vergara.
Si bien la sala dedicada a la poeta es un imán para los visitantes, su estado dista de la envergadura del legado que guarda. “Nosotros hicimos un diseño de museografía y hemos buscado incansablemente personas que pudieran donar para tener una sala que sea muy acorde a la obra de Gabriela, y poder mostrarla en sus mejores condiciones, pero es difícil que alguien se anime a hacer una donación. Ahora, probablemente pueden haber personas interesadas y a lo mejor no se han enterado de eso, pero creo que siempre va a ser necesario”, concluye Manuel Concha.
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