
Mampato: el regreso de un clásico de los niños del ayer
La historieta del niño pelirrojo que viajaba en el tiempo duró diez años, entre 1968 y 1978, y dejó una huella indeleble entre miles de niños chilenos, que hoy son adultos. Su creador fue Óscar Vega y hoy una antología reúne buena parte de su trabajo incluyendo a su popular personaje. Acá, junto a su hijo ilustrador Felix, revisamos la obra de un nombre relevante de la cultura nacional.

“¿Podrías crear un nuevo personaje infantil?”. Era 1968 y el dibujante y arquitecto Eduardo Armstrong tuvo la ocurrencia de dar vida a una revista dirigida a los menores de la casa. Se trataba de un nicho que había quedado vacío tras el fin de la clásica revista El Peneca, en 1960, que había acompañado a generaciones de pequeños desde inicios del siglo XX. Armstrong encomendó la tarea a un joven dibujante de 23 años que ya tenía experiencia en el rubro, pero sobre todo, muchas ganas. Se trataba de Oskar, o más bien, Óscar Vega.
Él fue quien le dio vida a un niño pelirrojo quien, tras salvar a un alienígena que cayó en la tierra y posteriormente ayudarlo a salvar a su planeta natal, obtiene como recompensa un cinturón mágico que le permite viajar por el tiempo y el espacio. Había nacido Mampato. Así, tuvo aventuras en la antigua Persia, en el África del siglo XIX, e incluso -uno de los más recordados- en la era de la reconquista española en Chile, en la que conoce a Manuel Rodríguez. En sus aventuras, era acompañado por el cavernícola Ogú y la futurista Rena.
“Fue un hito en su trayectoria. Él era muy joven y entonces no tuvo mucha conciencia de lo importante que sería ese personaje”, cuenta a Culto su hijo Félix, también dibujante. “Él tenía solo 23 años cuando diseñó al personaje. Tras los primeros números dejó de hacer la historieta que continuó Themo Lobos y se dedicó a dibujar otras secciones de la revista. Se instaló en Televisión Nacional para hacer dibujos animados, pero nunca dejo de colaborar en la revista Mampato hasta su último número en 1978, ya sea retomando las aventuras del niño pelirrojo, ilustrando portadas o realizando historias didácticas. De hecho él es el único integrante del equipo original de la revista que trabajó en ella desde el primer al último número”.

Mampato llegó a los kioskos chilenos en 1968, y dejó de circular diez años más tarde, marcando a los adultos de hoy y que fueron niños en esos años. Parte mayúscula del trabajo de Vega hoy se puede volver a encontrar en la recopilación El mundo de Óscar Vega, que publica el sello Reservoir Books. Su hijo Félix fue quien compiló sus trabajos, que además de Mampato incluye otros de sus personajes, como Tan Tan, e incluso algunos inéditos como Los econautas, que data de inicios de los 2000, y que fue de los últimos que Oskar alcanzó a trabajar antes de su muerte, en 2007.
“Se lo prometí en su lecho de muerte cuando él agonizaba -cuenta Félix-. Me demoré muchos años en recopilar el material y en conseguir poder publicarlo, ya que necesitaba una edición de primera calidad, la que se concretó después de muchos años de espera gracias al interés del editor Daniel Olave. Lo más emocionante fue rescatar una gran caja de madera que contenía muchas de sus ilustraciones originales de una oscura bodega en la que incluso había un pobre gato muerto. Todo el proceso fue como una película de horror, pero al abrir el viejo cofre nos encontramos con un verdadero tesoro”.
Como decíamos, esta compilación incluye su cómic inédito Los econautas, donde Oskar puso de manifiesto su interés por la ecología. “Fue a inicios de la década del 2000, yo no vivía en Chile pero él me contó que quería conseguir auspiciadores (Como el Product placement de las películas) para poder costear la publicación, pero ninguna marca o empresario quiso apostar por un cómic que denunciaba y combatía el extractivismo desregulado y la aniquilación del bosque nativo en tierras del pueblo mapuche. Al poco tiempo mi padre falleció, así que Los Econautas permaneció inédito por más de veinte años hasta ahora. Por eso fue publicado en forma póstuma”.
Oskar comenzó muy joven en el trabajo de la ilustración. “Él comenzó a dibujar historietas en la editorial Zig-Zag a los catorce años -comenta Félix-. Contaba que cuando recibió su primera paga, después de comprarse libros y unos mocasines de gamuza que eran muy atrevidos en esa época, jugando a ser piratas enterró con un amigo el resto del dinero junto a un viejo árbol del Parque Forestal. Su gran referente fue Coré, el enorme ilustrador de las portadas de la revista El Peneca y su gran maestro fue el gran dibujante e ilustrador Mario Igor, quien le enseñó los secretos del manejo de la acuarela”.

Entre Asterix y Daniel el travieso
¿Cómo era Óscar Vega en su proceso creativo?, ¿cómo era trabajando? Recuerda su hijo: “Era muy meticuloso. Podía volver a hacer desde el comienzo toda una ilustración, una pintura o incluso una historieta si no lo dejaba conforme por un detalle que nadie más percibía. Verlo pintar a la acuarela fue muy educativo para mí. Él entraba en una especie de trance de concentración mientras pintaba, generalmente de pie, moviéndose mucho, siempre con un cigarrillo en la boca. Mientras, al mismo tiempo en otra habitación, mi madre pintaba un gran óleo aplicando los colores con espátula para que estos se mezclaran y formaran nuevos colores sobre la tela. Por cierto, incluí en el libro algunas pinturas de ella. Ambos fueron mis maestros, mi papá en el dibujo y la narrativa y mi mamá en el uso del color de forma impresionista y expresionista”.
Volviendo a Mampato, hay que decir que fue un personaje que desafió el estilo que tenía Oskar hasta ese momento, por lo que debió adaptarse para crearlo. “Por entonces, en 1968, mi papá solo dibujaba en un estilo realista historietas históricas, westerns y alguna de James Bond entre otras, pero no tenía aún un estilo de dibujo infantil o caricaturesco. Habían llegado los primeros tomos de Asterix a la librería francesa y él tomó ese estilo de Uderzo y lo mezcló con el de Daniel el Travieso de Ketchamp para crear a Mampato. Siempre bromeaba que Mampato había sido diseñado como el monstruo de Frankenstein, con piezas de diferentes cuerpos”.
En una época sin internet, Vega tenía su método para obtener la información sobre el pasado a la que hacía alusión Mampato. “Usaba mucha documentación, tanto de su biblioteca personal como de la editorial. Recurría a enciclopedias como el Monitor de Salvat o la Codex”, comenta Félix. “Le gustaba la historia, pero también la astronomía, la biología y arqueología. Además de la literatura de aventuras y ciencia ficción. También el cine y por supuesto las historietas”.
Con Mampato, Óscar Vega dejó una huella profunda en generaciones de chilenos que seguro recordarán con nostalgia y cariño las tardes que eran acompañados por Mampato. “Creo que no hay una “receta” en base a “elementos” de la revista o el personaje. Creo que fue la suma del trabajo creativo de gente enormemente talentosa que convergieron en un mismo proyecto. Además de las condiciones históricas con una industria editorial que repletaba los kioscos y una televisión menos hegemónica”.
Por último, Vega hijo afirma que dentro de todo, el trabajo de su padre sí ha sido reconocido. “Aunque ese reconocimiento ha tardado varias décadas en llegar. Siento que he ayudado a su reconocimiento con las recopilaciones que he hecho de su trabajo, tanto los tomos recopilatorios de Mampato como el libro El Mundo de Óscar Vega.
Por fin siento que pude cumplir la promesa que le hice antes de que nos dejara”.
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