
René Olivares y Los Jaivas: una emotiva hermandad entre hippismo y tapas de discos
Conoció al Gato Alquinta en 1972, y no se separó más del conjunto. Fallecido este lunes 13, Olivares fue el encargado de las portadas de los discos de Los Jaivas, incluyendo la famosa pintura que hizo para Alturas de Machu Picchu. Lo último que realizó fue un mural para conmemorar los 60 del grupo.

Si hay algo que René Olivares tuvo claro desde pequeño, fue que se dedicaría a la ilustración. “Crecí viendo revistas y los libros de pintura de mi mamá, en los que descubrí la vida de los artistas malditos en París y soñé con imitarlos algún día”, contó en una entrevista. Así, a los 12 años, y gracias a la escritora Marcela Paz, obtuvo su primer trabajo con los lápices: hacer los dibujos de la revista Pandilla.
Pero fue en 1972 cuando su vida se cruzó con la de Eduardo “Gato” Alquinta. “Lo conocí caminando por Providencia en 1972. Era plena época hippie y tuvimos buena onda de inmediato. Apenas él supo que yo pintaba, esa misma tarde me preguntó si podía conocer mi trabajo. Le dije ‘claro’, y partimos caminando al Taller Saturno: una casa en Pedro de Valdivia Norte que compartía con un astrónomo y un fotógrafo, donde tenía mi mesa de dibujo y mis pinceles“, dijo a este medio en 2012.

Entre los trabajos que tenía Olivares en su mesa, hubo uno en particular que a Alquinta le llamó la atención: la imagen del indio con un sol en las manos emergiendo detrás de las montañas. Eso le disparó una idea al músico. “Estoy componiendo una canción que tiene que ver mucho con esta pintura, ¿crees que la podríamos usar en la carátula del disco?“, Olivares respondió afirmativamente. Había nacido una colaboración. Huelga decir que la canción a la que hacía referencia Alquinta era Indio hermano, del álbum La ventana, de ese año. Pero la imagen se usaría en el disco homónimo que se publicaría en 1975, y que -por la portada- se le suele conocer como El indio.
“Con la pintura del indio en un bastidor más pequeño, comencé a trabajar la carátula: dibujar letras y nuevos detalles -recordó Olivares años después-. Meses después, cuando estuvo aprobada por todos, fuimos a fotografiarla. Ya estaba todo listo para publicar el álbum cuando vino el 11 de septiembre del 73 y el disco se quedó en las bodegas”.

Olivares se hizo cercano al conjunto, y tras el golpe de 1973, partió con ellos hacia la Argentina. “Llegamos primero a Zárate, una ciudad a orillas del río Paraná, en la que vivimos un par de años antes de partir a Buenos Aires, donde hicimos contacto con rockeros como Charly García. Fue en ese período cuando me convertí en algo más que el dibujante de las carátulas”.
Olivares convivía con el conjunto como uno más. “Como había viajado con mi hijo, que entonces tenía siete años, estaba a cargo de varias tareas domésticas en la casa y ayudaba, además, en los traslados de los equipos para las presentaciones. Siempre fui el Jaiva detrás del escenario. Un día de 1977 decidimos ir a probar suerte a Europa. Partimos en barco”.

En Europa, en específico en Francia, Olivares vivió en comunidad junto al grupo. “Arrendar casas para cada familia era muy caro y, por eso, seguimos viviendo todos juntos. En un comienzo, la música del grupo no era muy conocida y debíamos hacer hasta dos shows diarios para subsistir. Nosotros barríamos el escenario, instalábamos los equipos y los acarreábamos de vuelta a casa. Gabriel Parra era el encargado de manejar el camión y yo siempre lo acompañaba de copiloto para que no se quedara dormido. En ese período me acerqué mucho a él y al ‘Gato’, quien apadrinó a mi hija Aymara mientras que yo lo hice con su hija Aurora”.
En 1982, Los Jaivas volvieron por primera vez a Chile, pero Olivares decidió quedarse en París, ciudad cultural por excelencia sobre todo para las artes visuales. “Ser pintor en París es como ir a vender helados de agua al Polo Sur. Llevo 35 años viviendo en la ciudad y estoy feliz de haber cumplido el sueño de ser pintor en París, que incubé de niño leyendo los libros de pintura de mi madre. A diferencia de Picasso o Chagall, no me hice famoso y terminé anónimo en el barrio 5″.

Aún a la distancia, Olivares continuó siendo el hombre tras las portadas de Los Jaivas. De hecho, poco antes de la partida de los viñamarinos al terruño, trabajó en la portada de su disco fundamental, Alturas de Machu Picchu. En la imagen, un óleo sobre tela, Olivares inmortalizó un Intihuatana, es decir, una piedra ritual incaica con forma de pilar tallado en roca que funcionaba como reloj solar y calendario astronómico.
El Intihuatana fue la primera portada del Alturas de Machu Picchu. Sin embargo, posteriormente esa imagen se cambió por otra ilustración de Olivares, de un diablo (personaje de las fiestas religiosas del altiplano andino) con una esfera de cristal. Esa es la imagen más recurrente del álbum.

¿Cómo creaba las carátulas? Olivares desarrolló un método propio y lo contó en una entrevista de 2013: “Trataba de hacerlas al tamaño original para ver cómo iban a quedar, las escrituras las hacíamos con letras que se pegaban sobre el papel y no había derecho al error; fui desarrollando una técnica que yo cuento en el libro que era pintar con témpera y encima, con lápices de colores, suavizaba los fondos”.
Y con esos lápices Olivares recordó una particular anécdota: “Se me quebraban siempre las minas de los lápices, que eran súper finos, y un día descubrí que era Gabriel que hacía redobles de tambor con ellos; en vista de lo que compré una caja de lápices de colores más barata y se la dejé al ladito”.
Olivares no solo hizo carátulas, también afiches para las tocatas del grupo y su característico logo en relieve. Incluso hasta hace pocos años seguía colaborando con el grupo. En 2023, para la celebración de los 60 años del grupo, la Fundación Cultural Los Jaivas y MetroArte le pidieron un desafío mayúsculo: que creara un mural en la estación Puente Cal y Canto de la Línea 3 del Metro de Santiago.

Tal como lo hizo José Venturelli con el mural donde recorrió Chile de mar a cordillera (y que hoy se puede ver en el GAM), Olivares creó una enorme pintura de 30 metros de largo por 6 metros de alto en que homenajeó al río Mapocho, el cual está arriba del metro. Así lo comentó él a la prensa.
“Eso me permitió usarlo como metáfora un poco. [...] entonces muestra la historia del río que se llenó de piedras y muestra a Lautarito que se robó los caballos, cruzando el agua. Hay una serie de imágenes que corresponden al río. Ahora bien, este es un homenaje a Los Jaivas, que están de protagonistas arriba”. Fue su último gran trabajo para el señero conjunto.
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